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EXTINCIÓN DE DINOSAURIOS
El exceso de CO2 desató la extinción de los dinosaurios
Un estudio científico achaca la extinción masiva de
especies tras el impacto del meteorito Chicxulub en el Yucatán hace 66 millones
de años al cortocircuito que provocó en la cadena trófica la acidificación de la
zona superior de los océanos, de menor entidad que la que sufrirán los mares a
finales de este siglo si se mantienen las emisiones de CO2.
La científica Laia Alegret, con dos estudiantes en la cueva de Holanda./
Universidad de Zaragoza
Zaragoza, 31 de octubre 2019
EDUARDO BAYONA
"Si conocemos qué ocurrió en el Cretácico ¿qué es lo que
estamos haciendo ahora?" se pregunta Laia
Alegret, paleontóloga e investigadora de la Universidad de Zaragoza que
acaba de publicar, junto con científicos británicos, estadounidenses y alemanes,
una investigación cuyas conclusiones resultan tan reveladoras como inquietantes:
lo que provocó la extinción masiva de especies tras el impacto del meteorito
Chicxulub en la península de Yucatán hace 66 millones de años no fue, como
la comunidad académica daba por hecho hasta ahora, el apagón global de la
fotosíntesis por el oscurecimiento de la atmósfera que provocó la descomunal
polvareda sino una acidificación de los océanos similar a la que, de mantenerse
el actual ritmo de emisiones de CO2, se repetirá a finales de este siglo y que
entonces cortocircuitó la cadena trófica hasta acabar con el 70% de las
especies.
El artículo, publicado esta semana en la revista PNAS (Proceedings of the
National Academy of Sciences USA) y firmado por catorce científicos, supone una
llamada de atención al vertiginoso deterioro del planeta y, en especial,
al de los océanos, que generan la mitad del oxígeno de la atmósfera y absorben
un tercio del CO2.
"La paleontología es una
herramienta para conocer el funcionamiento del planeta y prever cómo puede
responder al proceso actual" de calentamiento global, explica Alegret, que
comenzó a investigar los microfósiles del fondo marino a finales de los
años 90, cuando preparó su tesis doctoral, en el inicio de una prolífica
trayectoria divulgadora.
Los foraminíferos del fondo
del mar
Los científicos llevan décadas
especulando con los efectos
del impacto del meteorito, entre los que desde los años 80 se da por sentada
la existencia de algunos como un descomunal tsunami, erupciones volcánicas,
incendios de escala planetaria, el oscurecimiento del planeta y la emisión de
varios gases nocivos: el ácido nítrico por la fricción del bólido con la
atmósfera, el ácido sulfúrico por la abundancia de yesos en el Yucatán y el CO2
(dióxido de carbono) por haberse producido el impacto en una plataforma
carbonatada.
Alegret lleva más de veinte años investigando sobre los microfósiles y los
efectos del impacto del asteroide. Universidad de Zaragoza
La
teoría más extendida hasta ahora, aunque no
aceptada de manera unánime en cuanto a las causas ni a los efectos, apuntaba
a que el oscurecimiento global impidió a las algas realizar la fotosíntesis y
provocó su muerte, lo que desencadenó la del resto de especies hasta acabar con
el 70% de las existentes.
Sin embargo, Alegret se
percató de un detalle sobre los foraminíferos, una especie de amebas acuáticas y
microscópicas, que cuestionaba esa teoría, la cual quedó en entredicho a partir
de la publicación de otro artículo
en PNAS en 2012: murieron las planctónicas, las que vivían en la superficie
del océano, mientras sobrevivían las benctónicas, que habitaban los
inhóspitos fondos marinos, sin apenas luz, con temperaturas de un grado y donde
apenas llega un 1% del alimento que se produce en la zona superior.
La extinción de los
dinosaurios
"La emisión de gases no fue
suficiente para afectar a toda la masa oceánica, pero sí a la superficial",
explica la paleontóloga, cuyo equipo achaca el desencadenamiento de la extinción
a "un proceso de acidificación provocado por la emisión de gases que afectó a la
zona superior de los océanos". Eso provocó la muerte de los foraminíferos
planctónicos y de las especies que se alimentaban de ellos, como los amonites,
una especie de calamar que medía entre 20 y 160 centímetros, y,
consecutivamente, de los que se comían a unos y otros, caso de grandes reptiles
marinos como los mosasaurios y
de los dinosaurios en general.
Alegret: "La emisión de gases no fue suficiente para
afectar a toda la masa oceánica"
Sin embargo, especies
emparentadas con los amonites que vivían más alejados de la superficie también
sobrevivieron. Estas, y otros organismos oportunistas, fueron después ocupando
el espacio que dejaban las que se iban extinguiendo. "La actividad orgánica
no cesó, solo cambió", matiza la investigadora.
Por otro lado, la
acidificación de un ambiente altera la fijación del carbonato cálcico en los
esqueletos de las especies que lo habitan, lo que, en este caso, también contribuyó
a acelerar la extinción: los foraminíferos planctónicos realizan la
fotosíntesis y poseen un caparazón calcáreo mientras los benctónicos, que
habitan a profundidades superiores al kilómetro, no transforman el CO2 en
oxígeno y sus conchas, en caso de tenerlas, son silíceas.
Lluvia ácida sobre el
planeta
Los investigadores dan por
hecho que el oscurecimiento global existió, aunque consideran que fue
"geológicamente instantáneo", lo que supone que pudo durar un máximo de dos
años. "Eso no era suficiente para causar esos efectos", señala Alegret, que
apunta, por otro lado, que algunas especies eran capaces de suspender su actividad
orgánica para recuperarla al cesar un evento de ese tipo, lo que habría
facilitado su supervivencia.
"Creemos que la producción
de ácidos comenzó inmediatamente después del impacto y que en los días
siguientes se produjo una intensa lluvia ácida" por todo el planeta, explica
la paleontóloga, que añade que, según se desprende de los miles de microfósiles
de la cueva de Geulhemmerberg (Holanda) que han estudiado, “la acidificación
duró entre cien y mil años” y las extinciones fueron “instantáneas en el plano
geológico".
El restablecimiento del
ecosistema tuvo un ritmo mucho más lento. "Comenzó a los 40.000 años, y los
valores previos no se alcanzaron hasta 60.000 años después", mientras que “la
recuperación de la vida y de las especies en el océano tardó varios cientos de
miles de años, hasta medio millón según algunos científicos”, señala, pese a
que la "rapidez" con la que resurgió el plancton .
Una acidificación más
intensa
El análisis de los
microfósiles holandeses, y de otras muestras procedentes de EEUU y de sondeos en
el Atlántico y el Pacífico, ha permitido obtener, según la Universidad de
Zaragoza, "la primera medida empírica sobre los mecanismos que
desencadenaron las extinciones" y provocaron el colapso ecológico de los océanos
hace 66 millones de años.
Paralelamente, esos
estudios también han aportado datos que apuntan a un inquietante futuro para
el planeta.
Así, los análisis
geoquímicos de las conchas de los foraminíferos apuntan a que a finales del
cretácico, coincidiendo con el impacto del meteorito, el ph de las aguas cayó
0,3 unidades mientras la presencia de CO2 en la atmósfera se disparó hasta
las 700 partes por millón (ppm).
Y, en la actualidad, las previsiones
del IPPC, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU,
apuntan a un descenso de hasta 0,5 unidades a finales de este siglo con las
emisiones de CO2 derivadas de actividades humanas como principal causa.
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