Para Mariann E.
Budde, la obispo de la diócesis
episcopal de Washington DC, la
ola de protestas raciales es un
tema personal. Es blanca y no la ha
padecido, pero antes de mudarse a la
capital estadounidense trabajó 18
años en una iglesia de Minneapolis.
Es su comunidad la que salió primero
a las calles para reclamar justicia por
el homicidio a su vecino
afroamericano George Floyd. Se
considera liberal y no se hace
problema en entrar al barro en las
redes sociales. Por eso el lunes,
cuando el presidente Donald Trump
cruzó desde
la Casa Blanca hasta la iglesia de
Saint John, ayudado con gases
lacrimógenos para dispersar a
quienes se manifestaban
pacíficamente, Budde entró en
cólera.
“El presidente
utilizó la Biblia, el más sagrado
texto de la tradición
judeocristiana, y una de las
iglesias de mi diócesis, sin
avisarnos siquiera, como telón de
fondo de un mensaje antitético a las
enseñanzas de Jesús y a todo lo que
defiende nuestra iglesia”, sostuvo
Budde después de que Trump se
acercara hasta la fachada del templo
con el único objetivo de sacarse una
foto y regresar inmediatamente a su
residencia. La noche anterior, en
medio de los disturbios, el sótano
de la histórica iglesia había sido
presa de las llamas hasta que los
bomberos lograron controlar el
fuego.
Budde, casada y madre
de dos hijos, es la líder espiritual
de más de 40.500 episcopalianos en
el Distrito de Columbia y cuatro
condados de Maryland. Cuando en 2011
se convirtió en la primera mujer
obispo de Washington llegó con la
intención de revivir a la comunidad
religiosa de la capital tal como lo
hizo durante 18 años en la St.
John’s de Minneapolis. Durante su
trabajo allí, aumentó
significativamente los asistentes
con discursos y acciones para
reducir las injusticias sociales
hasta convertirla en una de las
congregaciones más progresistas de
las conocidas como “ciudades
gemelas”: Minneapolis y St. Paul.
Sus iniciativas se caracterizaron
por ayudar al pueblo haitiano y
centroamericano.
Cree en una iglesia
de puertas abiertas. Le parece
“obvio” que las personas del mismo
sexo se puedan casar en la iglesia
y, por ahora, bendice a parejas de
gays y lesbianas. Durante la
Administración de Trump afloró su
activismo público cuando separaron a
los niños inmigrantes de sus padres
en la frontera con México. De hecho,
decidió concentrar sus esfuerzos en
la lucha por una reforma migratoria
justa por sobre “la epidemia” de la
violencia armada, otros de sus temas
de interés. No le tiene miedo a la
controversia si es para defender lo
que cree correcto, ha dicho.
A la histórica Saint
John se la conoce como la Iglesia de
los presidentes. Hasta ahí han
acudido los mandatarios a rezar
desde 1816. Durante la guerra civil,
Abraham Lincoln a veces caminaba
hasta el templo y se sentaba en uno
de los bancos traseros intentando
que nadie lo notase. Ahora lo que
importa es la foto.