http://ctxt.es/es/20170329/Politica/11919/pornografia-infantil-operacion-pilumnus-abuso-menores.htm
La pornografía infantil no merece su telediario
El descubrimiento de cerca de medio millón de
archivos con miles de menores víctimas de abusos sexuales y la detención de
un centenar de delincuentes en una sola operación sigue sin encontrar su
relevancia
Cristina Fallarás
1 de Abril de 2017
En las imágenes que recibió el
sargento Corrales aparecían un hombre adulto y tres niñas. El material llegaba
desde Australia y no ofrecía lugar a dudas: Se trataba de pornografía infantil.
El sargento Pedro José Corrales, al frente de la Unidad Técnica de la Policía
Judicial encargada de Análisis Criminal-Delitos contra menores se puso
inmediatamente en contacto con su colega de la Guardia Civil del País Vasco. El
agente australiano había creído identificar como española la bandera que
adornaba la gorra del adulto. Efectivamente, se trataba de una ikurriña.
A partir de
ahí, arrancó la investigación. Más concretamente, en una lata de aceitunas
que se encontraba en la escena de lo que podría representar un pic-nic o
almuerzo campestre. Tras aislar la imagen, los investigadores dieron con la
fábrica que envasa las olivas, situada en la Comunidad Valenciana. La
empresa, por su parte, les ratificó que distribuía el producto en una red de
supermercados del País Vasco. Con esa confirmación, pasaron a intentar
localizar un edificio que aparecía al fondo de las tomas. Dieron con él: una
construcción industrial en desuso situada en una localidad de Euskadi cuyo
nombre el sargento Corrales prefiere omitir.
Después, nada más.
Ese es el
resultado de muchas de las investigaciones sobre pornografía infantil: Se
encuentra el material, se identifica el lugar donde se ha realizado, pero no
es posible dar con las personas que participan, sean víctimas o agresores.
“Sin
embargo”, explica Corrales, “hay ocasiones en las que sucede, en las que
logramos identificar a las víctimas, y ese es un gran avance”. Para ello
resulta imprescindible la colaboración internacional a través de Europol e
Interpol, con cuyos agentes él está en contacto permanente.
También
sucede que, cada cierto tiempo, dan con los distribuidores y consumidores de
ese tipo de material. Así ocurrió durante laOperación
Pilumnus, hecha pública este viernes 31 de marzo, en la que, además, se
identificó a de 10 víctimas, algo que sucede en contadísimas ocasiones. Pilumnus es
el nombre de deidad perteneciente a la mitología romana que protegía a los
recién nacidos y su infancia.
Datos para el espanto
El sargento
Pedro Corrales, especialista en pornografía infantil, fue el encargado de ir
desgranando a los medios de comunicación, este viernes 31, las cifras de la Operación
Pilumnus.
Las
cifras de la Operación Pilumnus: Se han encontrado 450.000 archivos con
pornografía infantil explícita y se ha detenido a 102 personas en 38
provincias españolas
Estas son:
Se han
encontrado 450.000 archivos con pornografía infantil explícita.
Se ha
detenido a 102 personas en 38 provincias españolas: Alicante, Almería,
Barcelona, Bilbao, Burgos, A Coruña, Algeciras, Cádiz, Ceuta, Córdoba,
Castellón, Granada, Huelva, Huesca, las islas Baleares, Jaén, León, Logroño,
Madrid, Málaga, Murcia, Navarra, Asturias, Pontevedra, Cantabria, Salamanca,
Sevilla, San Sebastián, Tarragona, Tenerife, Toledo, Valencia y Valladolid.
Han
participado 136 agentes de la policía judicial de la Guardia Civil
especializados, pertenecientes a los equipos mujer-menor EMUMES, procedentes
de 36 unidades distintas, apoyados por otros 200 agentes no especializados.
Se han
llevado a cabo 92 registros en domicilios.
Han
participado más de 100 juzgados de instrucción de toda España.
Los
archivos incautados superan los 1.000 terabytes.
Se da el
caso de un solo detenido que guardaba más de 50.000 archivos con escenas de
violencia sexual y crueldad extremas contra niños.
Otro
detenido contaba con 58 discos duros interconectados desde los que
clasificaba y distribuía las imágenes de abusos sexuales.
Se ha
identificado a 10 víctimas.
Una
pregunta golpea al lector a la vista de los números: Si hay 450.000 archivos
explícitos y 10 víctimas identificadas, ¿cuántas víctimas hay sin
identificar?
Entre
ellas, como explican los especialistas de la Guardia Civil, participan en
escenas de violencia sexual desde bebés hasta niños y niñas de 14 años,
pasando por todas las edades. Y algo que ya se ha convertido en habitual: la
extrema crueldad de algunas imágenes resulta difícil de describir. Por poner
un ejemplo, Corrales alude a criaturas “de muy corta edad” manteniendo
“relaciones sexuales con animales”.
