A lo largo de la historia, la
lactancia materna ha sobrevivido a
pandemias, hambrunas y catástrofes. Sin
embargo, la actual crisis sanitaria puede
llegar a suponer un impedimento para las
nuevas madres que decidan amamantar. Según
Alba Padró, presidenta de la asociación
Alba Lactancia y cofundadora de la
aplicación española LactApp,
"el miedo de profesionales y madres ha hecho
que muchas lactancias empiecen con
dificultades, o que incluso se prohíban".
Al inicio de la pandemia, los
protocolos de los hospitales españoles
fueron reticentes a permitir dar el
pecho a las mujeres con Covid-19, a pesar de
que la OMS y Unicef la
alientan ya que la evidencia disponible
apunta a que no se transmite a través de la
leche. "Con el tiempo podremos tener datos
de qué ha significado esta pandemia en el
inicio y el mantenimiento de la lactancia en
el mundo", apunta Padró. La Sociedad
Española de Neonatología (SeNeo), que en un
primer momento no secundó la recomendación
de permitir la lactancia, lo
ha hecho en sus últimos protocolos,
entre otros beneficios por "el potencial
paso de anticuerpos madre-hijo frente al
SARS-CoV-2".
En la misma línea se
pronuncia José María Paricio, pediatra y
fundador de e-lactancia.org, web de
referencia sobre la compatibilidad de la
lactancia con enfermedades y medicamentos.
"No se ha encontrado que el virus se
transmita a través de la lactancia y, sin
embargo, es previsible que deje una señal
inmunológica en la leche que aporte
anticuerpos y defensas, como ocurre con
otros virus respiratorios", plantea.
APILAM, la asociación científica detrás
de e-lactancia, ha analizado los
medicamentos utilizados para el tratamiento
de la Covid-19 y expone que prácticamente
todos son compatibles con dar de mamar.
"Recibimos consultas de varios hospitales
para comprobar esta compatibilidad, y el
coronavirus ya es el segundo término más
buscado de nuestra web. Es una preocupación
bienvenida, ya que significa que hay muchas
madres y profesionales preocupados por
mantener esas lactancias", celebra Paricio.
Aun así, las mujeres con
coronavirus que se inician estos días en la
lactancia pueden encontrar varias piedras en
el camino. La última indicación de la Seneo
aconseja a los hospitales ingresar "aislados
y separados de su madre" a bebés de mujeres
sintomáticas con infección positiva o en
investigación, y dejar a los de madres
positivas asintomáticas en una cuna a dos
metros, ante el riesgo de contagio por gotas
de saliva. Ahora bien, esa separación física
puede suponer una gran dificultad a la hora
de establecer la lactancia.
Carmela Baeza, médica de familia en el
madrileño Centro Raíces e IBCLC (consultora
de lactancia internacional certificada),
advierte que aislar a un bebé no es tan
sencillo en la práctica. "Por un lado, si
otra persona tiene que cuidar al bebé de una
madre positiva, ¿cómo nos aseguramos de que
no va a contagiar al bebé? Si queda a cargo
del otro progenitor, se trata de una persona
que ha estado conviviendo con la madre", en
un hogar expuesto al contagio. "Y, además,
un bebé separado de su madre tiene altos
niveles de estrés, y
por tanto las defensas más bajas",
indica. Por ello, reclama una
flexibilización de los protocolos. "El
problema ha sido pensar que separar a un
bebé de su madre le brindaba riesgo cero,
algo que con esta pandemia no existe".
Paricio, por su parte,
considera "ineficaz" el aislamiento
de un miembro de la familia dentro de la
propia vivienda, ya que según él con
toda probabilidad todos los convivientes de
la casa habrán sido contagiados. "La
recomendación es poco realista. En la
mayoría de casas, especialmente en las
ciudades, no hay suficiente espacio para
mantener a una de las personas apartada. No
vivimos en palacios".
La también médica de familia,
pediatra de la Atención Primaria e IBCLC
Sarai de la Fuente Gelabert secunda que la
separación "pone en riesgo la instauración y
el mantenimiento de la propia lactancia", ya
que los
primeros momentos tras el parto son claves
para su buen desarrollo. "Las
consecuencias de una separación son
importantes, con lo cual si no se puede
cambiar, por la seguridad no solo individual
sino colectiva, habrá que volver a
revincular a la madre con su bebé cuando
puedan reunirse. Mientras, debe poder
extraerse leche para no tener problemas de
ingurgitación u obstrucciones mamarias y
mantener la producción láctea".
Estos problemas, con los que
se puede encontrar hoy cualquier madre
primeriza, se añaden a la dificultad para
encontrar apoyo presencial a causa del
confinamiento. LactApp, que desde que
comenzó el estado de alarma ha llegado a
triplicar las consultas recibidas, ha
detectado un aumento de las mastitis, una
dolencia que pueden sufrir las lactantes a
causa de la inflamación de la glándula
mamaria. Según Padró, las
barreras que se encuentran las mujeres para
acudir a grupos de lactancia y al
sistema sanitario, así como la falta de
información, pueden estar causando que
cuadros de síntomas que podrían haberse
detectado precozmente, evolucionen y
requieran más intervención. Baeza lo
constata. Estos días ha visto aumentar
"todas las dificultades" habituales:
mastitis, dolor, abandono... De la Fuente
incide además en que hoy las "madres
lactantes están esperando más para consultar
cosas que antes plantearían enseguida a su
comadrona, su pediatra o su consultora de
lactancia. Están aguantando situaciones que
no llegaban a evolucionar".
Ante ello, y para evitar que
las tasas de lactancia caigan en picado,
Baeza reclama facilitar las consultas
telefónicas y online. Si no se
cuenta con una red de apoyo consistente
puede haber consecuencias en
términos "de salud física, emocional
personal y de salud poblacional". Desde
Lactapp, Padró constata que las madres
tienen "mucha necesidad de poder preguntar"
y, aunque nada sustituye la atención
presencial, la tecnología brinda "nuevos
espacios colaborativos en los que encontrar
información y tranquilidad, así como un
contacto estrecho y seguimiento
personalizado".