Quijotes contra la meningitis: una guerra contra el
reloj
REPORTAJE: PATRICIA RODRÍGUEZ PAGÉS / FOTOS: LAURA LEÓN
24/04/2014
María se levanta la manga de la camiseta y
muestra sus heridas de guerra. En el codo izquierdo, una gran
cicatriz. Con la mano derecha, “la mano buena, la otra es la tonta”,
coge el móvil y muestra una foto con la necrosis que tuvo en esa parte
del brazo. Y se la enseña a su interlocutora para que compare “lo
sanito que ya lo tiene”… ¡Aunque ha costado!”, afirma con una sonrisa.
Se siente vencedora. “Pues así tuve todo el cuerpo… ¡Hasta en la
cara!”, dice ahora con espanto. María Ángeles Pérez Domínguez
es una superviviente. Volvió a nacer hace algo más de un año, cuando
le ganó la batalla a la meningitis C, al menos la que evitó su muerte,
porque en este primer año de vida sigue empleándose a fondo contra las
secuelas que le dejó “el bicho”: inmovilidad en una de las manos y en
un pie, dolor, pérdida de memoria, sordera en un oído… Estuvo cinco
días en coma. “Lo único que nunca se paró fue el corazón, que lo tengo
fuerte”. Tiene 36 años y es de Sevilla. “Paciencia es la palabra que
todos los médicos repiten… pero ¡ya harta!”.
En Andalucía se registraron 61 casos durante
2013. El 50% eran menores de cuatro años. Entre 2011 y 2012, fecha en
la que enfermó María, se dieron en España 240 casos de meningitis B
-para la que aquí no se administra aún vacuna- y 61 de meningistis C
-controlada desde hace más de una década gracias a la vacunación en
niños-. Uno de cada 10 enfermos muere. Hoy se celebra el Día
Mundial de esta enfermedad grave, infecciosa y en muchos casos letal,
que tiene a su favor la falta de información de las familias sobre
cómo detectar los primeros síntomas. Algo vital para hacerle
frente, porque la guerra contra la meningitis es una guerra contra el
reloj.
Lo repiten mucho en la
Fundación Irene Megías, la única institución privada dedicada a
sensibilizar e informar sobre la enfermedad. “Dar importancia al
tiempo es clave”, insiste Victoria Ojeda, responsable de fundación en
Andalucía Occidental. “Conocer los primeros síntomas, no
confundirlos con una gripe o un resfriado, es fundamental, porque la
enfermedad avanza muy rápido”. Victoria lo repite rotunda,
mientras muestra varios folletos de las fases y de los síntomas de la
meningitis y la sepsis. “Nuestra lucha, desde la fundación, es que no
le pase a nadie más”. Evitar la muerte es, a veces, una cuestión de
tiempo. Victoria lo sabe bien. Su hijo Jaime tenía 19 años cuando la
meningitis B le quitó la vida. En cuestión de horas pasó de un
aparente malestar a una lucha sin cuartel por vivir. Ocurrió en agosto
de 2012. Sin avisar, de repente, sin más.

Juan Ruiz Canela. // L. L.
“No hay que buscar porqués, si lo haces
te vuelves loca”, dice esta mujer fuerte que dedica, desde hace un año
parte de su vida a tratar de salvar la de otras personas a través de
la organización de campañas de prevención, por ejemplo, en guarderías.
Su sueño es organizar un festival de música, “algo alegre”, explica
con una sonrisa breve, que aspira a ser intensa pronto. ”Me encantaría
organizar un concierto flamenco, para que haya alegría. Los amigos de
mi hijo ya me han dicho que quieren participar… La idea es dar a
conocer la fundación también de manera divertida”.
‘MI VIDA DESPUÉS DE IRENE’
Jorge mira
al cielo y descubre siempre a Irene, Irene Megías, su hija. Murió en
2005. 24 horas después de que aparecieran los primeros síntomas. Tenía
17 años. Tras pasar ese duelo aterrador que es perder a un hijo,
cuenta Jorge que, un día dando un paseo, se encontró frente a la
puerta del instituto de Irene. “¿Por qué te has muerto con 17 años?”,
pensó con rabia. “Y entonces sentí la necesidad de escribir un diario.
