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Violencia machista. Sobrevivir a un padre maltratador
El 10,8% de los menores en España vive en entornos de
violencia machista, una situación con graves consecuencias para su
desarrollo futuro. Atenderlos es clave para prevenir la rueda que reproduce
la violencia.
Ni una menos, el lema
contra la violencia machista. AFP
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madrid
28/05/2017
LUCÍA VILLA
“Yo era muy pequeña, pero hay cosas que sí recuerdo. Mi
padre llegaba tarde, borracho, enfadado… y lo pagaba con mi madre. Un día me
empujó y bajé las escaleras llorando. Mi madre vino a por mí y le dije: “Mamá,
tengo miedo”. En ese momento abrió los ojos, cogió el coche y nos fuimos para
casa de mi abuela”.
Nerea es hija de la
supervivencia. Hasta los cuatro años estuvo expuesta a los insultos ymalos
tratos a los que su padre sometía a su madre. Tras la separación, era
ella quien los sufría directamente en los días en que le tocaba visita, por
orden de un juez. “Me encerraba en una habitación y pasaba el día sin comer.
Si intentaba escaparme me pegaba”, recuerda. Hasta que él murió, cuando
Nerea tenía nueve años. “Fue un alivio para nosotras, aunque me duela
decirlo porque es mi padre, pero los hechos son los hechos, y no puedes
cambiarlos. Fue cuando mi madre y yo pudimos empezar una nueva vida”.
Nerea tiene hoy 18 años y
es una de las diez jóvenes que este año han participado en un taller para
mujeres que crecieron
en un entorno con un padre conflictivo o violento, una iniciativa del
espacio de igualdad del Ayuntamiento de Madrid Hermanas Mirabal, en el
distrito de Tetuán. Allí, dos lunes al mes, -explica Alida Fombona, la
psicóloga que ha coordinado el taller- comparten sus historias y sus
malestares, para entender cómo esas vivencias pasadas les afectan ahora.
“No podemos ver sólo el daño que sucede en el momento concreto de la
violencia, sino también qué pasa con esos hijos e hijas en el futuro, y cómo
podemos trabajar para prevenir”, señala.
Prevenir es clave, porque
según datos de la Fundación IRES, el
48% de los niños que vive en hogares con padres violentos reproduce esa
violencia. Las niñas, por su parte, son más propicias a adoptar
conductas de sumisión y obediencia, y un trato deferente en las relaciones
de pareja, según advierten varias investigaciones en España sobre el tema.
“La violencia afecta a su
ideología. Si vives en un entorno donde se menosprecia a las mujeres y donde
tu madre no tiene autoridad, tu autoestima se va a ver afectada. Si te
identificas con tu padre, es probable que reproduzcas la ideología de
género”, dice Fombona.
el 48% de los niños que vive en hogares con padres violentos reproduce esa
violencia
Detrás de estas conductas
se esconde un reguero de secuelas. Los daños a corto, medio y largo plazo de
la exposición a la violencia machista son graves, independientemente de si
esa violencia es directa o no. Vivir en un ambiente donde se maltrata a sus
madres impacta
sobre su desarrollo psicológico y emocional. Los estudios
internacionales que existen revelan que estos niños presentan tasas elevadas
de ansiedad, depresión, somatizaciones, problemas de conducta y agresión,
culpabilidad, baja autoestima, falta de atención, problemas cognitivos y de
relaciones interpersonales. Además, entre un 13% y un 50% sufren Trastorno
por Estrés Postraumático.
Según las conclusiones de una
investigación del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad con
hijos e hijas de mujeres víctimas de la violencia de género publicada en
2015, las secuelas psicológicas que sufren estos menores son comparables a
las del maltrato infantil directo. En el estudio, realizado con 160 menores
de entre 6 y 17 años, se detectó que el 37,9%
había sufrido maltrato físico y el 79,7% maltrato psicológico. La
consecuencia es que el 99,4% de ellos presentaron alguna alteración
psicológica al menos leve y el 80,6% al menos una alteración psicológica
moderada o grave.
