
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2016/09/14/era-sordo-era-autista/0003_201609G14P14992.htm
No
era sordo, era autista
La
familia de un chico de 14 años reclama 550.000 euros por
el perjuicio sufrido por una operación en el 2005
Pepe Seoane
ourense / la voz 14/09/2016
Un
ourensano de 14 años lleva desde febrero del 2005 un imán
dentro de su cabeza. La sospecha de una sordera
profunda, diagnosticada cuando tenía 31 meses por
un especialista del Complexo Hospitalario Universitario de
Vigo (Chuvi)
con el apoyo de una prueba médica realizada en un centro
privado, llevó a que al pequeño se le hiciera entonces un implante
coclear. Se trata de una actuación, según
reconoce el Sergas en
la contestación a una demanda judicial, con un
«elevadísimo coste económico». Aparte de la incomodidad y
de los dolores de cabeza de los padres y del pequeño, no
ha servido para nada. Cuando aquel niño se
incorporó a la escuela en el 2006, en un colegio de
público de Ourense con
atención especializada para sordos, los padres tuvieron
muy pronto una llamada de atención del centro. El menor
presentaba rasgos autistas, les dijeron. A ver si
resultaba que no era un problema de oído, sino que el mal
era otro.
El
primer diagnóstico lo hicieron en la unidad de salud
mental infanto-juvenil del Complexo Hospitalario de
Ourense. Fue derivado al también público hospital
barcelonés Sant Joan de Deu para valoración de posible
trastorno autista en el contexto de una sordera profunda.
El resultado no dejó margen alguna a las interpretaciones. A.
era un niño autista, uno de sus oídos no tenía ningún
problema y en el otro tenía una pérdida significativa.
A los
padres del pequeño les empezó a encajar todo. Ellos
estaban seguros de haberle escuchado alguna palabra cuando
tenía poco más de dos años. Pasaba el tiempo. Algo no
funcionaba y los cambios de conducta del niño, con
disminución de la atención y relación con su entorno, los
llevó a preguntar. Que fuera sordo era una posibilidad que
discutieron con su pediatra. De la logopeda al otorrino y
a la realización de una prueba de potenciales evocados se
llegó al diagnóstico de un tipo de sordera irreversible.
La solución paliativa era la cirugía y el implante
coclear, que los padres aceptaron. Era lo mejor, según
creyeron. Y dieron el consentimiento.
Incomodidad del pequeño
A las
pocas semanas, sin embargo, el menor no solo se mostraba
receloso, alterado e incómodo con la prótesis, sino que,
según detallan los padres, arrancaba y rompía con
frecuencia los componentes externos. Cuando no portaba el
procesador, en la bañera, en la piscina o en la playa, su
actitud mejoraba. Empezó a contestar, además, cuando se le
hablaba, incluso de espaldas, con la parte externa del
aparato retirada. Transmitieron los padres su preocupación
a la logopeda y al otorrino que lo había operado. Podían
ser vibraciones, podía ser el viento, o podía ser,
incluso, la lógica ilusión de los padres, recuerdan estos
que le dijeron entonces. Sus dudas encontraron refrendo en
la escuela. Y sí, resultó que era y es autista.
Se quejaron los padres. No encontraron consuelo. Denunciaron primero un presunto delito de lesiones que
atribuyeron a los médicos que habían intervenido en el
diagnóstico de hipoacusia y en la intervención del
implante. Se archivó sin llegar a juicio.
La
reclamación de responsabilidad patrimonial de la
administración se sigue, sin embargo, en uno de los
juzgados de lo contencioso de Ourense. La familia sostiene
que A. «no era sordo, padecía y padece trastorno de
espectro autista y ahora, a consecuencia de la
intervención, también es sordo del oído derecho». Y más
aún, desde que fue derivado al hospital donde se le
diagnosticó el autismo, en junio del 2007, no ha sido
sometido a revisión ni control del implante. Los
componentes internos -un imán y un cable hasta la cóclea,
en el oído interno- sigue en su sitio. Los externos están
guardados en casa.
Error
de diagnóstico
La
familia enfatiza los daños psicológicos y también, en lo
que consideran un «error en el diagnóstico», resaltan que
la retirada del imán exigirá una nueva intervención al
menor, a quien, según dicen, le resultará imposible en su
estado actual la realización de pruebas como la resonancia
magnética, aparte del riesgo de enfermedades derivadas del
hecho mismo de llevar un elemento extraño en el seno
craneal. A la hora de cuantificar el perjuicio lo cifran
en 554.780 euros.
El
Sergas ve la atención «correcta
e axustada» y
descarta «desatención»
El Sergas sostiene, en su contestación a la demanda, que
se hicieron las pruebas adecuadas y objetivas, y que
fueron interpretadas correctamente según la bibliografía
médica. Añade que «os
trastornos do espectro autista poden ou non presentar unha
xordeira asociada e que a ausencia total de ondas orienta
a unha hipoacusia bilateral severa». El
tratamiento, de acuerdo con los resultados de la prueba,
era el implante coclear, concluye. La asistencia, pues, «medida
nos seus termos de oportunidade e execución material, debe
ser considerada como correcta e axustada ás esixencias da
‘‘lex artis’’, xa que se lle aplicaron ao paciente as
medidas diagnósticas quirúrxicas e terapéuticas que o seu
estado requeriu». Descarta«desatención
das regras impostas pola correcta práctica». |