El País
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Meningitis, una enfermedad con demasiadas preguntas y pocas respuestas
Ante la celebración de
su día mundial (24 de abril), sobre esta enfermedad siguen cerniéndose
muchas cuestiones: desde el porqué de la rapidez de su avance o la razón de
que afecte especialmente a niños y adolescentes hasta si hay razones
genéticas detrás de su evolución.
La rigidez de cuello es uno de los síntomas más claros de la
meningitis.iStockphoto
Salomé García,
22 de abril 2021
Doce horas. Medio día. Es
todo lo que necesita la sepsis meningocócica (la versión más grave de la
meningitis) para llevarse por delante a una persona sana. O para causar
lesiones irreversibles que cambien para siempre su vida: sordera,
alteraciones neurológicas, deficiencias intelectuales o de comunicación o
amputaciones severas de los cuatro miembros son solo algunas de sus
secuelas. Su incidencia es muy baja (un caso por cada 100.000 personas) y
puede suceder a cualquier edad, pero se ceba con especial crudeza en
lactantes menores de un año, niños menores de cinco años y jóvenes entre los
15 y 24 que empiezan a moverse en ambientes grupales. Suena a dolencia
del pasado, pero en pleno siglo XXI, la sepsis meningocócica en España es la
primera causa de muerte por infección en niños y adolescentes.
La forma localizada de esta
enfermedad se denomina meningitis y se define como una inflamación de las
membranas que recubren el cerebro y la médula espinal causada por un agente
patógeno de origen muy diverso. En España hay unas 12.000 personas
afectadas al año por meningitis. De ellas 10.000 serían víricas y 2.000,
de origen bacteriano –Haemophilus Influenzae B (HiB), neumococo o el
meningococo (principalmente por los serogrupos A, B, C, W e Y)–. Los
meningococos son los que se asocian a cuadros más graves, como la sepsis
meningocócica. Incluso con tratamiento hospitalario de urgencia, un 10% de
los afectados fallece y cerca del 20% sufrirá efectos secundarios de por
vida.
SÍNTOMAS PARA DETECTAR LA MENINGITIS
Fiebre y Vómitos
Dolor de cabeza
Dolor muscular y de articulaciones (X)
Manos y pies fríos, temblores (X)
Color anormal de la piel, palidez (X)
Respiración agitadaRigidez del cuelloFotofobia
Erupción (petequias) (XX)
Somnolencia (XX)
Confusión, delirio (XX)
Desvanecimiento, espasmos
(XX)
(X) Los síntomas que suelen
aparecer antes que los propios de la meningitis, como la rigidez del cuello
(XX) Los
síntomas más graves de todos
Lo peor es que no se la ve
venir. “Se contagia por vía aérea (respiración) y los síntomas se pueden
confundir fácilmente con un catarro de vías altas: fiebre, cefalea… También
puede haber vómitos o rigidez de nuca. En el caso de los bebés, que no
pueden contar qué les sucede, se aprecia mucha irritabilidad, un llanto muy
desconsolado”, relata la pediatra de Atención Primaria y miembro del Comité
Científico de la Asociación Española contra la Meningitis (AEM), María
Garcés-Sánchez. Las petequias (manchas de color púrpura que se extienden por
todo el cuerpo y van creciendo de tamaño) o el abombamiento de las
fontanelas en los lactantes son otros rasgos característicos, pero no
siempre aparecen. “Por eso es posible que el pediatra mande al paciente a
casa al no apreciarse inicialmente signos de gravedad. Y a las 12 horas
llega a urgencias prácticamente muerto. Es terrible”. A partir del
ingreso, se inicia una carrera contrarreloj que comienza con una punción
lumbar para confirmar el diagnóstico. Cada minuto cuenta. Los de peor
pronóstico llegan a pasar muchos días ingresados en la UCI pediátrica.
¿Por qué avanza tan
rápido?
Los manuales clínicos de la
Sociedad y Fundación Española de Cuidados Intensivos Pediátricos califican
la sepsis de “emergencia médica” y usan el adjetivo “fulminante” para
referirse a su rápida evolución. En algunos casos la infección se limita a
las meninges. En otros, se expande a la sangre. Entonces pasa a llamarse
sepsis. “Esta es la forma más grave, ya que causa un deterioro salvaje a
nivel de todo el organismo”, señala la pediatra. Pueden darse una, otra o
ambas. “Los pediatras llevamos años intentando configurar criterios de
gravedad para predecir cómo evolucionará la enfermedad en cada niño.
Pero es como una lotería siniestra: ya puedes ser el mejor médico del mundo
que la enfermedad tiene su curso y nada nos orienta hacia que un niño pueda
tener mayor riesgo que otro”, afirma la doctora Garcés-Sánchez.
Lo paradójico es que el agente patógeno de la meningitis puede
vivir en las vías respiratorias de algunos pacientes que no desarrollan la
enfermedad
Tamaña rapidez se explica por la confluencia de un patógeno
viajando libremente por el torrente sanguíneo que se topa con una respuesta
inmunitaria desproporcionada. “Por explicarlo de una forma más divulgativa: el
ejército defensor de nuestro organismo se percata de que un invasor ha llegado
al territorio más sensible de nuestro organismo que es la sangre y reacciona
de forma tan intensa que genera un fenómeno de coagulación intravascular”,
explica esta pediatra. “Esta respuesta termina haciendo más daño al organismo en
vez de salvarle”.
