Manuel FuentesSantiago de
Chile.- Madre, abuela, pediatra y presidenta de Chile por segunda vez,
Michelle Bachelet, que también fue directora de ONU Mujeres, considera
que "la desigualdad en América Latina tiene rostro de mujer y de
infancia".
Por su liderazgo y su compromiso con los
derechos humanos y los problemas de género, Bachelet es la elegida
para cerrar la campaña informativa "25 líderes, 25 voces por
la infancia", lanzada por Unicef en alianza con Efe para
destacar la importancia de la Convención sobre los Derechos del Niño,
de cuya aprobación se cumplieron 25 años el 20 de noviembre.
La presidenta chilena habló con franqueza
acerca del riesgo de que los instrumentos internacionales se queden
como "letra muerta" y también dijo que como "los niños no votan", no
siempre se les da la importancia que tienen ni la atención que
requieren.
Bachelet, que acaba de crear el Consejo
Nacional de la Infancia en su país, se comprometió a seguir apoyando
los esfuerzos para proteger a los niños y dándoles prioridad, lo que
considera "una apuesta estratégica para el desarrollo integral de un
país".
¿Cuáles cree usted que
son las injusticias más graves que actualmente se cometen contra los
niños?
Es difícil
definirlas, porque para mí la protección de los niños es algo
esencial, pero tal vez la más brutal es la violencia, que se expresa
de distintas maneras. Por ejemplo en el hogar, el lugar donde los
niños deberían ser protegidos y cuidados, pero donde muchas veces son
víctimas o testigos de violencia intrafamiliar. Eso les provoca un
daño muy profundo que hace que no puedan desarrollar a plenitud sus
capacidades y emociones.
También
son víctimas frecuentes de los conflictos, como lamentablemente hemos
visto en países donde ha habido bombardeos y guerras civiles.
Pero la
violencia también está en no reconocer ciertos derechos o en
situaciones, como las de las llamadas "missing girls" (los bebés que
no llegan a nacer por el hecho de ser de sexo femenino).
Otro drama
se da en algunas culturas con el matrimonio forzado de las niñas y
jóvenes que son entregadas casi como una mercancía o para resolver
disputas entre vecinos. Ése es un acto tremendamente violento.
Y qué
decir del abuso sexual, la prostitución o la pornografía infantil. La
violencia contra los niños es algo brutal.
En América Latina las niñas viven una situación peor que la de
los niños, especialmente en los dos problemas más graves de la región:
la violencia y la desigualdad.
En efecto,
la desigualdad en América Latina tiene rostro de mujer y rostro de
infancia (...) A pesar de que en la mayoría de los países de América
Latina las niñas tienen acceso a la salud o a la educación, se le da
prioridad a los hombres.
Otro
problema que tiene mucha fuerza en América Latina es el embarazo
adolescente, que está vinculado a la pobreza y que como sociedad no
hemos sabido resolver adecuadamente.
¿Qué importancia tiene la
Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Chile en 1990?
Yo quiero ser muy franca. Las convenciones son
importantes, pero si quedan como letra muerta, no sirven para nada. Lo
más importante es que cuando un Estado firme una convención se
comprometa y defina bien sus políticas, porque una ley sin recursos,
no sirve.
En mi anterior gobierno (2006-2010) hicimos
muchas cosas. Una comisión asesora presidencial para los derechos de
los niños elaboró un documento que, parafraseando a nuestra (poetisa)
Gabriela Mistral, decía de que el futuro de los niños es siempre hoy.
Elaboramos un conjunto de leyes que
transformamos en políticas hacia la infancia y fueron la base de un
programa muy exitoso que sigue vigente, "Chile crece contigo" (...),
hicimos un esfuerzo muy importante.
Y ahora, en este segundo gobierno, hemos dicho
que no basta con hacer políticas sectoriales. Por eso hemos creado el
Consejo Nacional de la Infancia, en el que participan los distintos
poderes del Estado y organizaciones de la sociedad civil, que son muy
activas promoviendo los derechos de los niños.
Para proteger a la infancia no basta con
promulgar leyes. Tiene que haber una coherencia entre lo que hace el
Ejecutivo y lo que hacen los demás poderes del Estado. No queremos que
esto dependa de que en el Gobierno haya una mujer o un hombre al que
le importen los niños.
Sabemos -y perdone que sea tan franca- que los
niños no votan y por eso en muchos lugares la infancia deja de tener
la importancia que tienen otros sectores.
Pero el desarrollo de la infancia no es sólo
una cuestión ética o moral, sino una política inteligente, porque de
ello depende el futuro de un país.
Y a día de hoy, 25 años después de
que se aprobara la Convención, ¿cuáles son los principales retos?
Los principales retos están ligados a la lucha
contra la pobreza. Es evidente que las oportunidades para los niños no
son iguales en países en vías de desarrollo, en países de renta media
o en países de altos ingresos.
En general, en el mundo desarrollado los
derechos de los niños están mejor protegidos (...), pero también es
cierto que incluso habiendo firmado la Convención, muchos países no
dan prioridad a la infancia.
Lo que
hace falta son políticas claras con el capital humano y los recursos
adecuados para hacer realidad el compromiso establecido en la
Convención. Y también hay que hacerse cargo de las nuevas amenazas que
han surgido, como los conflictos bélicos.
Para
responder a todo esto es clave el empoderamiento de las mujeres,
porque cuando las mujeres tienen una voz más fuerte en las sociedades,
muchos temas pasan a tener más importancia política.
Son miles
los temas pendientes, pero lo importante es que somos muchos los que
estamos disponibles para apoyar a Unicef y a todas las estructuras que
trabajan para el desarrollo de la infancia.
Ayer en
Naciones Unidas, hoy día como presidenta y mañana como ciudadana yo
seguiré empujando para que los derechos de la infancia sean respetados
y garantizados. EFE