Autorretrato de Illias, el joven que murió en un centro de menores a
manos del personal de seguridad del centro.
“Buena
y mi querida Lucía: Te echo mucho de menos. Lo primero, la comida de
aquí no vale nada, pero la pizza [es] mejor que la de Córdoba”. Así
arranca la última carta que escribió Iliass Tahiri, el joven de 18 años
fallecido en el centro de internamiento de menores infractores de
Tierras de Oria (Almería), mientras era inmovilizado y atado en una cama
boca abajo por seis vigilantes de seguridad el pasado 1 de julio. Su
caso fue archivado como “muerte violenta accidental”, aunque el
vídeo de los hechos, publicado recientemente por EL PAÍS, entra
en contradicción con informes y declaraciones del sumario. La
familia ha recurrido.
La
carta, escrita en un papel blanco, forma parte de las pertenencias que
le devolvieron a su familia, junto a su ropa y sus gafas. Estaba en la
habitación que compartía con otro chaval marroquí. La misiva, dirigida a
una psicóloga llamada Lucía del anterior centro en el que había estado,
no está fechada, pero debió de escribirla pocos días antes de su muerte,
ya que no pudo enviarla. Iliass había llegado a Oria procedente del
centro de Medina Azahara, en Córdoba, el 2 de mayo, apenas llevaba dos
meses en el de Almería. El domingo 30 de junio, el día antes de
fallecer, recibió la primera y la última visita de su madre y de su
hermana pequeña.
Iliass
nació en Tetuán (Marruecos), pero creció con su madre y algunos de sus
hermanos en Algeciras (Cádiz), donde tenían su residencia.
Carta de Iliass, el joven que murió en el centro de menores, a manos del
personal del centro.
“Te voy a contar como estoy:·,
continua la carta escrita con un bolígrafo de color negro. “Estoy muy
bien, ya no tengo PPS [Protocolo de Prevención de Suicidios, una medida
que limita la libertad e incrementa el control sobre los internos].
“Estoy compartiendo con un compañero en la habitación, con un marroquí,
estoy trabajando en cerámica y estoy estudiando”. Y añade: “Una cosa
importante: desde cuando he llegado aquí no tengo ningún expediente.
Tampoco he perdido créditos”.
El régimen sancionador de los
centros se basa en abrir expedientes y en poner o quitar puntos de
acuerdo con la conducta de los internos. Un buen comportamiento facilita
los permisos para salidas y visitas de familiares, como parte del
proceso de reinserción social. Asimismo, se premia la buena conducta con
acceso a servicios como horas de televisión u otros entretenimientos,
como la Play Station.
“Siempre hablo de vosotros y
digo la verdad”, continúa la carta de Iliass, “que el centro de Córdoba
es una mierda, pero la gente que trabaja ahí es gente buena del mundo,
ojalá estuvieras tú conmigo aquí”.
En su declaración ante la
Guardia Civil de Huercal Overa, encargada de las diligencias ordenadas
por la juez Teresa Inés Sánchez Gisbert del juzgado único de Purchena,
el psicólogo Francisco Javier Fernández Guerrero, cuenta que estuvo
hablando con la madre aquel domingo previo a la muerte de Iliass. Le
contó a la mujer que el comportamiento del chico se caracterizaba por
“peleas, agresiones a otros compañeros y autolesiones para lograr sus
objetivos” y que la madre “recriminó a su hijo y le pidió que cambiase”,
y el joven “se comprometió a hacerlo”.
Durante esa entrevista,
enmarcada en una “jornada de convivencia”, Iliass hacía de intérprete,
ya que su madre apenas habla español. Hablaron “de estudios y de futuras
salidas y permisos a su domicilio”. Antes de despedirse, la madre de
Iliass, mostrándose “agradecida” por que el centro se hubiera hecho
cargo del transporte de ella y de su hija pequeña, le pidió al psicólogo
que llevasen a su hijo “al oculista, al dentista y que no dejaran que se
pusiera gordo y le dio muchos besos”, contó Fernández Guerrero en su
declaración. Al día siguiente, cuando ocurrió todo, él no fue a trabajar
al centro.
“Me han servido mucho tus
consejos, ya no me pongo en plan borrico”, termina Iliass su misiva (que
cuenta con remite y destinatario), “ya me porto muy bien, y viva el
Betis. Te quiero. Iliass Tahiri”. Y la firma. Lucía nunca recibió la
carta.
Según las declaraciones del
“personal de atención educativa” y de los informes psiquiátricos y
psicológicos que forman parte del sumario de este caso, todo comenzó al
volver de una actividad en la piscina, cuando los compañeros de Iliass
le dijeron a la responsable de su módulo que llamase al responsable de
Salud Mental del centro, Diego Torres Lizarte, porque “se había hecho
unos cortes en el brazo izquierdo”. Al ser pregunto por las lesiones,
Iliass dijo que se las había hecho el día anterior, cuando se fue su
madre. Después, “comenzó a ponerse nervioso”, a las 14.20 activaban el
Protocolo de Prevención de Suicidios (PPS) y entre
las 14.46 y las 14.50 moría aprisionado por seis vigilantes en una
cama de una habitación en la zona de seguridad.