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Contaminación y desarrollo infantil
La
contaminación ambiental tiene efectos igual de perniciosos sobre la infancia
que la pobreza
Una encuesta
reciente en 70 centros escolares sugiere que las familias están muy
preocupadas por este tema
Para proteger
el desarrollo infantil se tiene que limitar el tráfico rodado cerca de las
escuelas
Aina Gallego, 20 de junio 2021
En los últimos años, los estudios sobre los
efectos perjudiciales de la contaminación ambiental en el desarrollo de los
niños y niñas se han acumulado y la evidencia es muy concluyente. La
exposición a niveles elevados de micropartículas y gases como el dióxido de
nitrógeno tiene impactos negativos sobre el desarrollo cerebral (aquí,
aquí,
aquí,
aquí,
aquí), la atención y la memoria (aquí,
aquí,
aquí), la salud respiratoria (aquí,
aquí) y mental (aquí)
y el comportamiento (aquí)
de los menores. Incluso aumenta la probabilidad de llevar gafas (aquí)
y desarrollar obesidad (aquí).
Las metodologías de muchos de estos estudios son impecables. Por ejemplo, el
estudio BREATHE en Barcelona seleccionó 20 pares de escuelas muy parecidas
en cuanto a la renta y el nivel educativo de las familias, pero unas
ubicadas cerca de vías básicas de tráfico y otras en lugares con menos
contaminación y siguió las trayectorias de desarrollo de los niños y niñas
durante varios años. Los efectos de pasar de niveles bajos a altos de
contaminación son de magnitud alarmante. En muchos casos equivalen a haber
nacido en una familia de alto o bajo nivel socio-económico, uno de los
principales predictores del desarrollo infantil.
La contaminación ambiental es una causa
evitable de problemas significativos de desarrollo en la infancia. ¿Qué
podemos hacer? Mejorar la calidad del aire en las escuelas es una prioridad
razonable porque los niños y niñas pasan muchas horas ahí. Una cuestión
importante es de dónde provienen las partículas y gases más nocivos que
encontramos en los entornos escolares. Existen diferentes fuentes,
incluyendo la tiza, los arenales o los productos de limpieza, que sería muy
fácil abordar. Pero seguramente la intervención más significativa consiste
en reducir el tráfico rodado cerca de las escuelas y los caminos escolares (aquí,
aquí,
aquí).
Reducir el tráfico cerca de las escuelas es
una medida polémica porque implica reducir el tráfico en general. Para que
se tomen medidas en este sentido debe existir no sólo evidencia científica
de sus beneficios sino también una fuerte demanda social. Uno de los
colectivos que puede presionar a las administraciones para cambiar los
entornos escolares son los propios padres y madres. De hecho, en el último
año muchas asociaciones de familias articuladas entorno al movimiento de la
Revolta Escolar han cortado el tráfico a la salida de la escuela para
reclamar entornos escolares más seguros, silenciosos y limpios, pero es
difícil saber si existe una preocupación real entre las familias por esta
cuestión. No son pocos los niños y niñas que llegan en coche a la escuela y
por tanto quizás hay una mayoría silenciosa de familias que se opone a la
pacificación porque dificultaría el acceso a los colegios por transporte
privado.
¿En qué medida preocupa la contaminación en
los entornos escolares a las familias? ¿Qué medidas son más o menos
populares? Para aportar datos sobre esta cuestión, hemos realizado una
encuesta entre las escuelas que participan en las protestas de la Revolta
Escolar, a la que contestaron 4.450 familias de 70 escuelas en Barcelona y
otras ciudades de alrededor. La limitación principal de estos datos es que
provienen de una muestra urbana y autoseleccionada en el sentido de que se
distribuyó en escuelas donde hay activismo medio-ambiental. Pero la muestra
tiene dos fortalezas: su tamaño y que se trata de escuelas en las que se ha
producido este debate a raíz de los cortes de tráfico. Es un tipo de acción
que en ocasiones provoca una reacción contraria y por tanto son entornos en
que las opiniones sobre este tema están cristalizadas.
Encontramos en primer lugar que el 86% de
las personas encuestadas piensan que la contaminación ambiental alrededor de
su escuela es excesiva y el 79% considera excesivo también el ruido que
viene del tráfico rodado. El 80% piensa que los coches y motos van muy
rápidos alrededor de la escuela.
No parece que llegar en coche a la escuela
sea una necesidad acuciante en estos entornos urbanos: el 74% vive a menos
de 15 minutos caminando de la escuela y sólo el 11% de los padres y el 7% de
las madres lleva a los niños o niñas en transporte privado al menos una vez
por semana. De lejos, la forma de transporte más frecuente es ir andando. A
pesar de eso, la mayoría no se plantea que los niños o niñas vayan solos a
la escuela. El 80% considera que el camino a la escuela no es
suficientemente seguro para que un niño o niña de 8 años lo haga solo o en
grupo de menores no acompañado. Ello es significativo, porque desde un punto
de vista evolutivo los menores tienen suficiente autonomía para realizar
trayectos conocidos y cortos a esa edad.
Se ha preguntado también en la encuesta por
el apoyo a diferentes medidas concretas. Existe mucho apoyo (más del 90%) a
controlar los niveles de contaminación y ruido y reducir el tráfico en
calles adyacentes a la escuela. La medida concreta que menos apoyo suscita,
previsiblemente, es eliminar plazas de aparcamiento en los accesos a los
centros escolares, pero aún así el 77% la apoya. A pesar de los posibles
sesgos, los datos sugieren que existe una preocupación significativa entre
las familias por la contaminación y que el apoyo a medidas que las
administraciones intervengan es muy mayoritario. En todo caso, el estudio no
está cerrado, y escuelas interesadas pueden participar escribiendo a
enquestarevolta@gmail.com.
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