LATERCERA
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El cinismo y la violencia
infantil
OPINIÓN
Paula Walker/Profesora Escuela
de Periodismo Usach
Mie 8 Ene 2020
Desde octubre de 2019 Chile vive envuelto en una
seguidilla de hechos que han alterado la marcha del país y de la vida
personal. Los análisis se alinean dependiendo de la ideología de quien los
hace. Súbitamente, para quienes no quieren ver y sienten sus privilegios
amenazados, una cantidad de chilenos y chilenas “comunistas y violentos”
decidieron hacer la vida imposible al resto. Para otros, la única manera de
resolver el problema es mantener un modelo probadamente desigual, ojalá no
moverse para que esa violencia no los alcance, no los vean y ellos no ver al
resto.
Hace 25 años, la Unicef comenzó a realizar estudios
para conocer cómo eran tratados los niños y niñas en sus familias y que
opinaban sobre la violencia (o no) que recibían de sus padres. En 1994, el
77,4% de niños y niñas declararon sufrir violencia física leve o grave,
además de violencia sicológica. Esa generación, tiene hoy más de 40 años. El
organismo siguió haciendo estudios en 2000, 2006, 2012. En todas las
versiones los resultados sobre percepción de violencia en las familias, se
mantuvieron en torno al 70%. Son generaciones que hoy tienen entre 20 y 30
años.
El ministerio del Interior, en 2012, con la Encuesta
Nacional de Victimización por violencia intrafamiliar y delitos sexuales,
cifró en un 75,1% de los niños, niñas y adolescentes que dijo haber sufrido
algún tipo de violencia o maltrato por sus padres o cuidadores. En 2017, el
Ministerio del Interior y el Consejo Nacional de la Infancia implementaron
un encuesta nacional pionera en determinar la “polivictimización” que sufren
niños, niñas y adolescentes al ser víctima de muchos tipos de violencia en
los espacios que frecuentan. Algunos ejemplos apabullantes que se suman a la
situación de violencia en sus familias: el 82% de las y los estudiantes
declararon haber sufrido al menos una victimización indirecta en su entorno
comunitario durante su vida; un 73% dijo haber sufrido algun delito (robos,
roturas de objetos y ataques físicos); el 62% de las y los estudiantes
declaró al menos una situación de maltrato entre pares; la encuesta también
consideró un 32% que vivió alguna situación de violencia en ambiente digital
a lo largo de su vida.
Han pasado 26 años desde que se conocen datos y hay
evidencia periódica sobre la violencia que las propias familias ejercen en
sus hijos e hijas y cómo se mantiene prácticamente inalterable. A esto
habría que sumar la violencia que sufren las mujeres, muchas de ellas
madres. Crecer en ambientes violentos legitima la violencia como método para
relacionarse. Buscar apoyo y cariño en la familia y encontrarse con golpes y
abusos, puede determinar en muchas personas una manera de ejercer luego esos
mismos métodos en otros lugares de relacionamiento.
Que fácil es señalar al del frente y llamarlo
violento, y que difícil es comprender que tenemos un problema como sociedad
al que no le hemos dado la importancia que merece. Hay algo de cinismo en el
discurso contra la violencia de los otros y la nula reflexión sobre la
propia violencia.
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