https://elpais.com/sociedad/2019/03/12/actualidad/1552411414_998548.html
Los perros no juzgarán a tu hijo
La terapia con animales
amaestrados ayuda a menores traumatizados por la violencia machista
Un niño llega a los juzgados de
Betanzos junto a una terapeuta y la perra Venus en una imagen simulada.
Hay un episodio de su vida profesional que el juez
Roberto Barba no logra borrar de su cabeza. Frente a él, un niño de 11 años
que solo podía llorar y gritar, incapaz de articular palabra. Su madre había
denunciado por malos tratos a su padre y los dos, allí presentes,
presionaban al pequeño hasta tal extremo que su señoría estalló. “A ese crío
le quedarán secuelas para toda la vida porque tiene un padre que no tengo
adjetivos para calificar y que conserva la patria potestad”, apunta el
titular del juzgado de violencia contra la mujer de Betanzos (A Coruña), un
partido judicial formado por 17 municipios y en el que se presentan 150
denuncias anuales por este tipo de delitos. “Siempre nos dicen que nosotros
vemos lo peor, pero no
es lo peor, es lo que hay. Esa familia podría vivir en el piso de abajo
de cualquiera de nosotros”.
Tres perros llamados Venus, Bosco y Pot trabajan
desde hace año y medio en esta comarca gallega para intentar aliviar la
conmoción de los pequeños a los que la violencia machista se les ha metido
en casa. Son críos “con un nivel de frustración elevado y la autoestima por
los suelos” a los que los animales ayudarán también a contar ante la
justicia lo que han presenciado y qué quieren hacer con sus vidas. Se trata
de un proyecto piloto de la Fundación María José Jove que
es pionero en España y en el que participan, además de los juzgados de
Betanzos de los que Barba es decano, el Centro de Información a la Mujer (CIM)
del Ayuntamiento de Curtis, la Asociación pola Igualdade e a Coeducación (Apico)
y la Guardia Civil.
Son 11 los menores que reciben actualmente esta
terapia canina con la que se preparan para, cuando llegue el momento, acudir
a los juzgados acompañados de Venus, Bosco y Pot. Estos perros, elegidos
desde cachorros para que puedan ser afines a niños con distintas
necesidades, tienen la habilidad de conectar con su mundo y hacerles hablar.
La clave está en que “no los juzgan”. “El perro lo que hace es acercarse a
él mediante el juego y ser su amigo; estos pequeños necesitan a alguien que
no les juzgue cuando hablen, que no ejerza represalias y no les riña, que
solo los escuche”, explica Lucía Lombardía, terapeuta ocupacional del
proyecto.
Se trata de un trabajo muy delicado, porque la
terapia no puede influir en el testimonio de los menores. “La intervención
tiene que ser objetiva”, recalca Natalia Vázquez, del CIM de Curtis, donde
nació el proyecto. Ella y la terapeuta recuerdan el caso de una niña que
llegó a una de las sesiones muy contenta porque su padre iba a ser
encarcelado. Justificó su alegría con algo que nunca había contado y que les
impactó: había
visto al denunciado intentar acuchillar a su madre varias veces.
Lombardía transmitió el episodio a Vázquez, quien recogió “de manera
literal” lo dicho por la menor en un informe que remitió al juzgado. Ese
dato puede llevar al juez, por ejemplo, a cancelar las visitas del
progenitor a su hija, explican.
Representantes de las entidades participantes en
el proyecto con Pot, Bosco y Venus. ó. corral
Los niños podrán elegir al colega de cuatro patas con
el que mejores migas hagan para que los acompañe a los juzgados de Betanzos
a declarar ante el juez Barba. El cariño que les da el animal les hará más
llevadero su paso por esas frías salas judiciales a las que, en muchas
ocasiones, los menores tienen que sentarse varias veces hasta que logran
romper el bloqueo emocional y verbalizan su historia.
A partir de los ocho años de edad, la legislación
permite que los jueces exploren a los críos golpeados por la violencia de
género, custodios de una información vital no solo sobre las agresiones a su
madre sino también sobre el régimen de custodia y visitas que la justicia
debe determinar. Es tal el grado de dependencia emocional de las
denunciantes con su presunto agresor, explica la técnico del CIM de Curtis,
que la gran mayoría de las denunciantes “lo protege” declarando que es “buen
padre”. Es lo que ocurre en el 80% de los casos, afirma el juez Barba, por
lo que el progenitor reclama las visitas, la madre no se opone pero el niño
sí. Es fundamental romper el silencio del pequeño para acertar en la
decisión. “Yo necesito información, que el niño colabore conmigo, pero no
soy técnico y puedo hacerlo mal”, explica Barba. Lo que se pretende, apunta
la terapeuta del proyecto, es “empoderar” al crío, que “tenga libertad de
opinar y elegir”.
La Guardia Civil tiene su papel. Los agentes serán
los encargados de informar a las mujeres denunciantes de que existe esta
terapia para sus hijos. Dada la “situación traumática y estresante” en la
que se encuentran estas madres, los guardias deberán esforzarse en “generar
confianza”. “Tenemos que ser didácticos y hacerles ver que para los niños
todo será así menos traumático”, explica el coronel Francisco Javier
Jambrina, jefe de la Comandancia de A Coruña.
No es la primera experiencia de la Fundación
María José Jove con las habilidades y beneficios terapéuticos de los
perros. Desde hace años la entidad utiliza a estos animales para aliviar la
espera en el hospital materno-infantil de A Coruña de los niños que son
tratados por una patología del espectro autista. Su presidenta, Felipa Jove,
recuerda cómo algunos pequeños que no articulaban palabra han llegado a
hablar con los canes después de varios días interaccionando con ellos. “Hay
profesoras que han llegado a ir al hospital porque el niño no hablaba nada
en clase y no se lo creían”, relata Jove, quien confía en el éxito del
proyecto piloto con víctimas de violencia machista para “mejorar la calidad
de vida” de los menores, uno de los fines de la fundación: “Ojalá se pueda
extender a otros municipios, ¡ojalá nos copien!”.
Bosco es un superviviente
S. V.
Alguno de los perros terapeutas de este proyecto es
también un superviviente de la violencia. Bosco fue abandonado con solo seis
meses de vida y después de estar tiempo encadenado “con la excusa de que era
agresivo”. La realidad es que el tranquilo carácter de este mestizo de braco
lo convierte en el compañero ideal para niños que precisan ese bálsamo.
Venus, una perra de agua de nueve años, es pionera
dentro de los de su raza en ayudar a sanar a personas. Ella es la más
proactiva, la que busca el contacto con más insistencia, describe su
adiestrador, Adrián Paredes, mientras que Pot, que sufre una discapacidad
visual, se muestra como el más juguetón. “El proyecto busca una vinculación
de los perros con el niño, a diferencia de otros que hay en España y que son
solo de acompañamiento”, explica este educador canino, que ya busca más
perros con caracteres diferentes para ampliar el abanico.
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