Una
madre dejó morir de hambre a 9 bebés y los enterró en macetas que puso
en su balcón.
El
caso consternó en 2005 a un país especialmente orgulloso de su
desarrollo. Un nuevo libro desnuda ahora en toda su crudeza el drama
del maltrato infantil en Alemania."El maltrato infantil no es una
rara excepción en nuestra sociedad. Se produce cientos de veces
todos los días", escriben Michael Tsokos y Saskia Guddat en "Deutschland
misshandelt seine Kinder" (Alemania maltrata a sus niños), un
detallado estudio sobre la violencia diaria que sufren cientos de
miles de niños en la primera potencia europea, su dimensión y sus
causas.
Tsokos y Guddat conocen el tema de primera mano. Como médicos
forenses de la prestigiosa clínica universitaria Charité de Berlín,
se dieron cuenta de que día a día chocaban con casos menos
mediáticos que el de los bebés enterrados en macetas, pero igual de
escalofriantes y preocupantes. Y decidieron contarlo.
Su
alegato de 250 páginas está salpicado por un catálogo de
perversiones perpetradas en la mayoría de los casos por los propios
padres: bebés y niños quemados con cigarrillos, pisoteados,
arrojados por el balcón, mordidos, fracturados, sumergidos en
bañeras con agua hirviendo o abandonados a la falta de higiene, el
hambre o el frío. Muchos de ellos no sobreviven a la experiencia.
Las
cifras dejaron perpleja a la opinión pública de un país rico y con
altas tasas de educación: en 2012 murieron unos 170 niños en
Alemania como consecuencia de malos tratos. Es decir, más de tres
por semana.
Las
autoridades quitaron ese año alrededor de 40.200 niños a sus
familias por ser víctimas de violencia o negligencia, el doble que
en 2007. El libro calcula que cada año hay más de 200.000 niños
maltratados en el país.
Lo
más preocupante es que "esos datos sólo son la punta del iceberg",
explica a la agencia dpa Rudi Tarneden, experto del Fondo de las
Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Y
es que "la violencia contra los niños suele ser invisible y no se
controla de forma sistemática. Muchos casos de niños atendidos o de
muertes raras no se relacionan nunca con el hecho de que hayan
padecido maltratos, hambre o falta de atención", añade Tarneden.
Ese
silenciamiento y la falta de criterios globales únicos sobre qué es
maltrato infantil hacen casi imposible trazar comparaciones a nivel
internacional. Sin embargo, existen algunas estadísticas que
reflejan tendencias generales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el año 2000
fueron asesinados unos 57.000 niños menores de 15 años en todo el
mundo. La tasa de maltratos a menores de cinco años seguidos de
muerte en países industrializados ronda en 2,2 cada 100.000 para los
niños y 1,8 para las niñas. Los países en desarrollo duplican o
triplican el dato (6,1 para niños y 5,1 para niñas).
Un
informe elaborado por Unicef en 2003 para miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
indica que un reducido grupo de países como España, Italia, Irlanda
y Grecia apenas registran muertes por maltratos. Por el contrario,
Estados Unidos, México, Portugal y Francia lideran la estadística.
Alemania se encuentra cerca del promedio europeo general. Las
condiciones que rodean el maltrato coinciden con las de otros
países, según el detallado análisis de Tsokos y Guddat.
Los
forenses explican por ejemplo que el entorno más frecuente del
maltrato es una familia de capas sociales bajas y con padres muy
jóvenes, solos, marginados, adictos o con problemas psíquicos. Pero
también advierten que el fenómeno impregna toda la gama social y se
da "en pobres y ricos, en barrios residenciales y en conflictivos,
en familias sin educación y en familias académicas".
El
libro explica que los bebes y niños de hasta cuatro años corren el
mayor riesgo de maltrato. Las consecuencias, según los expertos, van
mucho más allá de lo físico: muchos sufren de mayores problemas
psíquicos, tendencias suicidas o alteraciones sociales. Y son firmes
candidatos a perpetrar el maltrato cuando se convierten en padres.
En
sus capítulos más polémicos, Tsokos y Guddat se preguntan por los
responsables últimos del maltrato y arremeten sin tapujos contra el
sistema social alemán, los médicos o los funcionarios judiciales.
Pero también contra una ciudadanía que mira hacia otro lado y una
sociedad en la que, aseguran, "hasta los animales tienen más
protección que los niños".
La
obra fue celebrada por unos expertos y criticada como populista y
parcial por otros. Pero más allá de la polémica, ya tuvo sus
consecuencias concretas: un líder del partido de la canciller Angela
Merkel propuso instaurar un "permiso de paternidad" y cursos
obligatorios que preparen a los futuros progenitores para las tareas
que afrontarán.
"Por lo general, el maltrato infantil no refleja 'tendencias
sádicas', sino que es resultado de padres desbordados", señaló Kai
Wegner, diputado de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y secretario
general del partido en Berlín. La idea no gusta a todos, pero
refleja la preocupación de Alemania por resolver cuanto antes el
drama que Tsokos definió en una frase: "Las personas más peligrosas
para un niño son sus padres".