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Viaje a la mente de un depredador sexual
La ilustradora de origen serbio
Nina Bunjevac se sumerge en 'Bezimena' en la mente de un violador. Lo hace a
caballo entre la novela gráfica y el álbum ilustrado, con un libro perturbador
disfrazado de fantasía erótica.
La mirada
perturbada del joven Benny.- RESERVOIR BOOKS
MADRID
10/09/2019JUAN LOSA
Benny fue un niño muy deseado.
Nació en la época de entreguerras en el seno de una familia burguesa y contó
con una buena educación. Ya en la escuela dio muestras de una mente lasciva.
Su insaciable onanismo y la inquietud con la que acostumbraba a mirar
a sus compañeras, le fueron convirtiendo en un apestado social, un tipo en
los márgenes que a duras penas podía contener el continuo fluir de un
psique perversa. Benny era lo que viene siendo un perturbado.
La cosa no mejoró y, pasado el
tiempo, Benny terminaría por convertirse en lo que ya auguraba desde su más
tierna infancia; un depredador sexual capaz de violar y asesinar a tres
adolescentes. Por suerte estamos ante un personaje de ficción, un hombre
enfermo modelado por la reconocida ilustradora de origen serbio Nina
Bunjevac. Un hombre incapaz de discernir entre la realidad que le rodea
y sus pérfidas fantasías.
Benny es el protagonista de Bezimena (Reservoir
Books), un libro radical que se sumerge en los mecanismos de enajenación del
agresor sexual; ese instante en el que un tipo se instala en su cabeza y
renuncia a la realidad. Un billete de ida hacia el delirio que Bunjevac
conoce bien. No en vano la autora fue víctima de dos agresiones sexuales en
su adolescencia cuyo trauma aflora en este páginas.
'Bezimena', de
Nina Bunjevac.- RESERVOIR BOOKS Una de ellas, tal
y como explica Nina en el epílogo del libro, "ocurrió de la mano de un hombre a
quien admiraba y en quien confiaba, un hombre que debía protegerme.
Fue este incidente el que me marcó de por vida y me hundió en la oscuridad
durante muchos años". El arte, afortunadamente, acudió al rescate y supo
redimir a la joven de aquella sacudida brutal. Lejos de indagar sobre la
vergüenza, la culpa o el anhelo de venganza, Nina se aferra en Bezimena a
una hipótesis menos convencional, a saber; que todos, en mayor o menor
medida, somos Benny. Todos llevamos un monstruo dentro cuyos sentimientos y
deseos pueden ser perfectamente repudiables. En esa pugna entre la realidad
y el deseo se instala Bunjevac, consciente (y víctima) de esa oscuridad que
anida en nuestro yo más profundo.
'Bezimena', de
Nina Bunjevac.- RESERVOIR BOOKS
Con un estilo denso y
sensorial, Nina va tejiendo una atmósfera perturbadora previa a lo
imprevisible. Y lo imprevisible irrumpe aquí con una brutalidad que
desarma, como si un cuento de hadas deviniera –en apenas un par de viñetas–
en un siniestro acto de pederastia. Es precisamente desde esa tenue frontera
entre la fantasía y la materialidad desde donde mira y nos interroga la
autora.
Lo hace apoyándose en
referencias cinematográficas como La mujer pantera de Jacques
Tourneur o El testamento de Orfeo, a cargo de Jacques Cocteau.
También echando mano del mito de Artemisa y Siproites, joven cretense que
quiso violar a una de sus sacerdotisas, acto que la diosa helena castigó
transformándolo en una mujer. Un juego de máscaras e influencias que, de la
mano de Bunjevac, nos permiten viajar al centro de la mente de un depredador
sexual. |