Demasiados
trámites para que Andrea tuviera una muerte digna
Los padres de la niña pedían algo que encaja sin problemas en una
ley ya vigente
Cada año unos 400 menores reciben atención paliativa sin que sus
casos trasciendan
Emilio de Benito Madrid
9 OCT 2015
Para conseguir que su hija muriera con la dignidad que ellos querían,
los padres de Andrea tuvieron que recorrer un periplo burocrático
excepcional: médicos del hospital, juez, comité de bioética, médicos y
juez otra vez. Ello ha hecho
de su reclamación algo especial. Pero no debería haber sido así.
O, al menos, los padres no tendrían que haberse visto forzados a ello
para conseguir que se tratara a la niña de 12 años como ellos querían.
"Cada año, las cuatro unidades de cuidados paliativos pediátricos de
España, las de Madrid, Barcelona, Baleares y Canarias, atienden a unos
350 o 400 niños en situaciones parecidas sin que trascienda", afirma
Álvaro Gándara, presidente de la Sociedad Española de Cuidados
Paliativos (Secpal).
El médico
no duda de que si en vez de los pediatras de una unidad de agudos
hubiera atendido a la niña una unidad especializada en paliativos,
esto no habría pasado. "Probablemente había que haber empezado a
limitar el esfuerzo terapéutico hace cuatro años, cuando ingresó con
una gran hemorragia", afirma Gándara.
El experto
en bioética Jacinto Bátiz, jefe del Área de Cuidados del Hospital San
Juan de Dios (Santurtzi, Bizkaia), afirma que "este tipo de casos
nos deben ayudar a reflexionar a la sociedad entera sobre la
necesidad de universalizar los cuidados paliativos en todos los
niveles asistenciales. Además de la universalización geográfica, creo
que también es necesario la universalización de actitudes paliativas
en todos los profesionales que atendemos a personas que se encuentran
al final de su vida".
El presidente de la Secpal opina que "la
Ley de Autonomía del Paciente, de 2002, cubre perfectamente estos
casos". El hecho de que haya una ley autonómica de muerte digna puede
ayudar, "aunque nunca puede estar por encima de la estatal", matiza.
"En vez de tanto hablar de leyes nacionales de muerte digna, lo que
hay que hacer es una ley de cuidados paliativos que asegure este
servicio, igual que no sería concebible que no todas las comunidades
tuvieran cardiología", añade.
Gándara no quiere entrar en considerar si
pudiera haber un sesgo en el comportamiento de los pediatras por sus
ideas. Bátiz cree que estas deben quedar al margen. "Quizá
interpretaron la ley un poco a su manera", afirma. "Los conflictos
éticos pueden ser diversos porque los cuidados paliativos tienen que
ver con la vida, la muerte, el sufrimiento, la fragilidad y la
vulnerabilidad. Se suelen resolver deliberando entre las personas
implicadas: el enfermo, la familia y el equipo asistencial y llegar a
una decisión que se encuentre dentro de la ley vigente y de la buena
práctica médica, pero siempre con el objetivo fundamental de resolver
el sufrimiento de la persona enferma", añade.
Bátiz, que
es también presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de
Médicos de Bizkaia (y miembro de la de la Organización Médica
Colegial, OMC), afirma que "teniendo en cuenta los datos que conocemos
a través de los distintos medios de comunicación, creo que los padres
lo único que han solicitado es evitar el sufrimiento de su hija. No
han pedido nada ilegal ni en límite de la ley". Además, Bátiz cree que
haría falta unificar criterios a la hora de definir los conceptos que
se usan en estos casos, y remite al documento
Atención médica al final de
la vida: conceptos y definiciones, que ha aprobado
recientemente la OMC.