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¿Sufre mi hijo un trastorno del espectro autista?
Uno de cada cien niños sufre algún trastorno del
espectro autista
Los expertos coinciden en que su diagnóstico precoz
es una de las claves para su tratamiento, pero, pese a los esfuerzos, en
muchos casos su detección sigue siendo tardía
Los problemas en la comunicación y la interacción
social y la aparición de rituales y comportamientos repetitivos son las
características más importantes de este problema
Cristian Vázquez
29/09/2017

Foto: Dominio público
Uno de cada cien niños, según las estimaciones de los
especialistas, padece
de algún trastorno del espectro autista (TEA). Y una de las claves para su
tratamiento consiste en el diagnóstico precoz.
De hecho, según enfatizaron los responsables del proyecto Trastornos del
Espectro Autista en la Unión Europea (ASDEU, por sus siglas en inglés) en su
última reunión, realizada en 2016 en el Reino Unido, tanto la detección precoz
como la intervención temprana son los "aspectos más relevantes" sobre los cuales
se debe trabajar.
Sin embargo, pese a los esfuerzos, los mismos
expertos destacaron que la edad de detección sigue siendo "muy tardía" en
las regiones donde no existen programas
específicos para identificar las distintas formas de TEA, y que los
servicios para su tratamiento en muchos sitios también son muy deficientes.
Por ello, es importante difundir yremarcar
los síntomas y señales de alerta que pueden indicar, incluso en
bebés muy pequeños, la existencia de uno de estos trastornos.
Señales de alerta de los trastornos del espectro
autista
Entre las principales
características de los TEA se pueden mencionar dos: por un lado, problemas
en la comunicación e interacción social en diferentes contextos, y
por el otro, comportamientos repetitivos y
reticencia a los cambios en la vida cotidiana. Esto hace que, con
mucha frecuencia, estas personas necesiten ayuda en su día a día.
Más allá de esos dos grandes síntomas, los TEA se
manifiestan de una gran cantidad de maneras,
incluso antes del año de vida. La Asociación Española de Pediatría (AEP) ha
enumerado una larga serie de señales de alerta, clasificadas en función
de la edad del niño.
Entre las que se pueden advertir antes
de los doce meses, las que más hay que tener en cuenta son:
-
el niño pocas veces o
nunca dirige la mirada a otras personas.
-
no expresa anticipación
cuando va a ser cogido en brazos por otra persona.
-
no muestra interés en
juegos interactivos simples, como el "cucú-tras".
-
hacia los nueve meses
de vida, no expresa ansiedad ante la presencia de extraños.
A partir del primer
año, aparecen otras posibles señales:
-
el niño no responde a
su nombre.
-
no muestra objetos ni
señala para pedir.
-
tampoco mira hacia
donde otros le señalan.
-
el contacto visual es
escaso.
-
no imita de manera
espontánea.
-
no emite el típico
"balbuceo social" con el cual los bebés hacen como si conversaran con los
adultos.
Y desde los 18 meses se
suman nuevos posibles síntomas:
-
dificultades para
seguir la mirada de los adultos.
-
manifiesta un retraso e
incluso regresiones en el lenguaje (habla menos que antes o deja de
hacerlo).
-
no muestra interés por
sus hermanos o por otros niños.
-
utiliza pocas
expresiones para compartir el afecto positivo.
-
carece de juego
simbólico.
Por supuesto, ninguna de estas características o
conductas es un síntoma evidente de un TAE, pero sí pueden ser puntos
de partida que ameriten una consulta con el pediatra.
Preguntas y respuestas para evaluar el riesgo
No existe un estudio clínico específico a partir de
cuyos resultados se pueda afirmar de manera
rotunda si un niño tiene o no un TEA. Por ello, lo que hacen los
profesionales es indagar sobre el comportamiento del pequeño en su ambiente
natural, sobre todo -según apuntan los expertos de la AEP- en cuanto a su
aspecto motor (cuándo empezó a sostener la cabeza erguida, a sentarse, a
hablar, etc.) y a la interacción social (cuándo comenzó a hablar, a
comunicarse por gestos, etc.).
