PRODENI
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CARTA A LOS OBISPOS REMITIDO
A LA PRESIDENCIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
ESPAÑOLA
Málaga, 29 de Marzo
2004.
JUAN PEDRO OLIVER JIMÉNEZ, Presidente de la
Asociación PRODENI (Pro Derechos del Niño y la Niña), de ámbito nacional,
con domicilio social en Málaga, c/ Huerto del Conde, 19, 1º, ante la
Presidencia de la Conferencia Episcopal Española, con relación a la
sentencia del Tribunal Supremo condenatoria de un sacerdote de la provincia de
Jaén por abusos sexuales a un menor, quiere manifestar lo siguiente: Que a mí personalmente y a los miembros de la
asociación que represento nos causa pena y dolor la reiterada postura de la
Iglesia en España, y más en
concreto, de algunos Obispos, de encubrir, justificar o, de alguna manera,
amparar actitudes de sacerdotes acusados de abusar sexualmente de menores,
incluso con condenas firmes, como es el caso reciente de la provincia de
Jaén. Que ahora en Jaén, pero también en Madrid,
Córdoba o Galicia, se está dando el mismo ejemplo de amparo episcopal a
sacerdotes procesados, o, en su caso condenados por pederastia, incluso con
descalificación o desprecio de las víctimas o de quienes las apoyan,
evitando condena moral alguna para los abusadores,
a quienes el manto protector de la Iglesia les cubre hasta cuando se
producen sentencias firmes e inapelables, dejando en el abandono y desamparo
más absolutos a los menores víctimas y a sus familias, hijos también de la
Iglesia, pues en la mayoría de los casos ejercían como monaguillos. Que, de todo lo anterior puedo dar buena cuenta,
pues al ejercer yo de letrado en la acusación particular contra un sacerdote
pederasta en la provincia de Granada (Aldeire), que fue condenado en 2001 a un
año y medio de prisión, y luego ratificado por la Audiencia Provincial,
pude comprobar la actitud de la jerarquía católica de la provincia,
cuando el Obispo de Guadix – Baza, defendiendo a toda costa la honorabilidad
del sacerdote intentó sin éxito, durante
la instrucción del sumario, que el decano del Colegio de Abogados de Granada
me apartara del caso, para lo que solicitó incluso la apertura de un
expediente disciplinario. Que, ante semejante estado de cosas, no nos queda
más remedio que censurar o criticar la actitud de la Jerarquía Eclesiástica
de ocultar los hechos tras las denuncias de sacerdotes que abusan de niños o
niñas, pues entendemos que la Iglesia como defensora de valores morales tiene
que predicar con el ejemplo y dejar de encubrir y disculpar a sacerdotes ante
un presunto delito, o sentencia firme, y tiene que colaborar con la justicia. Que esa actitud que nos vemos obligados a criticar y a condenar no se corresponde en nada con los principios y ejemplos dictados por Jesús de Nazaret, pues en Mateo 18,6 aparece la siguiente maldición: "Al
que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le
cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que
mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar".
Evidentemente,
nada que ver con la postura de apoyo y comprensión que están mostrando los
Obispos para los sacerdotes abusadores de niños. ¿O los abusos sexuales a
niños a manos de quienes tienen que dar ejemplo y enseñanza
no son motivo de escándalo y de condena, en mayor medida por venir de
sacerdotes consagrados?. Que por eso entendemos que la Iglesia no piensa en
el interés de los menores, como exige su Maestro, y se comporta a la
defensiva, como si la sociedad estuviese demonizando a la Institución, cuando
lo que se está denunciando es a personas concretas y no a la Institución. Que, según nuestro criterio, la Iglesia en España
debería enfrentarse al problema como lo ha hecho recientemente la jerarquía
eclesial en los Estados Unidos, al haber abierto las ventanas para ver lo que
está ocurriendo y haber reconocido la lacra de la pederastia en un gran
número de sus sacerdotes, pidiendo perdón a la sociedad, pues de no hacerlo
así y a la luz de las denuncias que irán, sin duda, apareciendo, y
consiguientes condenas judiciales contra sacerdotes pederastas, la actitud de
los Obispos, creará más confusión y escándalo y llenará de vergüenza y
oprobio a la institución. Que a la luz de lo expuesto esperamos de la
jerarquía eclesial española un cambio radical en su postura de apoyo,
comprensión, y, en su caso, encubrimiento, de sacerdotes que abusan de niños
y niñas, y mayor comprensión y apoyo a las víctimas, pidiendo perdón por
todos los daños producidos.
En Málaga, a 30 de
Marzo del 2004. |