Festejos crueles resisten gracias a
colectas vecinales para multas y lagunas legales
Natalia Junquera. Madrid 21 de
septiembre 2014.

Un participante en el torneo del Toro de la Vega clava su lanza
sobre Elegido, de 596 kilos, el pasado martes en Tordesillas. /
FERNANDO GARCÍA ARÉVALO (EL PAÍS)
Se llamaba
Chillerona y fue la última cabra en ser arrojada desde el
campanario de la iglesia en las fiestas de Manganeses de la
Polvorosa (Zamora). Le habían puesto ese nombre en honor
de Alfonso Chillerón, presidente de ANPBA, la asociación
ecologista que llevaba años batallando contra el festejo por
entender que, pese a ser recogido en una lona, el animal sufría un
estrés innecesario. Chillerona, que aterrizó en la manta
el 27 de enero de 2001, representa la resistencia de muchos
pueblos a renunciar en sus fiestas al maltrato animal, —el
lanzamiento de la cabra, prohibido por primera vez en 1992, tardó
una década en ser erradicado—, pero también el triunfo de la
presión ecologista y un cambio de mentalidad.
Ahora, desde
el campanario de Manganeses de la Polvorosa se arroja un peluche
(con forma de cabra) y desde 2009, el Toro de Coria (Cáceres) ya
no es acribillado a dardos por el público. Pero otras prácticas
similares, como el Toro de la vega (Tordesillas, Valladolid),
permanecen y el “calendario español de festejos crueles”, como lo
denomina el Observatorio de Justicia y Defensa Animal, ocupa todo
el año y gran parte del territorio nacional.
Grupos
ecologistas se quejan de una legislación dispar y sanciones poco
eficaces: en algunos pueblos, vecinos insumisos prefieren hacer
una colecta para pagar la correspondiente multa antes que
renunciar, por ejemplo, a lanzar una pava desde el campanario en
Cazalilla (Jaén), pese a que esta práctica también fue prohibida.
Luis Gilpérez,
vicepresidente de la Asociación Andaluza para la defensa de los
Animales, pide que se elevan las multas para dificultar que los
vecinos la paguen a escote y que los alcaldes hagan la vista
gorda. “La Junta pone siempre en Calzadilla la mínima sanción
prevista: 2.001 euros. El máximo son 30.000”.
La directora del
Observatorio Justicia y Defensa Animal, Nuria Menéndez, explica
que antes de presentar una denuncia siempre intentan negociar con
el regidor. “Pero muy pocas veces nos hacen caso”, explica.
“Incluso los que dicen estar de acuerdo nos confiesan que no
quieren ponerse al pueblo en contra. Esto quita votos”. En el caso
de Cazalilla, la asociación ha decidido cambiar de táctica. “El
año que viene denunciaremos a la autoridad eclesiástica”. La pava
se tira desde una iglesia. Y la mayoría de estos festejos son en
honor de santos o vírgenes.
Muchas de estas fiestas,
como el Toro de la Vega, han sido declaradas “de interés
turístico”. Los ecologistas denuncian que esa etiqueta es, en
realidad, una estrategia de “blindaje”. La orden ministerial que
reguló en 2006 esta distinción desestima las solicitudes si se
maltratan animales. “Pero eso solo afecta a las fiestas que lo
pidieron a partir de 2006, no antes”, lamenta Menéndez.
Izquierda Plural y PSOE
presentaron esta semana en el Congreso sendas proposiciones para
instar al Gobierno a aprobar una ley integral que erradique
definitivamente estas prácticas. “El grado de desarrollo de una
sociedad se mide también en su nivel de respeto a los animales”,
afirma a EL PAÍS el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. El
líder de los socialistas asegura que siempre ha estado en contra
del Toro de la Vega: "No solamente porque no me guste, sino porque
considero que nuestra sociedad debe avanzar en la garantía de la
protección, el respeto y la defensa de los animales". “No estamos
en contra de los festejos populares con animales, estamos a favor
de la protección de estos animales", añade. Para Sánchez, la
disparidad de criterios obliga a "armonizar" la legislación
existente: "Debemos evitar que festejos en los que un animal es
objeto de maltrato estén prohibidos en unas comunidades autónomas
y se permitan en otras", zanja.
Toro en el maletero de un coche
camino a un encierro en Carbajales de Alba (Zamora) /
Observatorio Justicia y Defensa
Animal
Silvia Barquero, Presidenta
del Partido Animalista PACMA, asegura que el calendario de
festejos crueles españoles es un caso “único en la Unión Europea”
y da “una pésima imagen de la Marca España”. Además de las ya
mencionadas, estas son otras de las fiestas polémicas que aún
resisten.
Toros de fuego,
arrojados al mar, enmaromados, perseguidos en todoterreno y
obligados a arrodillarse ante un santo. En noviembre, en
Medinaceli (Soria), una multitud ata el toro a un poste y le
coloca dos bolas de fuego en los cuernos. Luego sueltan al animal,
que pelea contra su propio fuego mientras el pueblo le hostiga. En
Denia (Alicante) y L'Ampolla (Baix Ebre) se celebran los bous a la
mar: persecución hasta que cae al agua y rescatarlos después con
una soga desde una embarcación. En Villapando (Zamora) se persigue
al toro en todoterreno, tractor, moto...En Benavente y Fornalutx
(Mallorca) prefieren atarle una soga de los cuernos y hacerle
correr mientras la multitud le golpea. En Ohanes (Almería) el toro
es atado y forzado a arrodillarse ocho veces ante un
santo...
Gansos decapitados. En Carpio del Tajo (Toledo) la fiesta
consiste en pasar a caballo por debajo de una cuerda con gansos
muertos. Gana quien más cabezas arranque. Hace años los animales
estaban vivos. Ocurría lo mismo en Lekeitio, con la única
diferencia de que los gansos se colgaban sobre el mar. Ahora, los
animales colocados también están muertos y este año, por primera
vez, han compartido cuerda con gansos de goma.
Lapidación de palomas.La Defensora del Pueblo, Soledad
Becerril, llama la atención en su informe anual sobre la peculiar
Semana Santa en Robledo de Chavela (Madrid), donde las palomas son
encerradas en vasijas que se rompen a pedradas.
Persecución de
patos. En Valdés (Asturias) y Sagunto (Valencia) se
sueltan patos al mar para que la gente los persiga hasta
capturarlos. Una sentencia de 2006 dio la razón a los ecologistas
en la Comunidad Valenciana. Tras años de multas, el Ayuntamiento
de Sagunto prohibió el maltato y contrató a un veterinario para
supervisar la prueba con los patos, pero como recuerda Becerril,
los reclamantes ven “insuficientes” esas medidas de control.
Luminarias.En
San Bartolomé de Pinares (Ávila) y Alosno (Huelva), caballos,
burros y mulos son obligados a saltar entre las llamas o caminar
sobre brasas candentes.
Arrastre de bueyes. En Erandio (Vizcaya) se considera
“deporte rural”. Consiste en poner a los bueyes a arrastrar
piedras. Dos murieron este verano por dopaje.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/19/actualidad/1411158144_404356.html