Perfil masculino
El Convenio
del Consejo de Europa para la protección de los niños contra la explotación
y el abuso sexual afirma que
“por ‘pornografía infantil’ se entenderá todo material que represente de
forma visual a un niño manteniendo una conducta sexualmente explícita, real
o simulada, o toda representación de los órganos sexuales de un niño con
fines principalmente sexuales”. Y añade que “la explotación y el abuso
sexual de los niños han adquirido dimensiones preocupantes tanto a nivel
nacional como internacional, especialmente por lo que respecta al uso cada
vez mayor de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación por
los propios niños y por los infractores”.Corrales corrobora el dato. Todo ha
cambiado desde la aparición de internet y las redes sociales. De hecho, uno
de los espacios donde suele arrancar la distribución de pornografía infantil
es en los foros de pedofilia existentes en la llamada Deep
Web o Internet
profunda. Se trata de una red parecida a Internet, pero cuyo contenido
no está indexado, o sea que no tiene buscadores. Se calcula que su contenido
es 500 veces superior al que se encuentra en la internet superficial, la de
uso común. La temática de dichos archivos es amplísima, y sumamente difícil
de rastrear. De hecho, gran parte de las transacciones de pornografía
infantil se pagan en bitcoin,
moneda virtual. Allí, en la internet profunda –a la que cualquier ciudadano
tiene acceso con un sencillo código– se alojan la mayoría de los foros de
pedófilos. Como explican desde la policía judicial, la pedofilia –atracción
erótica o sexual que una persona adulta siente hacia niños o adolescentes–
no está considerada en sí misma un delito, pero sí lo está el uso de
archivos (vídeos, fotografías…) en los que participen menores.
Según la
experiencia de los investigadores, resulta habitual que quienes comienzan
compartiendo allí experiencias o fantasías terminen intercambiando archivos,
y ahí se centra una de las principales vías de indagación. El perfil de
dichos individuos, tal y como sucede con los recientemente detenidos,
“resulta prácticamente imposible de determinar”. Explican desde la Guardia
Civil que no existe un patrón de edad o nivel social o cultural entre los
consumidores y distribuidores de pornografía infantil. Aunque sí tienen algo
en común: se trata, en su inmensa mayoría, de varones.
Según el
último Estudio
sobre cibercriminalidad en España realizado
por el Ministerio de Interior, en 2015, se tiene constancia de 647 menores
víctimas de delitos sexuales. Si nos ceñimos a la pornografía infantil, se
detuvo a 405 personas por este delito, de las cuales 392 eran hombres y 13
mujeres.
Una de las
mayores preocupaciones de quienes se dedican a la investigación y el estudio
de este tipo de delincuentes es “la normalización” de sus conductas. La
absoluta intimidad que internet elimina la necesidad de intermediación
social en el consumo, algo que va ligado, por ejemplo, a la prostitución.
“Sabemos por experiencia que la exposición a imágenes de abuso sexual
extremo normaliza las relaciones sexuales con niños, que acaban viendo no
solo como algo normal, sino deseable”, explican fuentes de la investigación.
“No es
extraño que quien empieza consumiendo pornografía infantil, con el tiempo
pase a intentar y llevar a cabo contactos directos con menores, por ejemplo,
a través de webcams”,
detalla el sargento Corrales.
Inabarcable
Hace algunos
meses –los datos que ofrecen los investigadores siempre tienden a vagos–,
llegó hasta la Unidad Técnica de la Policía Judicial una serie de
fotografías. En las primeras “aparecía un crío vestido”. Llevaba puesta la
camiseta de un equipo de fútbol español. En las siguientes tomas ya salía
desnudo y sufriendo abusos sexuales.
La investigación se centró en tres detalles. Por un lado, la ciudad a la que
pertenecía el equipo. Por otro, el nombre de un hotel de Alicante que podía
leerse en el cartel donde detallaba las instrucciones para efectuar llamadas
telefónicas desde la habitación, sobre la mesilla de noche. Por fin, junto
al cartelillo, se podía ver una revista de programación televisiva con la
cara de un conocido actor en la portada.
Esos datos
proporcionaron a los investigadores el lugar donde se habían tomado las
fotografías y la fecha aproximada, gracias a la recuperación de la edición
de la publicación. La camiseta les orientó hacia la procedencia aproximada
de la víctima.
El registro
de alojamientos del hotel dio sus frutos, y se pudo detener al agresor.
Sin embargo,
eso no quiere decir que se detuviera a ninguno de los consumidores de dichas
imágenes, ni a aquellos que después de recibirlas, siguieron
distribuyéndolas. Lo que da una idea de la ingente tarea que supone la
investigación.
“Por eso la
prevención es clave, tanto en el caso de los menores, a quienes tratamos de
informar y prevenir, como de la sociedad”, puntualiza Corrales.