Llegué a mi casa y en diez minutos hice el índice. En 15 días había
escrito un libro emotivo -Mi vida después de Irene- de un
padre que describe cómo fue el proceso, la enfermedad de su hija, por
si podía ayudar a otros”. Pero para Jorge Megías un libro no era
suficiente y, en esa búsqueda incesante de respuestas, un día se
encontró montado en un avión en dirección a Bristol (Gran Bretaña).
Quería conocer a las personas que habían creado, hacía tres décadas,
una fundación dedicada a la enfermedad,
Meningitis Research Foundation. Se entrevistó con sus impulsores y
les propuso crear una especie de delegación española, pero el proyecto
no cuajó y en el avión de vuelta a España se encontró con una luna que
brillaba como nunca… “Fue una señal.
Supe entonces que la
ayuda que tenía que prestar debía ser más radical que escribir un
libro, y le planteé a mi mujer que si podíamos salvar aunque sólo
fuera una vida, la muerte de nuestra hija tendría algún sentido”.

Jorge Megías. // L.L.
Nació entonces la Fundación Irene Megias, que
desde hace un año cuenta con varias sedes en Andalucía, y se expande
por España para tender una mano a los afectados, sensibilizar,
prevenir e informar… para llevar un mensaje y una historia que giran
en torno al tiempo.
“Ante la primera sospecha, si hay fiebre que no se quita y manchas
rojas en la piel , al hospital rápido”, insiste Victoria. “Hay
mucho desconocimiento de la enfermedad”, subraya el doctor
Juan Ruiz Canela, pediatra y miembro del comité científico de la
fundación. “Y las secuelas pueden ser muy graves. Desde amputaciones
de extremidades, sordera, problemas neurológicos… Puede ser una
enfermedad fulminante”, afirma el médico, que cree fundamental que el
Ministerio de Sanidad apruebe ya la vacuna para prevenir la meningitis
B. Un remedio que ha sido testado en Alemania, Portugal, entre otros
países europeos, pero que en España la Agencia Española del
Medicamento mantiene en suspenso, ya que sigue verificando si la
vacuna es efectiva para poder autorizarla.
Muchos padres no entienden estas reticencias si
ya ha funcionado en otros países, aunque para Jorge Megías, que se ha
sentado con responsables del Ministerio y de la Agencia Española del
Medicamento, “es sólo cuestión de tiempo”, una vez más. La
vacuna acabará en los calendarios de vacunación, dice Jorge seguro, y
una enfermedad tan letal y contagiosa empezará a ser historia.
“Ojalá llegue el día en que la fundación tenga que cerrar porque ya no
hagamos falta”, sostiene este ingeniero, cuya fortaleza y empeño le
han llevado a un logro más: la Guía de Práctica Clínica sobre el
Manejo de la Enfermedad Meningocócica Invasiva, una herramienta clave
para los profesionales de la sanidad pública. Un estudio que ha
costado cinco años de trabajo y casi 300.000 euros, subvencionados por
el Ministerio de Sanidad. La primera guía médica que crea e impulsa
una institución privada. El martes se presentó en Sevilla.
“Ojalá
tengamos que cerrar por falta de casos”, insiste Jorge Megías en un
suspiro. Aunque al instante recuerda “los miles y miles de niños que
en África necesitan ayuda”. “Quizá tengamos que enfocar nuestro
trabajo en África. Ya estamos colaborando con una entidad de niños
sordos por meningitis en Burkina Faso”, afirma este padre concienzudo,
que, un día supo digerir la fatalidad para convertirla en un modo de
ayudar a los demás. “Con
el tiempo, todo lo negro va pasando, se te olvida… hay que tratar de
empezar de nuevo, a poquito a poco”, dice María con una brillante
sonrisa.