El cuestionario que los pediatras realizan con mayor
frecuencia es la Lista de Verificación del
Autismo en Niños Pequeños, más conocida por su acrónimo en inglés
CHAT ( Checklist for Autism in Toddlers).
Se pide a los padres que respondan ("sí" o "no", son las únicas opciones) en
función de cómo el niño actúa normalmente. El examen especifica que "si el
comportamiento no es el habitual (por ejemplo, solo se lo ha visto hacer una
o dos veces) conteste que no lo hace".
En su versión más extendida, el cuestionario consta
de 23 preguntas, entre las cuales
hay seis consideradas clave:
-
¿Muestra interés por
otros niños y niñas?
-
¿Suele señalar con el
dedo para indicar que algo le llama la atención?
-
¿Suele traerle objetos
para enseñárselos?
-
¿Puede imitar o repetir
gestos o acciones que usted hace? (por ejemplo, si usted hace una mueca él
también la hace)
-
¿Responde cuando se le
llama por su nombre?
-
Si usted señala con un
dedo un juguete al otro lado de la habitación ¿dirige su hijo la mirada
hacia ese juguete?
Si dos o más de estas seis
preguntas tienen respuesta negativa, o si al menos tres de las 23
respuestas se consideran un fallo, el profesional tendrá elementos para
sospechar un riesgo concreto de TEA. No son, desde luego, un diagnóstico
definitivo, pero representan un punto de partida. Todas las preguntas del CHAT
se pueden consultar en la Guía
de práctica clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos del Espectro
Autista en Atención Primaria, editada por el Ministerio de Sanidad.
La edad en que aparecen los síntomas
Queda claro entonces el interés de los expertos por
bajar todo lo que se pueda la edad de detección los síntomas de TEA. De
hecho, hay estudios
científicos que han probado cuestionarios
breves(se responden en cinco minutos o menos) para padres de bebés
de un año, en busca de señales de alerta. Pero, más allá de eso, muchos
especialistas han señalado los 18 meses como una edad clave para su
hallazgo.
Foto: dagon_
Ángel Rivière, uno de los grandes estudiosos españoles de este
problema, describió
en un artículo algunas de las características
que aparecían una y otra vez en los informes elaborados con la
información proporcionada por los padres de niños con TEA. En general, hablan de
un desarrollo normal hasta la mitad del segundo año de vida. A esa edad,
comienzan a "inquietarse por la ausencia de lenguaje expresivo y falta de
respuesta al receptivo, y por la existencia de rituales".
En ese punto, el año
y medio de vida, es cuando a menudo aparecen las señales ya
citadas: el niño pierde las palabras que decía, deja de mirar a las personas
y cuesta establecer contacto visual con él, y sus rituales son cada vez más
fijos e inflexibles: colocan sus juguetes en un determinado orden una y otra
vez, no admiten productos de marcas diferentes a los que se habitúan a
consumir, usar un mismo plato en la comida y en la cena, etc.
Es fundamental estar atentos
ante estas conductas. A menudo, muchos padres, sobre todo los
primerizos, las ven como simples particularidades del pequeño, o dejan pasar
un tiempo "a ver si se le pasa". La experiencia para los padres es difícil:
ser testigo de la diferencia entre un niño con TEA y el resto "es duro,
genera ansiedad, miedo y preocuparación", apunta la guía Un
niño con autismo en la familia, editada por el Ministerio de Trabajo y
la Universidad de Salamanca y destinada a familias que han recibido un
diagnóstico de TEA para su hijo. Pero cuanto antes se dé ese diagnóstico,
más pronto quedará de lado la angustia de la incertidumbre y se podrán poner
manos a la obra para que la vida de ese niño sea cada día mejor.
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