El crimen de la niña onubense Mari Luz ha vuelto a
encender el debate sobre los abusos sexuales a menores y su protección
frente a los pederastas. Las cifras estimativas sobre la comisión de estos
delitos es aterradora. Un estudio elaborado en el año 96 por el catedrático
de la Universidad de Salamanca Félix López alerta de que casi dos de cada
diez pequeños los padecen (un 15,2% de los niños y un 22,7 de las niñas).
La Asociación Pro derechos del Niño (Prodeni) ha extrapolado esos datos y
los ha cruzado con los del padrón de todas las provincias. El resultado es
que en Alicante habría 45.604 posibles casos.
¿Es exagerado ese cálculo? «No. Es un trabajo muy serio y bien
fundamentado. Los datos son parecidos a los que se manejan en otros países»,
responde María Pérez Conchillo, psicóloga de currículum abrumador y una
de las voces más autorizadas en esta materia.
Esta especialista dirige el Servicio de Atención Psicológica a Menores Víctimas
de Abusos y menores Agresores de la Conselleria de Bienestar Social a través
del concierto con el Instituto de Psicología, Sexología y Medicina Espill.
En él recibieron tratamiento el pasado año 445 menores, 197 de ellos
procedentes de Alicante. «Es el delito oculto. La mayoría de los casos
queda en el anonimato porque las víctimas no se atreven a hablar. Lo que
vemos es la vértice de la pirámide, los asuntos que llegan a juicio»,
explica a La Verdad.
Los expertos consideran fundamental una detección precoz del problema para
poder minimizar las consecuencias psicológicas en la víctima. Pérez
Conchillo ha visto y tratado a muchos hombres y mujeres de 40, 50 y 60 años
que han padecido abusos en su infancia y no lo habían superado. Las
secuelas pueden quedar para toda la vida. Depresión, ansiedad, baja
autoestima, problemas en las relaciones afectivas y sexuales suelen ser las
más corrientes.
Muchas veces, la falta de sueño y de hambre o el cambio repentino de humor
o del carácter pueden significar un síntoma de esa situación de abuso.
También la reproducción de una actitud sexual que no se corresponde con la
edad. En todo caso, no hay un indicador psicológico específico que ponga
ni pruebas físicas porque la mayoría de estos ataques son tocamientos, «que
no dejan huella», señala la psicóloga.
Al contrario de lo que se cree, tampoco existe un perfil estándar, ni en
las víctimas ni en los abusadores. El fenómeno afecta por igual a todas
las clases sociales.
La Generalitat es pionera en los recursos públicos para tratar esta problemática.
Al servicio específico de la Conselleria se une el teléfono gratuito
InfoAbu (902 222 245) de información y asesoramiento. Un tercio de las 221
llamadas recibidas en el 2007 presentaba evidencias de abusos. Un 45% de las
víctimas eran niños de entre 3 y 7 años. En el 32% de los casos las
sospechas recaían sobre el padre y en un 87% de las ocasiones fueron las
madres quienes alertaban a la Conselleria.
EN BREVE
Prevalencia: se calcula que un 15,2% de los niños
y un 22,7% de las niñas padece abusos sexuales, la mayoría en su entorno
familiar.
Perfil: un 45% de las llamadas recibidas en el teléfono InfoAbu se
refería a pequeños de entre 3 y 7 años.
Agresor: en un 32% de las veces las sospechas recaían sobre el
padre y sólo en un 4% en desconocidos.