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Adictos al smartphone
Zombis del móvil
Expertos malagueños afirman que, cada vez más, somos dependientes de
nuestros teléfonos móviles
aida garcía
11.10.2015
La
necesidad de estar conectados constantemente puede constituir un
problema, y aunque no está reconocido como una adicción, preocupa
especialmente cuando se habla de menores, los denominados «nativos
digitales»
El niño está todo
el día pegado al móvil», se queja una madre al director del I.E.S Mare
Nostrum, José Luis González Vera, justo antes de que nos confiese ser un
tema de conversación habitual entre los progenitores del alumnado del
centro. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 21% de los
andaluces se considera adicto al móvil, un 2% que la media nacional. La
cifra sorprende. Pero cuando hablamos de niños, también preocupa.
La cuestión de si
es o no un problema social está siendo sometida a debate, y la evidencia
de que cada vez más padres piden atención psicológica para sus hijos
puede inclinar la balanza. Diversos estudios sostienen que la
integración de estos dispositivos en la vida diaria parece ser
inversamente proporcional a la edad, es decir, los nativos digitales
construyen sus primeras experiencias educativas y sociales sobre estas
plataformas, generando patrones de comportamiento y relación
desconocidos hasta el momento.
El tiempo que
dedicamos a «estar online» ha crecido de forma exponencial. La OCU
afirma que el 25% de los españoles tiene síntomas de estar enganchado a
la Red, y que el 38% de los nacidos a partir de los 80 pasan de media
más de 5 horas al día conectados a través de sus dispositivos móviles.
Aumenta la dependencia
España se consolida
como el país europeo con mayor penetración de smartphones y ya es el
cuarto a nivel mundial, solo por detrás de Singapur, Corea del Sur y
Noruega. Los datos del INE lo corroboran, el 96% de las familias
españolas tienen teléfono móvil, ya hay más líneas que personas (50
millones), y el 77% de los internautas acceden a Internet a través de
ellos.
Los estudios no
dejan lugar a dudas, Ditrendia informa de que el 100% de los internautas
españoles lo hace también desde sus smartphones y que el 90% de los
usuarios se conecta todos o casi todos los días. Para los jóvenes de
entre 18 y 24 años, mirar el teléfono constantemente se ha convertido en
una necesidad, mantener lo siempre cerca y encendido es indispensable.
El informe arroja que el 88% lo hace nada más despertase, en los cinco
primeros minutos después de haberse levantado o que el 95% de los
escolares en España tiene el móvil encendido en clase.
El director del instituto
malagueño afirma que las incidencias en los centros con los móviles
suelen ser frecuentes y que, aunque sea una cifra residual, al año se
pueden producir entre 8 o 9 expulsiones de alumnos como consecuencia de
su empleo en las aulas. Un uso que insiste está terminantemente
prohibido y que queda restringido al tiempo de recreo.
En su opinión, la
adicción a Internet se produce en las edades comprendidas entre los 13 y
los 17 años, y se basa fundamentalmente en la conexión constante a las
RR.SS. Algo que el profesor entiende como «un modo de seguir en la
pandilla cuando no hay presencia física». El móvil se convierte así, en
un elemento «imprescindible en sus vidas», por la inseguridad y
complejidad que caracterizan las relaciones de los chicos a estas
edades, circunscribiendo su uso exclusivamente a dichas redes. Es por
ello que cita a Whatsapp y a Facebook como a los protagonistas de esta
ciberadicción, que reconoce, en ocasiones, ser difícil de frenar.
María José Zoilo,
socia de Standby Consultores y profesora de psicología en la UMA,
reconoce que se convierte realmente en algo problemático cuando el móvil
«pasa a ser un castigo o un premio», que genera discusiones en el hogar,
atribuyéndole al aparato una importancia bastante más superior de la que
tiene. Por tanto, y según su teoría, los padres tienen parte de
responsabilidad en esta situación, y son ellos los que a menudo hacen un
uso abusivo de sus smartphones, generando inconscientemente pautas de
comportamiento erróneas.
«Muchas veces
consideramos los teléfonos como a niños pequeños, que están llorando, y
a los que hay que atender urgentemente», con ello la psicóloga pretende
explicarnos la sensación de «tengo que responder de forma inmediata»,
que experimentamos cada vez que suena nuestro móvil. No conocer el
contenido de ese mensaje provoca según la experta, una urgencia en el
individuo que hace que priorice la respuesta ante cualquier otra acción.
Una circunstancia que se ve agravada cuando el sujeto que la sufre es un
niño o adolescente. Así, las RR.SS se han constituido como «un mundo
aparte» donde la importancia del tema o asunto que se esté tratando
parece carecer de significado. La clave está en que «se espera de ti que
respondas», y si eso puede afectar a un adulto, resulta obvio que el
perjuicio sea mayor en los menores.
No obstante, Zoilo
señala que no hay ningún problema en ser adictos a estar conectados,
pero sí en el elevado tiempo que dedicamos a ello en detrimento de otras
actividades como pueden ser los estudios o la socialización. «Los padres
no prestamos atención al problema hasta que el móvil no pasa a ser un
apéndice más del cuerpo de nuestros hijos», dice. Una situación a la que
se llega paulatinamente, por lo que recomienda establecer unas pautas o
normas de conducta al respecto. Advierte de que «solo consultamos a los
psicólogos cuando algo falla, pero nunca de forma preventiva, y sería
importante hacerlo antes».
La adicción a las
tecnologías no suele ser un motivo de consulta exclusivo, pero es la
aparición de un conjunto de conductas anómalas la que desencadena la
posterior visita al profesional, y no al revés. Y es que, estar
continuamente conectado puede causar en los niños bajo rendimiento
académico, deterioro de las relaciones familiares, poca comunicación con
su entorno de iguales? Una serie de síntomas que, a veces, alertan a
padres y madres del verdadero problema: dedican tantas horas que les
acaba perjudicando en su vida cotidiana.
Sin embargo, el
educador de secundaria considera que es un asunto que ya está
prácticamente normalizado, y que ni mucho menos el uso de este utensilio
constituye una fuente nociva. «En mi niñez le tocó a la televisión ser
el demonio», defiende el profesor que sostiene no ver nada negativo en
las nuevas tecnologías.
Cuando en 2009 la
tecnología hizo posible establecer dicha conexión a la Red mediante,
seguro que no éramos conscientes de que unos años más tarde estaríamos
hablando de nomofobia o miedo a quedarse sin móvil, sin cobertura o sin
batería por la imposibilidad de estar conectado o localizable. La
aparición de nuevos términos como la 'whatsapitis' (adicción al uso del
Whatsapp), el phubbing (uso excesivo del smartphone) y la fomofobia (o
el miedo a estar desconectado) no dejan lugar a dudas. La creación de un
test por parte de la OCU, que permite averiguar el grado de dependencia
de tu teléfono, lo certifica. Además de otras consecuencias, como el
incremento de la miopía en los jóvenes, o asuntos mucho más graves como
que, según Mapfre, están involucrados en el 98% de los accidentes de
tráfico provocados por el peatón.
Lo convertimos en
parte de nosotros mismos, lo adoptamos como uno más de la familia,
focaliza todo nuestro tiempo y reforzamos constantemente su papel.
«Muchos adultos estamos igual y no nos damos cuenta», bromea Zoilo.
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