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https://medium.com/@carrmen.alemany/no-guardes-el-secreto-abuso-sexual-infantil-c6bcb87aea30
No guardes el secreto. Abuso sexual infantil.
Carmen Alemany Panadero
Soy Trabajadora Social y Periodista. Escribo artículos inspirados en mi
experiencia en Servicios Sociales. Web:
https://alemanymc.wixsite.com/carmen-alemany
28/agosto/2018
Imagen: Semanario Voz
Un estudio de la Universidad de Salamanca revela que en España,
una de cada 4 niñas y uno de cada 7 niños sufre algún tipo de abuso antes de
cumplir los 17 años de edad (López y del Campo, 1994). El Consejo de Europa
afirma que uno de cada cinco menores son sometidos a violencia sexual. A pesar
de lo alarmante y significativo de estas cifras, en España se habla poco de
abuso sexual infantil. No es frecuente que se realicen charlas informativas y
preventivas en las escuelas, y muchos padres y maestros creen que estos casos
son poco frecuentes o excepcionales.
La definición clásica de abuso sexual
infantil la hallamos en el National Center of Child Abuse and Neglect
(1978), que define el Abuso Sexual en la Infancia (ASI) como “contactos
e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al
niño para estimularse sexualmente a él mismo, al niño o a otra persona. El
abuso sexual puede ser también cometido por una persona menor de 18 años
cuando ésta es significativamente mayor que el niño (víctima) o cuando el
agresor está en una posición de poder o control sobre otro”.
La Asociación para la Sanación y
Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia (ASPASI) explica en su web
que el abuso sexual infantil tiene lugar en todos los niveles sociales y
culturales. Alrededor del 86 por ciento de los casos los cometen familiares
y allegados. En muchos casos el abuso no llega a ser conocido, ya que tiende
a silenciarse. Entre los motivos de este silencio se hallan la falta de
información, la vergüenza, el miedo a la estigmatización o al rechazo, deseo
de proteger al agresor por ser de la familia, o el miedo del menor a no ser
creído. Los abusadores suelen ser varones aparentemente normales, integrados
socialmente. Sólo un 13% de los abusos son cometidos por mujeres.
La fundadora de ASPASI, Margarita
García, explica en un
artículo de El Periódico de 02.06.2018 algo más sobre el tabú existente
alrededor de este tema:“Me
cuesta horrores que los colegios abran las puertas para dar charlas. Les da
pánico porque piensan que debatir y poner sobre la mesa este tema les
acarreará mala fama”.
Esta psicóloga decidió fundar ASPASI
en 2007, tras percibir que un elevado porcentaje de sus pacientes habían
sufrido abusos sexuales en la infancia. Esta entidad proporciona asistencia
psicológica a las víctimas, niños y adultos, además de una importante labor
de formación y sensibilización.
Por su parte, Vicki Bernadet, creadora
de la Fundación del mismo nombre, señala en el diarioABC,
de 24.06.2017
“El problema
es que los padres no se presentan a las charlas, porque siempre piensan que
eso no le pasa a sus hijos. Pero el trabajo de una víctima es, desde que te
levantas hasta que te acuestas, que nadie note nada. Lo ponen muy difícil».
La Fundación Vicki Bernadet trabaja de
forma integral con niños que han sufrido abuso sexual infantil,
proporcionando atención terapéutica y jurídica, formación y prevención,
asesoramiento a profesionales y acciones de comunicación y sensibilización.
La fundadora, Vicki Bernadet, vivió esa terrible experiencia durante su
propia infancia, y creó la Fundación para fomentar la detección e
intervención en estos casos.
La American Academy Child and
Adolescent Psychiatry (AACAP) enumera una serie de signos y síntomas para
facilitar la detección de estos casos: aumento del interés del niño en el
sexo o, por el contrario, evitación total de todo aquello que tenga
naturaleza sexual, problemas de sueño o pesadillas, aislamiento de sus
amigos y familia, depresión, comportamiento seductor, decir que tienen el
cuerpo sucio, tener miedo de que haya algo malo en sus genitales, negarse a
ir a la escuela, delincuencia, problemas de conducta, secretividad,
evidencia de abusos sexuales en sus dibujos, juegos o fantasías,
agresividad, o comportamiento suicida.
Según ASPASI, entre las consecuencias
de estos abusos a largo plazo se encuentran una baja autoestima, miedos,
sentimiento de suciedad, vergüenza, culpabilidad, hipersexualización o miedo
al sexo, anorexia, depresión, psicosis, prostitución, dificultades para
relacionarse, dependencia, drogadicción, autolesiones, o tentativa de
suicidio.
