Diario Sur
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Nativos digitales
sobreestimulados
Los expertos no recomiendan
la exposición a las pantallas desde una edad temprana.
Psicología
Las nuevas tecnologías y las
redes sociales revolucionan la infancia de hoy creando niños más artificiales y
aislados de la sociedad
RUBÉN CAÑIZARES
Madrid
Domingo,
13 agosto
Un niño que no haya superado
los tres años de edad jugando con un smartphone o una tablet, ya sea en brazos
de sus padres, en el cochecito de paseo o en el vehículo familiar. Seguro que
les resulta muy familiar la escena. Y con razón. El mundo virtual en el que se
ha instalado la sociedad desde hace ya un tiempo va a más, y eso conlleva
cambios en todas las etapas de la vida. Cambios que, como es habitual, tienen
aristas positivas y negativas. En el caso de los más pequeños, las nuevas
tecnologías revolucionan su día a día como un apetitoso juguete que, según los
expertos, genera más perjuicio que beneficio. Y la bola no deja de crecer:
«Debemos proteger a los niños de los peligros que esconden estos nuevos hábitos
durante la infancia. En muchos casos las nuevas tecnologías están invadiendo sus
vidas y los niños deben aprender a convivir con un uso coherente de estas y de
los juegos tradicionales. No debemos crear cavernícolas, pero tampoco dementes
digitales», explica la psicóloga Alicia Banderas, autora de ‘Niños
sobreestimulados’ (Libros Cúpula), una guía de buenas prácticas para padres y
educadores en la era de la hiperestimulación e intoxicación tecnológica.
Para desarrollar la
inteligencia hay que tener espíritu crítico y deslizar el dedo por una pantalla
no genera conocimiento alguno
Las nuevas
tecnologías tienen una considerable cuota de influencia en el cerebro de los
niños. La exposición desde temprana edad a las pantallas de teléfonos
móviles y tabletas (u ordenadores) no es recomendada. De hecho, la Academia
Americana de Pediatría lo desaconseja y cree que es innecesario para los
niños de entre 0 y 3 años. Esta exposición a estímulos frenéticos y de
amplio impacto visual puede fomentar inatención y dificultades de
concentración. Y es que cuando los niños se entretienen a través de las
pantallas sacian su interés debido a esa sobreestimulación de su cerebro, lo
que hace que las cosas naturales dejen de ser gratificantes para ellos: «La
naturaleza va a un ritmo más lento que la tecnología. Salir al parque con
los padres, conversar con otros niños o hacer galletas con la abuela deja de
ser atractivo para los niños, que prefieren el smartphone o la tableta para
tener su dosis de entretenimiento cubierta», explica Alicia Banderas.
La experta,
especializada en educación y psicología infantil, pone el acento en el
aburrimiento. Una palabra con mala prensa pero fundamental en la educación y
el aprendizaje de los pequeños de la casa: «Las nuevas tecnologías provocan
que los niños no toleren el aburrimiento, y es muy importante que los niños
se aburran».
Cuando se
está descubriendo la vida es importante fomentar que los niños jueguen solos
y sin elementos externos, porque el conocimiento se origina desde dentro.
Hay numerosos estudios científicos que demuestran que la creatividad radica
en el juego libre: «El niño debe ser el protagonista de su propio juego, el
que descubra cosas nuevas y el que decida cómo y cuándo hacer una cosa u
otra. El pensamiento creativo es el que genera soluciones alternativas a un
problema, y esto es importante para enfrentarse a la vida. Para desarrollar
la inteligencia, hay que tener espíritu crítico. Deslizar el dedo índice
sobre una pantalla no genera conocimiento alguno. Los niños ni siquiera son
capaces de entender lo que le dice una pantalla de un smartphone o una
tablet», detalla Banderas.
Perjuicio para el futuro
Uno de los
principales daños colaterales de esta generación punto net es que los
adultos del mañana no sabrán empezar una tarea y acabarla, y eso a la larga
generará frustración, ya que este tipo de aprendizaje desemboca en un
incumplimiento de objetivos. Además, el abuso de las nuevas tecnologías
fomenta una lectura rápida y superficial que no se queda grabada en la
memoria, y si no grabas contenidos no puedes aprender. Y si no aprendes, no
evolucionas: «Hay que respetar el ritmo de aprendizaje de los niños y no
quemar etapas porque sí. Les estamos saturando desde una edad muy precoz y
el cerebro de un niño no es el mismo de un adulto. Necesita estar tranquilo
y no estresado».
Como explica Alicia Banderas, el cerebro de un pequeño no es una esponja.
Tiene su propio límite y no lo puede absorber todo. Los padres de hoy están
fomentando niños con alergia a la paciencia, la soledad y el aburrimiento, y
eso puede provocar aislamiento: «Los nativos digitales necesitan relaciones
offline, fuero del universo digital, para integrarse en la vida real. Hay
que detenerse y mirar lo que necesita un niño. En muchos casos, a nuestros
hijos se le apuntan a actividades extraescolares que ni saben lo que son,
cuando deberían ser ellos quienes nos dijeran qué quieren hacer. Un niño que
elige sus propias actividades irá descubriendo lo que le gusta y lo que no,
y eso generará motivación e inquietudes en su interior. Hay que permitir que
los niños aprendan por sí mismo lo que les gusta o lo que no. Decidiendo por
ellos y poniéndoles un trampolín hacia una infancia artificial y virtual no
es el mejor método», concluye Banderas.
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