Spotlight,
dirigida por el cineasta estadounidense, es una de las
películas candidatas al Oscar. Cuenta la historia de los
reporteros del Boston Globe que destaparon decenas de casos de
pederastia cometidos por curas católicos. Su investigación
provocó un efecto dominó que reveló miles de casos más por
todo el planeta
MADRID.- En
enero de 2002 el equipo de investigación conocido como
Spotlight del Boston Globe comenzó a publicar una
serie de artículos, casi seiscientos, sobre abusos sexuales a
niños por parte de 70 sacerdotes católicos y sobre cómo la
iglesia había llegado a acuerdos para silenciarlo todo. Meses
después, el cardenal Law dimitió de la archidiócesis de Boston y
fue trasladado a Roma.
En 2008,
249 sacerdotes habían sido acusados públicamente en Boston,
donde se había identificado a 1.476 víctimas. La
investigación periodística que se llevó a cabo, meticulosa,
profesional, honesta, por momentos también tediosa y cansada,
que se mereció el Premio Pulitzer, se muestra ahora en el
cine, en Spotlight, esperada y digna heredera de Todos
los hombres del presidente y prometedora candidata al
Oscar a la Mejor Película. La crítica estadounidense ya le
ha concedido su premio.
Dedicada a los periodistas que realizaron aquel trabajo, la
película es una llamada de atención sobre la necesidad de un
periodismo esforzado y libre, antídoto contra los vicios de
buena parte del periodismo moderno, desapasionado, que no
pisa la calle.
“Marty
Baron (editor entonces del Boston Globe) nos envió un
correo electrónico comentando lo importante que es que la gente
entienda que la clase de periodismo que se ve en Spotlight
es fundamental para nuestra sociedad como estadounidenses. Una
prensa libre mantiene controladas a las instituciones
poderosas”, dice el director Tom McCarthy.
Spotlight es también una aproximación al infierno que
viven las víctimas de estos abusos en el mundo entero. “¿Cómo
puede pasar una cosa así?” se pregunta el director de la
película. Una de las víctimas de su ficción tiene la respuesta:
“Si eres un niño pobre, de una familia pobre y un cura te presta
atención, te sientes muy especial, ¿cómo le dices que no a
dios?”. Los acuerdos turbios entre la Iglesia, la policía y los
políticos explican el resto.
Efecto dominó
global
La investigación
de estos periodistas provocó un efecto dominó global con unos
resultados estremecedores. Poco a poco fueron apareciendo nuevos
casos en el país y después en varios otros rincones del mundo.
En EEUU desde entonces 6.427 sacerdotes han sido acusados de
abusar sexualmente de 17.259 víctimas. Se han descubierto casos
en 105 ciudades estadounidenses y en 102 archidiócesis de todo
el mundo.
El Papa Francisco, ante el imparable torrente
de acusaciones de pedofilia, aprobó la creación de un
tribunal para juzgar a los obispos encubridores de los curas
que abusaran de menores.
La historia comenzó con la llegada en 2001 al
Boston Globe de Marty Baron, hoy editor del Washington
Post. Interpretado por el actor Liev Schreiber, una de las
primeras cosas que hizo fue pedir al equipo de investigación del
periódico que indagara sobre una información que ellos mismos
habían publicado en una columna sobre un sacerdote acusado de
haber abusado de docenas de niños durante treinta años. Todos
sabían que este trabajo significaba un enfrentamiento directo
con la iglesia católica, poderosísima en la ciudad, donde estaba
la mayor archidiócesis del país. Además, el 53% de los lectores
del Globe eran católicos.
Un trabajo
meticuloso
“Si vas a
jugártela de esa manera para publicar una historia tan
importante y tan emotiva, y tan potencialmente perjudicial para
la institución de la Iglesia católica, más te vale estar muy
seguro de que todo sea correcto”, dice el actor John Slattery,
que interpreta en la película a Ben Bradlee Jr., antiguo
director editorial adjunto del Globe e hijo de Ben Brandlee,
redactor del Washington Post cuando se destapó el escándalo del
Watergate.
El jefe de Spotlight entonces era Walter
‘Robby’ Robinson (Michael Keaton en la ficción). Y los
periodistas que trabajaban con él eran los reporteros Sacha
Pfeiffer (Rachel McAdams) y Michael Rezendes (Mark Ruffalo). Con
ellos estaba también el investigador Matt Carroll (Brian d’Arcy
James). Dedicaron meses a entrevistar a las víctimas, a seguir
la pista de sacerdotes que de pronto había desparecido de sus
puestos habituales, a repasar listas aburridísimas de nombres y
direcciones, a convencer a abogados que habían participado en
casos de defensa de sacerdotes acusados… y pudieron contar con
la colaboración, esencial, de Mitchell Garabedian, el abogado de
las víctimas.
Defensa de
periódicos y periodistas
Mark
Ruffalo y Rachel McAdams son candidatos a los Oscar a Mejor
Actor y Actriz de Reparto, y Tom McCarthy aspira a los de
Montaje y Mejor Guion Original por Spotlight, una
película que muestra uno de los trabajos periodísticos más
destacables de los últimos años y que no necesita presentar a
sus protagonistas como seres excepcionales. Los reporteros de
esta historia son periodistas apasionados de su trabajo, sí,
pero sobre todo, trabajadores serios, concienzudos y que no
comprometen su profesionalidad por un titular.
“Fue un
placer poder pasar tiempo con Marty Baron y entender mejor los
apuros por los que están pasando muchos de los periódicos de
este país –dice el actor Liev Schreiber-.
De hecho,
esa es una de las razones por las que me gusta tanto este guion:
es toda una defensa de los periódicos y los periodistas”. Una
defensa que estaba en la mente de todo el equipo desde el inicio
del proyecto. La propia Nicole Rocklin, una de las productoras
de la película, va un poco más allá y se pregunta si esta
tremenda historia hubiera salido alguna vez a la luz sin el
trabajo de años de estos periodistas, quienes, por supuesto,
contaron con los recursos necesarios para hacerlo. “Así que la
verdad es que resulta aterrador que equipos de investigación
como este hayan desaparecido de las redacciones de todo el país.
Tras recortar los presupuestos del modo que lo han hecho, ¿quién
va a contar con el personal y los recursos para abordar
historias así?”.