Telediarios de la noche
El Artículo
8 de las medidas preventivas incluidas en el anteriormente citado Convenio
del Consejo de Europa se titula “Medidas destinadas al público en general”.
El artículo 9 lleva por nombre “Participación de los niños, el sector
privado, los medios de comunicación y la sociedad civil”.
En ellos se
pueden leer los siguientes puntos:
Cada Parte promoverá u organizará
campañas de sensibilización para informar al público en general sobre el
fenómeno de la explotación y el abuso sexual de los niños y sobre las
medidas preventivas que pueden adoptarse.
Cada Parte alentará la participación del
sector privado, en particular el sector de las tecnologías de la información
y la comunicación, la industria de viajes y turismo, los sectores bancario y
financiero, así como de la sociedad civil, en la elaboración y aplicación de
las políticas para la prevención de la explotación y el abuso sexual de los
niños, y en el establecimiento de normas internas mediante la
autorregulación y la corregulación.
Cada Parte instará a los medios de
comunicación para que faciliten información apropiada acerca de todos los
aspectos de la explotación y el abuso sexual de los niños, dentro del
respeto a la independencia de los medios y la libertad de prensa.
Cada Parte promoverá la financiación,
inclusive, en su caso, mediante la creación de fondos, de los proyectos y
programas realizados por la sociedad civil con vistas a prevenir y proteger
a los niños contra la explotación y el abuso sexual.
Cabe
preguntarse si nuestra sociedad recibe la información necesaria, si en “el
sector de las tecnologías de la información y la comunicación, la industria
de viajes y turismo” se hace el suficiente hincapié o si los “sectores
bancario y financiero” están tomando cartas en el asunto.
En España
existe el Registro
Central de Delincuentes Sexuales. Se trata de “un registro que se
integra en el Sistema de registros administrativos de apoyo a la
Administración de Justicia, en el que se incluyen los datos relativos a la
identidad y perfil genético (ADN) de las personas condenadas mediante
sentencia firme por los delitos contra la libertad e indemnidad sexuales y
trata de seres humanos con fines de explotación sexual, incluida la
pornografía, con independencia de la edad de la víctima”. Dicho registro
permite que aquellos agresores condenados en firme por explotación o abuso
sexual contra menores “no puedan realizar actividades ni ejercer profesiones
u oficios que impliquen el contacto habitual” con ellos.
Sin embargo,
para calibrar la poca relevancia social de la pornografía infantil, vale un
vistazo a los informativos vespertinos de las principales cadenas el mismo
viernes en el que se difundió laOperación
Pilumnus, teniendo en cuenta la magnitud de los datos conocidos:
-
Antena3 y LaSexta no
creyeron oportuno informar sobre la operación.
-
Cuatro la incluyó al final del noticiero dentro de un sumario que
incluía otras noticias breves.
-
Sólo Tele5 y La1 informaron
al detalle.
En fin
De los 450.000 archivos en los que
menores de todas las edades son sometidos a una violencia que espanta incluso a
los investigadores más curtidos, solo se han identificado 10 víctimas. Y se ha
detenido a un centenar de presuntos consumidores o distribuidores. La expansión,
multiplicada e incontrolable, de dichos archivos hace imposible barajar una
cifra siquiera aproximada de cuántas personas han participado de los delitos.
Basta
sustituir a los niños agredidos y violados en las imágenes encontradas por
cualquier otro ser –hombres/mujeres, perros, caballos…– para llegar a la
conclusión que las agresiones sexuales a menores constituyen un tabú al que
nuestra sociedad aún no le ha hincado el diente. Con el mismo objetivo,
basta sustituir a los hombres –no hombres y mujeres, solo hombres– que
aparecen y consumen, por miembros de una secta, miembros de una iglesia, o
situarlo en otro momento histórico, para que la noticia gane todo el peso
que se le hurta. Sin embargo, a las víctimas no les afecta el perfil del
agresor. Son víctimas. Si acaso, el hecho de que cualquier tipo de hombre,
de cualquier edad, país, nivel económico o cultural participe de este
delito, lo hace mayor cuantitativa y cualitativamente. Y probablemente,
consigue silenciarlo.
“Detrás de ese medio millón de imágenes hay medio millón de niños y niñas
víctimas”, declaró este viernes uno de los responsables de la operación. Y
sí, se trata de una imagen, quizás exagerada, para explicar la Operación
Pilumnus. Pero, si en una sola operación y solo en España, se descubre
a miles de niños y niñas agredidos y violados por hombres adultos, no es
difícil imaginar el calibre del problema.
La sociedad
española ha conseguido hacer visible y repudiable de forma habitual la
violencia contra la mujer. Existen una Ley integral, campañas de prevención,
protocolos de información y concienciación, y sobre todo una cada vez más
feroz conciencia social. La comparación con todo ello evidencia el camino
que queda por recorrer en la violencia contra los menores, en general, y las
agresiones sexuales muy en particular.
|