El abordaje de la violencia no debe
realizarse de manera homogénea. La
perspectiva feminista es crucial para
analizar los datos y planificar e
implementar políticas públicas eficaces y
efectivas.
Laura Berja
Senadora socialista por Jaén
Sonia Guerra
Portavoz de Derechos Sociales
del GPS en el Congreso
21 de diciembre 2020
La Ley
Orgánica de protección integral a la
infancia y a la adolescencia frente a la
violencia, impulsada por el Gobierno de
coalición progresista, supone un hito
legislativo en materia de defensa de los
derechos de los niños y niñas.
La
Convención sobre los Derechos del Niño,
adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989 y
ratificada por España en 1990, mandata a los
países a desarrollar políticas que promuevan
los derechos de los niños, niñas y
adolescentes, promoviendo el respeto de su
dignidad humana e integridad física y
psicológica, mediante la prevención de toda
forma de violencia.
Las
personas menores de edad están expuestas a
situaciones de vulnerabilidad que deben
protegerse por parte de las instituciones
públicas. Los datos de violencia contra los
niños, niñas y adolescentes son
estremecedores. Según datos del Ministerio
del Interior, en 2019, se registraron más de
5.400 denuncias por delitos de maltrato
familiar a menores y más de 5.900 por
delitos contra la libertad sexual, también a
menores.
En
demasiadas ocasiones, ese tipo de violencia
que se produce en el ámbito familiar, y por
lo tanto en el espacio privado, es
relativizada al interpretarse por el
imaginario colectivo como “un asunto
familiar”, como antaño sucedía con la
violencia de género, cuando en realidad,
debería interpelarnos a todos y cada una de
nosotras.
Pero el
abordaje de la violencia no debe realizarse
de manera homogénea. La perspectiva
feminista es crucial para analizar los datos
y planificar e implementar políticas
públicas eficaces y efectivas. Por eso para
el Grupo Parlamentario Socialista era y es
esencial que todas las leyes que se impulsen
tanto desde el Gobierno, como por iniciativa
parlamentaria en las Cortes Generales,
tengan en cuenta el impacto de género. La
Ley 3/2007 para la igualdad efectiva entre
mujeres y hombres interpela a que toda
iniciativa pública incorpore esta mirada,
cumpliendo de esta manera también con el
principio de igualdad de la propia
Constitución española.
La Ley
de protección integral a la infancia y a la
adolescencia frente a la violencia está hoy
en trámite parlamentario. Los grupos
políticos tenemos la oportunidad de mejorar
las leyes que nos llegan a impulso del
Gobierno. Para el grupo socialista ha sido
prioritario reconocer las bondades del
proyecto de ley y diagnosticar mejoras que
surgen del propio posicionamiento del PSOE,
así como de propuestas de la sociedad civil.
Profundizar en la mirada feminista de este
instrumento legal ha motivado buena parte de
nuestras enmiendas a la misma.
No se
puede entender la violencia en la infancia
en el ámbito familiar, si no se reconoce la
realidad a la que están expuestos cientos de
miles de menores fruto de la violencia de
género que sufren sus madres. El Pacto de
Estado reconoce a tales menores como
víctimas directas de violencia de género.
Según los datos del estudio “Menores y
Violencia de Género” elaborado por la
Delegación del Gobierno contra la Violencia
de Género, 1.678.959 menores viven en
hogares en los que la mujer sufre violencia.
En total, el 24,7% de los menores
encuestados ha reconocido haber conocido
algún tipo de violencia machista contra su
madre, y de los 2.455 menores que
respondieron que su progenitora había sido
víctima de algún tipo de maltrato, el 77%
reconoció haber sufrido directamente ese
tipo de conductas violentas. La suspensión
obligatoria del régimen de visitas si el
padre tiene orden de protección por
violencia de género es la propuesta que
desde el Grupo Socialista hemos incorporado
a la ley de protección de la infancia y la
adolescencia frente a la violencia,
conjuntamente con el grupo de Unidas
Podemos.
Asimismo, ha sido para nosotras y nosotros
imprescindible blindar la entrada del
llamado Síndrome de Alienación Parental
(SAP) en nuestra legislación. Esta supuesta
patología, que se ha demostrado
científicamente que no existe, no puede ni
debe ser utilizada en los juzgados de manera
habitual para evitar que se investiguen las
verdaderas razones por las que los hijos e
hijas muestren rechazo hacia el padre que
ejerce violencia de género. Por eso hacemos
constancia en esta ley de la necesidad de
negar su uso. Una propuesta que nace de la
mano de la Asociación de Juristas Themis.
Reconocer la violencia especifica contra las
niñas es también una voluntad expresa del
PSOE en esta norma. El estudio antes citado
muestra unos datos terribles sobre el acoso
sexual online que sufren las adolescentes,
nativas digitales, fuera de las relaciones
de pareja. El 47,1% de las chicas han
recibido imágenes sexuales, al 40% les han
pedido fotos sexuales y al 22,7% les han
pedido cibersexo. Los datos no hacen si no
corroborar que urge trabajar la prevención
de la violencia machista mediante la
coeducación desde la pequeña infancia. Sin
duda, la incorporación de la perspectiva de
género también en la Ley de Educación, así
como la introducción de manera obligatoria
de la educación afectivo sexual en los
planes educativos, ayudará a disminuir el
consumo de pornografía y de prostitución
entre los adolescentes, prácticas que
fomentan la violencia contra las mujeres
generando relaciones asimétricas entre los
sexos, normalizando la explotación sexual e
incitando a situaciones de violencia sexual
como el de la Manada. No es casual que 150
millones de niñas en el mundo, una de cada
diez, haya sufrido violencia sexual.
La
desigualdad que sufrimos las mujeres en todo
el mundo es estructural. Y la sufrimos desde
niñas, por el simple hecho de haber nacido
niñas. Desde pequeñas se nos educa y se nos
somete mediante el sistema de géneros. Roles
y estereotipos de género que condenan a los
sexos a una existencia machista y
androcentrica. Urge que legislemos para
corregir la desigualdad sostenida contra
niñas y mujeres durante siglos. Y urge que
lo hagamos con mirada feminista. Solo así lo
conseguiremos.