Tomado del blog de
Ileana Medina Hernández "Tenemos tetas"
http://www.tenemostetas.com/2014/10/hay-recetas-sencillas.html
14 de octubre de 2014
¿Hay recetas
sencillas?
José Antonio Marina, prestigioso filósofo español, junto a un
esperpento llamado Risto Mejide, por lo visto
defiende en la tele "el cachete (el golpe) en un ambiente de cariño"
en la educación de los niños. No
existe la violencia "en un ambiente de cariño", no existe la
violencia recomendable, existe si acaso la violencia a pesar de
nosotros mismos y de nuestras buenas intenciones, y como
consecuencia de nuestras violencias recibidas e interiorizadas.
Por Ileana Medina Hernández
A los niños no hay que castigarlos, a los niños no hay que esculpirlos
con cincel ni con golpes ni con órdenes, no hay que fabricar a
Galatea. Imaginaros que los padres y madres necesitáramos hacer
másteres en Educación para poder educar: "este tipo de castigo, sí,
este tipo no; este golpe sí, este poquito más allá, no; a esta hora
sí, a esta hora, no; esta frase, sí, esta frase, no". Eso no tendría
ningún sentido evolutivo ni práctico. Los niños vienen preparados para
ser mucho mejores de lo que podemos imaginar.
Tantas recetas educativas, conductistas, cognitivistas,
psicoanalistas, positivistas, humanistas, espiritualistas,
programadores neurolingüísticos, modelos neuropsicológicos
complejísimos, esquemas y muchos libros, puñetas... Todo eso puede
servir para intentar explicar los fenómenos desde un punto de vista
intelectual (a veces a trozos, como el elefante), pero no para criar
niños día a día. Si todo eso hiciera falta para construir un buen ser
humano ya nos habríamos extinguido (y estamos a punto de hacerlo).
En realidad la vida es mucho más sencilla, aunque, dado el caos
inverso de la humanidad, a veces nos resulta mucho más difícil:
-Sé tú la mejor persona que puedas ser, para que puedas ofrecerle el
entorno y el ejemplo mejor. La imitación es el primero y
quizás único vehículo educativo. Si quieres que lean, lee tú. Si
quieres que piensen, piensa tú. Si quieres que hagan deporte, haz
deportes tú. Si quieres que sean amables, sé amable tú. Si quieres que
escuchen, escucha tú. Si quieres que sean buenas personas, sé buena
persona tú. Ese ejemplo y ese entorno, intelectualmente estimulante y
emocionalmente feliz, es la tierra fértil que necesita
cualquier ser humano para crecer.

-Criarlos en la primera
infancia con crianza mamífera, ofreciendo amor y cuerpo
(ofrecer raíces, vínculos emocionales fuertes y nutricios). La
capacidad de amar se desarrolla siendo amado, la capacidad de respetar
se desarrolla siendo respetado. La etapa primal: vida intrauterina,
nacimiento, y primeros años de vida es una etapa crítica de formación
que necesita paz, presencia, amor, leche, sonrisas y cuerpo. La
capacidad de tomar las mejores decisiones se desarrolla sola
cuando no se rompe el saber innato que traen: los niños saben lo
que es el amor, que el amor es compañía y abrazo, y que eso es
seguridad. Cuando los "convencemos" de que, por ejemplo, dormir solo,
consolarse con una chupa o estar encerrado en un corral, en contra de
sus propios instintos, es algo "bueno", o de que un castigo puede ser
"por tu propio bien", le estamos rompiendo para siempre la capacidad
de distinguir entre el bien y el mal.
-Una vez lo anterior, dejarles libertad para ser, darles alas:
intentar no transmitirles nuestros miedos, confíar en ellos, respetar
su personalidad y criterios propios, su energía vital, su
creatividad, su fantasía, sus juegos. No utilizarlos para nuestros
propios fines, conscientes e inconscientes. Cultivar el contacto con
la naturaleza, tocar, experimentar. No tomarnos sus criterios como una
guerra contra nosotros. Reviso mis "no" diarios: la mayoría no hacen
falta para nada, y provienen de mi cansancio, de mis miedos, de mis
prejuicios, de mi egoísmo, o de mi necesidad de agradar a los demás.
No hay más. No hay recetas. A veces no lo logramos ni aún sabiéndonos
la teoría, nadie es perfecto, pero está bien tener claro hacia dónde
queremos tender. Ahí radica la pequeña diferencia.
Enlace relacionado,
analizando la postura de Marina en uno de sus libros:
La crianza con apego y la educación permisiva negligente
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