La respuesta tal vez esté
en la genética
Lo paradójico es que el
agente patógeno puede vivir en las vías respiratorias de algunos pacientes
sin que lleguen a desarrollar la enfermedad. “El doctor Federico
Martinón-Torres, jefe del Servicio de Pediatría del Hospital de Santiago de
Compostela (A Coruña), lleva años trabajando en estudios genéticos con
población infantil. Empezó a raíz de su experiencia familiar. En su casa son
muchos hermanos. Uno estaba colonizado, pero no había pasado la enfermedad.
Otro la pasó de forma leve y un tercero sufrió meningitis”, detalla la
doctora. Eso le llevó a pensar en un patrón genético que condicionara
que, al margen de la bacteria, el organismo reaccione de forma distinta.
“Encontraron que los niños
que habían pasado la enfermedad tenían una alteración en una proteína, el
Factor H, que parece que les condiciona a sufrir con mayor gravedad la
enfermedad. Es una luz en el abordaje de la meningitis, aunque aún estamos
en los albores de conocer realmente el patrón genético que condiciona que
una persona tenga acceso mayor o menor riesgo de tener una meningococemia”.
La irrupción de la covid,
afortunadamente, ha traído un descenso del 90% de los casos de enfermedad
meningocócica. Se apunta a las restricciones de movimientos y las
medidas de protección de la pandemia, “pero no está del todo claro si es
solo por las mascarillas o si hay otros factores que desconocemos
relacionados con la ecología tanto viral como bacteriana. Porque ni los
lactantes ni los niños menores de 5 años llevan mascarilla y también han
caído los contagios”. Lejos de lanzar las campanas al vuelo, esta pediatra
advierte: “Además sabemos que este patógeno no se ha ido y no sabemos en qué
momento volverá a aumentar”.
La carga de las secuelas
Cristina Regojo, presidenta
de la Asociación Española contra la Meningitis (AEM), sufrió esta enfermedad
con 4 años y le dejó una sordera bilateral profunda. Su caso no es aislado:
un estudio pionero financiado íntegramente por la AEM refleja que el 55%
de quienes la padecen sufre consecuencias físicas y el 60% requiere apoyo
emocional continuo. “La gravedad de las secuelas demanda cuidados y
terapias muy costosas. Se estima que el coste anual de los cuidados de un
afectado por meningitis asciende a 11.050 euros. Esa cantidad puede alcanzar
hasta los 921.901 euros durante toda la vida del paciente”, señala Regojo.
Hacen falta prótesis, rehabilitación, implantes cocleares, medicación de por
vida y, en un 60% de los casos, terapia psicológica continua.
La doctora Cristina Regojo sufrió meningitis con 4 años, que
derivó en sordera bilateral.
Cedida por Cristina Regojo
El apoyo psicológico no se
circunscribe solo a los pacientes. La meningitis arrasa con todo el
ámbito familiar y muchos necesitan ayuda para reconstruir su nueva
normalidad desde cero. Regojo creció con el abrigo de una familia numerosa.
Siguió yendo al mismo colegio, aunque por las tardes necesitaba el apoyo de
logopedas y profesores particulares porque sus dificultades auditivas
complicaban el seguimiento de las clases. “Fue una infancia normal, aunque
quizás con más esfuerzo que otros niños”, comenta. Dispuesta a que la
hipoacusia no le cortara las alas, estudió Medicina y hoy es médica
especialista en Análisis Clínicos en los hospitales Álvaro Cunqueiro y
Meixoeiro (Vigo). Además, coordina la atención psicológica de AEM a los
afectados. “Tenemos un grupo de WhatsApp para intercambiar nuestros
pensamientos y desahogos. Antes de la pandemia realizábamos quedadas para
compartir experiencias y darnos apoyo. En la actualidad, seguimos pero de
forma virtual”.
Desde la AEM se reclama un protocolo y un plan de acción que
cubra las necesidades de los afectados y sus familias en todo el proceso
Regojo pone el foco en una realidad que se repite con demasiada
frecuencia cuando hay que cuidar a personas dependientes: “La meningitis recae
en las mujeres. El 45% de las madres de afectados tenía un trabajo remunerado
cuando su hijo contrajo la enfermedad. Después, solo el 14% trabaja porque
sus hijos requieren cuidados de por vida. Estas madres necesitan aproximadamente
20 horas semanales para atender sus necesidades, lo que las convierte en
cuidadoras a las que el mercado laboral cierra la puerta”. Por eso, desde la AEM
se reclama a todas las administraciones que articulen un protocolo y un plan de
acción que cubra todas las necesidades de los afectados y sus familias desde el
momento que entran por la puerta de urgencias hasta el seguimiento evolutivo y
de secuelas de por vida. “Algo tan desigual como el nivel adquisitivo determina
el acceso a mejores tratamientos y prótesis más sofisticadas. Y esto condiciona
la calidad de vida de la persona”, concluye. |