Diario publico.es 08/02/2009
Letrados y educadores sociales
denuncian que los menores no tienen manera de hacer llegar sus denuncias
fuera de los centros de acogida y que la Administración les dificulta el
trabajo
SUSANA
HIDALGO - MADRID - 08/02/2009 08:00
Joaquín Olmedo es un abogado de Cádiz especializado en
menores que una y otra vez se encuentra con trabas por parte de la
Administración y de los centros de acogida para realizar su trabajo.
Ahora mismo, está llevando el caso de un chaval cuya familia quiere sacarle
de un centro de acogida de Cádiz y no hay manera de que se pueda comunicar
con él. "La dirección del centro no me deja hablar con él, no me dan
información", se queja Olmedo, que agrega que la Administración, en
este caso la andaluza, es "poco transparente" y "reacia"
a entregar documentación.
Un centro de Cádiz no deja a un
profesional hablar con su defendido
No es el único letrado que encuentra
dificultades a la hora de realizar su trabajo, según consta en el informe
del Defensor del Pueblo y corroboran varios profesionales. El informe del
Defensor se refiere a centros donde están acogidos niños con problemas de
conducta, pero abogados que trabajan en centros de reforma (donde están los
menores infractores) también ponen de manifiesto las trabas que encuentran.
Por ejemplo, Janet Ortiz, abogada de oficio, lleva el caso de una supuesta
agresión por parte de un vigilante a un niño en el reformatorio El Pinar I
(Madrid). "He llamado a la dirección del centro y me dicen que no me
preocupe, que no ha sido nada, que el chaval sólo tiene un hematoma",
explica, perpleja, Ortiz.
Otro trabajador social del mismo
centro de reforma afirma que los menores, como previamente han
cometido un delito, siempre van a ser tratados como delincuentes.
"Si un técnico de seguridad les pega, la dirección siempre va a dar
la razón al vigilante", afirma.
Además, los letrados señalan que el
principal problema ya no es sólo que ellos no pueden trabajar con toda la
información, sino que los chicos no tienen manera de hacer llegar su
denuncia a alguien fuera de un centro de acogida.
"Estás
loco"
"Si un crío es agredido por
alguien del centro y pide un abogado, los responsables le dicen que ni
hablar, que si está loco...", afirma Manuel (nombre ficticio),
trabajador social en un centro de acogida de Madrid. Esta versión la
corrobora el abogado Joaquín Olmedo: "En los centros de protección,
el principal problema que hay es la indefensión de los propios chicos, cómo
trasladan fuera la denuncia", se pregunta. Estos niños, al contrario
de los que están en un reformatorio, no tienen un abogado de oficio al que
poder llamar en caso de necesidad porque no han cometido ningún delito. Así
que, si les pasa algo, tienen que tener la suerte de que algún educador
quiera apoyarles y trasladar la queja al exterior. "Si se
hace, tiene que ser con cuidado porque corremos el riesgo de perder el
empleo", señala una educadora social que prefiere permanecer en el
anonimato.
Los educadores tienen que ayudar a
los críos a hacer pública la queja
El
informe del Defensor del Pueblo señala que cada comunidad autónoma
tiene su propia normativa a la hora de configurar los derechos del menor a
defenderse. En Andalucía, por ejemplo, la teoría dice que los chicos
"siempre tienen la posibilidad de hacer valer o reclamar sus derechos,
debiendo recibir una contestación expresa a sus reclamaciones".
El reglamento de Castilla-La Mancha señala
que "de cualquier queja formulada en el centro por los menores se da
traslado a la Delegación de Bienestar Social". Y el de Madrid afirma:
"Los menores, para reclamar sus derechos, podrán dirigirse al director
del centro o solicitar ser oídos ante la Comisión de Tutela del Menor. En
cualquier caso los menores siempre pueden dirigirse al Ministerio Fiscal".
En la práctica
Todo esto ocurre en la teoría. En la
práctica, el Defensor del Pueblo detectó durante su investigación que los
niños tenían muchas dificultades cuando querían plantear una queja.
Por ejemplo, en Casa Joven Juan Carlos I de Guadalajara, gestionado por la
Fundación O Belén, los chicos entrevistados por el Defensor denunciaron
que no les dejan formular reclamaciones por escrito, ni denunciar a sus
abogados alguna contención (reducción en el suelo de manera violenta)
realizada.
Pero si los niños no pueden
denunciar, los fiscales, con sus inspecciones, son los que tienen que
controlar las irregularidades en los centros. Sin embargo, el Defensor del
Pueblo asegura que las inspecciones son "escasas" e insta a que se
faciliten los cauces adecuados que permitan a los menores poner en
conocimiento del Ministerio Fiscal las situaciones que atenten contra sus
derechos, y al Ministerio a que "extreme su vigilancia" sobre los
chicos.