Un informe
de Mujeres para la Salud recoge las graves consecuencias del abuso
sexual infantil. Miedo, problemas para dormir, pesadillas, confusión,
sentimientos de culpa, vergüenza, ira junto con la incapacidad de manejar
estas emociones. Cuando es el padre el abusador la situación se complica, ya
que la víctima pierde la confianza en la persona que debería protegerla y
que representa su seguridad. Se mezcla el sexo con el afecto, con el
cuidado, el poder y el cariño. Muchas víctimas padecen secuelas a largo
plazo: dolor de estómago, problemas de concentración, dolor de cabeza,
trastornos del sueño, baja autoestima, odio a su propio cuerpo, depresión,
fobias, ansiedad, adicciones, comportamientos autoagresivos y
autodestructivos, y evitación de las relaciones sexuales. También presentan
sentimientos negativos acerca de sí mismas, del sexo y de los varones.
Algunas vuelven a reproducir patrones de abuso en sus relaciones
posteriores. También Save the Children señala en un
extenso informe las posibles consecuencias que puede tener el abuso
sexual infantil en los menores afectados: trastorno por estrés
postraumático, trastornos psicosomáticos, alteraciones del sueño, desórdenes
alimentarios, y trastornos disociativos.
Estas entidades recomiendan también
algunas medidas de prevención. La AACAP recomienda advertir a los menores
que si alguien trata de tocarles o hacerles algo que no deseen, digan que NO
a la persona y lo cuenten inmediatamente a sus padres, así como enseñar a
los niños que el respeto a los mayores no implica obediencia ciega. Por su
parte, la pediatra Narcisa Palomino (2015), propone fomentar desde el
Programa de Salud Infantil el apego, la parentalidad positiva y el fomento
de vínculos afectivos protectores. Save the Children señala en su informe
las siguientes medidas para la prevención: Crear un clima de comunicación,
cariño, confianza y seguridad en la familia, hablar con ellos de estos temas
para que ellos también puedan hablar con los padres, enseñarles a pedir
ayuda, conocer a sus vecinos y amigos, proporcionarles una educación
afectivo-sexual, fomentar el que se hable de los sentimientos y emociones,
reservar un tiempo cada día para la relación entre padres e hijos,
proporcionarles unas pautas de protección (decir que no, no quedarse solos,
saber elegir a las personas de su confianza, pedir ayuda cuando pase algo
que no les guste, ayudar a diferenciar los secretos que se deben guardar de
los que no). Save the Children también implica en la prevención a todas las
instituciones competentes, sociales, educativas, sanitarias, policiales y
judiciales. Por otro lado, UNICEF, propone cinco
guías para prevenir el abuso sexual infantil en el deporte. Englobadas
bajo el título “El
abuso infantil queda fuera de juego”, cada una de las guías va dirigida
a una audiencia: tres de ellas a niños de diferentes tramos de edad, y dos
para profesionales. Contiene además, un decálogo en formato póster para que
los niños conozcan los límites y estén prevenidos contra el abuso. Por su
parte, la Fundación Vicki Bernadet presenta unos
cuentos para prevenir el abuso sexual infantil.
La reacción que tengan los padres y
adultos a cargo ante la revelación de que su hijo ha sufrido abusos sexuales
es fundamental para la futura evolución del niño, por lo que es importante
cuidar la reacción inicial. Ante esta revelación, ASPASI recomienda a los
padres que contengan su reacción emocional delante del niño para no
asustarle (el niño debe sentir que les puede contar cualquier cosa), que
crean a su hijo, y que eviten las preguntas que le hagan sentir culpable (¿Por
qué no le dijiste que no? ¿Por qué no te fuiste de allí?). También
recomiendan que ante la duda, apoyen al niño y le lleven a un profesional
que indague en los hechos. Asimismo, los padres deben preguntarle cómo se
siente y decirle que ha hecho bien en contarlo porque así se podrán buscar
soluciones adecuadas. Para los adultos puede ser difícil saber cómo
reaccionar ante el mazazo de que un hijo/a ha sufrido abusos sexuales. La
Fundación Márgenes y Vínculos ha elaborado una
guía de actuación para madres y padres, con el fin de proporcionar
pautas de actuación ante el abuso sexual infantil. Prestarle atención,
creerle, mantener la calma y no mostrar reacciones de alarma extremas
(muchos menores dicen que lo que más les afectó fue ver tan mal a sus
padres), hacerle saber que no es culpable de lo que le ocurre, que el único
responsable es el agresor, transmitirle que se le va a proteger y comentarle
que ha sido muy valiente por haberlo contado y que sus padres se sienten por
ello orgullosos de él/ella. Asimismo, recomiendan consultar con un
profesional para que proporcione orientación a la familia. Esta guía
contiene también una completa relación de servicios y recursos para las
familias.
