UN BUEN TRABAJO DE LA GUARDIA CIVIL LLENO DE DIFICULTADES POR
EL TIEMPO TRANSCURRIDO Y LA ÉPOCA EN QUE PROSPERÓ LA TRAMA DE VENTA DE BEBÉS.
MIRÉMOSLO POR ESE LADO Y NOS DOLERÁ UN POCO MENOS ASOMARNOS AL HEDOR DE LA
CLOACA DE UNA PEQUEÑA PARTE DEL CRIMEN ORGANIZADO DE "LA MEJOR" ESPAÑA
DE ENTONCES: MÉDICOS, MONJAS Y FAMILIAS DE CLASE MEDIA.
Las
redes
de compraventa de bebés que operaron en España hasta 1990 no solo se
aprovisionaban de recién nacidos en territorio nacional, también los importaban
del extranjero. La Guardia Civil ha descubierto ahora la existencia de un
entramado que captaba a parturientas en Marruecos y que, con base de
operaciones en Melilla, abastecía a matrimonios españoles deseosos de ser
padres. Buena parte de estos chiquillos fueron entregados a familias de la
Comunidad Valenciana, una región que ya antes aparecía como destinataria de
muchos de los recién nacidos robados.
La
Guardia Civil ha detectado 28 casos de lactantes procedentes de Marruecos que
fueron introducidos en Melilla y trasladados a la Península con documentación
falsa, simulando que eran hijos biológicos de los adoptantes. Algunos
de ellos habían nacido en Melilla y otros en Marruecos.
Los
implicados en la compraventa de recién nacidos realizaban distintos roles en
la trama: captadores, intermediarios, vendedores, compradores,
suministradores, médicos, comadronas... Había dos monjas relacionadas con
los hechos, de las que solo vive una.
Estas
personas obtenían los recién nacidos de diferentes formas. En ocasiones, en
la propia Melilla, donde contactaban con madres gestantes —prostitutas,
limpiadoras y mujeres de extracción humilde— que accedían a la entrega del
bebé bajo la promesa de una vida mejor para él o a cambio de dinero. En algún
caso, a estas parturientas, a las que alojaban en una especie de pisos-nido
hasta el parto, “les despacharon dándoles 3.000 pesetas (menos de 20
euros)”, según un responsable de la investigación.
La
Comunidad Valenciana era el destino de muchos de los chiquillos
La
Operación Oculta arrancó tras una denuncia general referida a 261 niños
robados interpuesta en enero de 2011 por la Asociación Nacional de Afectados
por Adopciones Irregulares (Anadir). No obstante, el punto de partida del
operativo fue una denuncia cursada el 25 de febrero de 2011 por el abogado
Enrique Vila en representación de dos niñas (hoy ya mujeres), que fueron
compradas por sendas familias de Ontinyent (Valencia).
Las
pesquisas de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla han aclarado
que 14 bebés fueron comprados en esa ciudad entre 1970 y 1980 por cantidades
que oscilaban entre 1.200 y los 6.000 euros.
A las 31
personas implicadas en la trama —entre ellas varios padres y madres adoptivos—
se les imputan delitos como suposición de parto, alteración de la
paternidad, detención ilegal o falsificación de documento. 12 de esas
personas —entre las que hay un médico y dos comadronas— han fallecido,
mientras que el resto son personas de edad avanzada.
Las niñas
eran más caras que los varones porque había más demanda
Un
matrimonio de Ontinyent era piedra angular de la red criminal: actuaba como
captador de familias que buscaban un bebé.
Los
implicados en la trama captaban a matrimonios estériles, que anhelaban ser
padres. Concertaban una cita con ellos y, a cambio de dinero, los llevaban a
Melilla. Una vez allí, les hacían entrega de un recién nacido, a la vez que
les ponían en contacto con un médico o una comadrona que, a cambio de 300
euros, les facilitaba un certificado de nacimiento haciendo constar falsamente
que la madre adoptante era la que había alumbrado a la criatura. Así
podrían inscribirlo en el Registro Civil.
Otro eslabón
importante de la cadena eran tres hermanas nacidas en Tetuán (Marruecos). Dos
de ellas residían en Melilla y la tercera en Marruecos, donde cambió su
nombre y apellidos. Esta última, que era la encargada de captar a jóvenes en
avanzado estado de gestación, era el enlace con dos auxiliares de enfermería
de los hospitales de Oujda y Nador.
Estas
empleadas hospitalarias fueron interrogadas hace varios meses por la policía
marroquí y admitieron que tenían conocimiento de la compraventa de 28 bebés
por parte de esta red. Las dos empleadas facilitaban la entrega y traslado a
Melilla de los bebés.
Catorce
personas han sido identificadas como víctimas, una de ellas madre gestante a
la que le quitaron su hijo recién nacido, siendo un total de 28 los casos de
niños lactantes objeto de la trama.
La Guardia
Civil ha identificado a 14 hombres y mujeres que fueron comprados por sus
padres adoptivos siendo bebés. La mayoría de ellos fueron llevados a
Valencia, y el resto a Málaga, Granada, Cuenca, Las Palmas y Palma de
Mallorca. Las niñas eran más caras que los niños simplemente porque eran más
demandadas por los padres adoptantes.
Una
de estas niñas, llamada María José, nació en Melilla y fue entregada a sus
padres adoptivos en un bar, con restos de sangre y envuelta
en una sábana. El matrimonio, de clase media, viajó desde
Valencia a Melilla y pagó 200.000 pesetas por ella. La denuncia de esta
mujer, que hoy tiene 33 años, fue clave en la Operación Oculta.