El 10,8% de los menores en España vive en entornos de violencia machista
“No puedo estar sola o
dormir sola, ir por la calle sola, desconfío mucho de la gente. Por eso
necesito llevar a cabo este proyecto, desahogarme con gente que haya pasado
por esto. Nunca he podido hablarlo con nadie. Es
algo que la gente no suele ir diciendo por ahí: mi padre era un maltratador”,
explica Nerea, que también perdió a su madre a causa de una enfermedad años
después de la separación.
Víctimas invisibles
Pese a todo, la
consideración por parte de las administraciones hacia estos menores ha sido
casi inexistente. Son víctimas invisibles, como señala el propio título de
la investigación del Ministerio. Hasta el cambio legislativo de 2015, ni
siquiera eran tenidos en cuenta como víctimas. Sólo Andalucía, que desde
2009 ofrece atención psicológica a los menores huérfanos de la violencia de
género, les daba esta consideración desde años antes. A principios de 2017,
además, el Instituto Andaluz de la Mujer puso en marchaun
plan de choque de urgencia con 42 profesionales que
atienden a los menores en las primeras 24 horas para minimizar el impacto
emocional en el caso de niños
y niñas cuyas madres han sido asesinadas.
Fombona reconoce que en el
caso de Madrid se han empezado a destinar recursos específicos para estos
casos desde hace sólo cuatro o cinco años.
Y eso que entre 2013 y
2017, en España han quedado huérfanos
más de 160 menorespor esta causa, pero los que sufren la violencia día a
día son muchos más. Según la última Macroencuesta
sobre violencia de género (2015), el 10,8% de los menores en España vive
en un hogar donde se ejerce violencia psicológica hacia sus madres; y el
2,4% en uno donde se ejerce violencia física. En el 52,2% de los domicilios
donde se maltrata físicamente a una mujer viven niños.
Entre 2013 y 2017, en España han quedado huérfanos más de 160 menores por el
machismo
Pero no sólo eso. El 63,3%
de las mujeres afirma que sus hijos e hijas presenciaron alguna de las
situaciones de violencia y un porcentaje similar, el
64,2%, sufrieron a su vez violencia de los agresores de sus madres. En
ocasiones, como ocurrió a principios de mayo con un
menor de 11 años durante el régimen de visitas en A Coruña, son también
asesinados por sus padres.
“Los agresores saben
perfectamente que una de las maneras de dañar a las mujeres es dañando a los
menores, o rompiendo la relación de estos con sus madres. A veces dañan al
niño siendo negligentes en los cuidados, o no devuelven a los niños a su
hora tras una separación, o hablan mal de la madre delante de ellos. Otras
veces el
padre les manipula para que vigilen a su madre, o para que entren dentro
de los insultos. Son utilizados por su padre, al que también tienen miedo”,
dice Fombona.
Maltratar a la madre también es maltratar al menor, en el sentido en el que
mermas su capacidad cuidadora
En el caso de los hijos,
además, muchas veces el maltrato es doble: primero, por la violencia
psicológica o física que directamente se ejerce contra ellos; y segundo, por
la imposibilidad de las madres, que están dañadas, de poder protegerles.
“Maltratar a la madre también es maltratar al menor, en el sentido en el que
mermas su capacidad cuidadora”, señala Fombona, que advierte de que en
situaciones así el juicio social recae directamente sobre las mujeres. “No
podemos juzgar a una madre maltratada por no proteger a su hijo”.
Nerea, lejos de culparla, habla de su madre como su “salvadora”. “Siempre me
sentí apoyada por mi madre, aunque no estuviera cerca. Fue
mi salvadora y su propia salvadora. Sin ella no sería tal y como soy
ahora. Lo ha sido todo y lo será todo”. |