Existen diversas organizaciones
públicas y privadas a las que se puede acudir para obtener ayuda para el
menor afectado. En Madrid, el
CIASI es un organismo público gestionado por Asociación Centro Trama.
Este centro atendió 657 casos de abuso sexual infantil en 2017. En Barcelona
existe la Unidad
Funcional de Atención a los abusos sexuales a Menores (UFAM) en el
Hospital Sant Joan de Déu, que ofrece asistencia psicológica, sanitaria y
social. En Valencia podemos acudir al Servicio de Atención Psicológica a
Menores Víctimas de Abusos de la Comunidad Valenciana. Muchas Comunidades
Autónomas disponen de este tipo de organismos, a los que se puede acceder
por derivación de los servicios sociales o sanitarios de base.
Asimismo, existen diversas entidades sin animo de lucro con profesionales
especializados en ASI, que pueden proporcionar una atención integral a los
menores, como ASPASI, la Fundación Vicki Bernadet, la Asociación Contra los
Abusos Sexuales en la Infancia (ACASI) en Valencia, el equipo EICAS en
Andalucía, y otras entidades que puedes hallar en
este enlace.
Pese a que el abuso sexual infantil
puede producir diversas secuelas en sus víctimas, hay esperanza para los
afectados cuando se recibe la atención psicológica, sanitaria y social
necesaria. Margarita García, la fundadora de ASPASI, señala en El Periódico:
“Desde mi
experiencia con menores abusados sé que las secuelas son mínimas o
inexistentes si se les trata de manera correcta”. En esta entidad
realizan terapia con niños y con adultos. Con los menores trabajan con
delicadeza y mediante juegos, les ayudan a contar su percepción de los
hechos, a recuperar la emoción de ese momento y a expresarla. Esto les
permite resituar sus pensamientos y emociones. En el caso de los adultos que
sufrieron abuso sexual en la infancia, es importante resolver las emociones
que estos sucesos hayan podido dejar en su interior y que hasta ahora no han
sido abordadas, expresar la herida y dejar que la emoción sea expresada,
sentida, reconocida y validada. El profesional deberá proporcionar el
espacio adecuado para expresar esas emociones enquistadas.
Echeburua y Guerricaechevarría (2011) subrayan la importancia de ser
cautos, ya que la terapia puede provocar una revictimización secundaria. El
tratamiento está indicado en los niños que muestran síntomas
psicopatológicos intensos (ansiedad, depresión, pesadillas o alteraciones
sexuales). En los demás casos, el apoyo familiar y social y la reanudación
de la vida cotidiana son suficientes como factor de protección al menor. El
papel del terapeuta en estos casos consistiría en servir de orientación y
apoyo a la familia para que sepan ayudar adecuadamente al menor, establecer
las estrategias de protección del niño (alejamiento físico del agresor), así
como realizar un seguimiento de su desarrollo psicológico. En muchos casos
puede ser necesaria la intervención terapéutica familiar, ante situaciones
de negación del abuso, rabia, vergüenza, deterioro de las relaciones, o
desestabilización de la unidad familiar. En caso de ser necesaria la terapia
directa con el niño/a, es esencial crear una buena relación terapéutica
fomentando la confianza entre el paciente y el terapeuta. Este tratará de
ayudarle a aclarar la confusión, poner nombre a lo sucedido, tomar
conciencia de que la responsabilidad es del abusador, reforzarle por haberlo
revelado, y proporcionarle habilidades para afrontar el proceso emocional y
judicial en el que se encuentra. Se debe animar al niño a expresar sus
emociones (culpa, vergüenza, ira, negación, estigmatización, baja
autoestima) y validarlas (son reacciones normales ante una situación fuera
de lo normal). Los autores proponen técnicas como la terapia de
procesamiento cognitivo, terapias dinámicas de juego, psicodrama o la
desensibilización y EMDR, si bien señalan que solo el enfoque
cognitivo-conductual ha mostrado resultados terapéuticos eficaces.
Por su parte, Jorge
Barudy (2012), destaca la necesidad de ayudar a la víctima a construir
un relato respetuoso sobre los hechos abusivos, previniendo la demonización
y la victimización secundaria. Este autor propone trabajar con la familia y
con el niño para reparar el daño. Barudy añade que es necesario admitir que
muchas intervenciones de protección continúan dañando a niños y niñas, que
no tienen a nadie que los proteja de los protectores poco competentes, y
subraya la necesidad de mejorar la formación y la praxis profesional,
trabajar en red, prevenir el síndrome deburnout en
los profesionales que trabajan con menores, y evitar la cosificación de los
niños en el sistema de protección de menores.
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