
http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2017/01/08/
"Queremos a nuestro hijo, pero no podemos vivir con él"
Juan Carlos cumplirá 21 años en mayo y entonces
dejará el colegio en el que estudia y volverá a casa, donde sus padres
temen sus crisis a causa de dolores o ruidos

FOTO: la
familia, en su casa de Miraflores de los Ángeles, donde viven y donde la
convivencia es cada vez más compleja por los problemas de Juan Carlos. ARCINIEGA
07.01.2017
Tiene autismo y problemas de
agresividad, lo que les hace complicado convivir con él - Su madre acude todos
los meses a pedir una plaza en una residencia y siempre le dicen que están todas
llenas y que no tiene ninguna opción
Juan Carlos España tiene 20
años, pero una lesión que le ocasionó problemas durante el parto hace
que sea un bebé. Un bebé grande. Su madre, Ana Badía, teme la llegada
del 14 de mayo, el día que su hijo cumplirá los 21 años, cuando se
convertirá en una víctima del sistema. Porque, a pesar de tener
reconocida la Dependencia y de tener una discapacidad del 89%, no recibe
ninguna ayuda por ello y, lo que es peor, no tendrá plaza en una
residencia porque no hay vacantes.
Los España Badía están
desesperados. Su hijo, catalogado como gran dependiente, pesa más de 100
kilos y cuando sufre algún dolor o frustración tiene crisis de
agresividad que paga con los más cercanos, normalmente sus padres.
Sus problemas de
comportamiento obligaron a su padre a estar más tiempo del debido en
casa por el temor de su mujer de no poder manejarlo.
Pero perdió el trabajo y, con
ello, llegaron los problemas de pago de la hipoteca. Tras negociar con
la entidad bancaria una novación de hipoteca, han estado exentos del
pago total pero, si en un año y medio no pueden afrontar la nueva
factura, perderán su vivienda.
La madre de Juan Carlos
presenta todos los meses un escrito en la Delegación de Políticas
Sociales solicitando una plaza residencial para cuando su hijo concluya
el curso escolar en el colegio en el que está interno actualmente. La
respuesta, asegura, siempre es la misma: «Lo sentimos, no hay plazas
libres».
El joven está internado de
lunes a viernes en el centro Nuestra Señora de la Esperanza de Guadix,
en Granada. Primero lo estuvo de forma privada, después sus padres
lograron que se concertara una plaza. Pero la enfermedad de Juan Carlos
–padece un tipo de autismo– no le permite llevar una vida normal y
necesita ayuda para todo. «Solo sabe decir mamá, papá y caca», cuenta su
madre, que reconoce que cuando llega el viernes por la tarde o periodos
vacacionales como la Navidad, se echan «a temblar».
Por eso,
tienen la esperanza de que la Junta de Andalucía les conceda una plaza a
partir de junio en una residencia, porque la convivencia es «imposible»
con Juan Carlos. «Queremos a nuestro hijo, pero no podemos vivir con
él», lamenta su madre, que ha tardado en asumir que no puede convivir
con su pequeño a pesar de desearlo, pues rompe objetos y en varias
ocasiones les ha agredido.
«Él es
un pedazo de pan, pero los ruidos fuertes como las motos o, en esta
época, los petardos, le desequilibran», comenta la madre, que señala que
además de los ruidos, los dolores son lo que más inestabilidad le
produce. «Él no puede explicarse, por eso cuando tiene algún dolor de
cabeza u oído entra crisis, porque no sabe cómo explicarlo y hasta que
lo averiguamos pasa un buen rato», cuenta Ana Badía.
Mientras lo averiguan, Juan Carlos rompe lo que tiene a su alrededor o
se abalanza sobre sus padres. Lo atestiguan sus vecinos, el 061 y la
policía, que ha acudido varias veces ante la sorpresa de sus padres. «Lo
que pido es que mi hijo tenga una plaza en un centro, donde sea de
Andalucía, porque si a partir de junio está aquí, ¿de qué vivimos?»,
señala la mujer, que explica que su marido trabaja ahora como taxista y,
cuando su hijo está en casa, lo hace coincidiendo con sus horas de sueño
para que la madre no esté sola con él.
Además, el problema de esta familia es doble, puesto que no puede
solicitar una ayuda económica porque tiene pedida una plaza residencial.
«Pero la realidad es que no nos dan ni una cosa ni otra, hace mucho que
pedí una cita para que me lo explicaran, pero no me contestan. Además,
en Dependencia me han llegado a confesar que no entienden cómo nunca nos
han dado la ayuda económica ante la gravedad de su caso», lamenta la
madre, que la necesita para pagar una plaza privada si no se la dan
pública.
Esta familia de Miraflores de los Ángeles lamenta que la vida de su hijo
es una condena. «Bastante tiene con lo que tiene, está encerrado dentro
de su cuerpo, y también aquí, porque no lo podemos sacara a pasear más
que en coche», cuenta su madre. A 2017 sólo le piden una llamada de
teléfono, aquella en la que le informen de que su hijo puede estar
atendido por profesionales y en un lugar adaptado a sus necesidades.
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