El País
https://elpais.com/internacional/2018/08/15/actualidad/1534356881_929196.html
La pederastia, cáncer con metástasis
El patriarcado religioso recurre a las agresiones
sexuales para demostrar su poder omnímodo en las religiones
Autor: Juan José Tamayo es director de la cátedra de Teología y Ciencias de
las Religiones Ignacio Ellacuría, de la Universidad Carlos III de Madrid.
La pederastia es el
mayor escándalo de la Iglesia católica durante el siglo XX y principios
del XXI y el que más la desacredita. No se trata de una enfermedad pasajera
que afecte excepcionalmente a algunos de sus miembros, sino de un cáncer con
metástasis que alcanza a todo el cuerpo eclesiástico: cardenales, obispos,
sacerdotes, miembros de la Curia romana, de congregaciones religiosas,
educadores en seminarios, noviciados y colegios religiosos, etc. Quienes se
presentaban como modelos de entrega a los demás, se entregaron, sí, pero a
crímenes contra personas indefensas. Quienes se consideraban expertos en
educación utilizaron su supuesta excelencia para abusar de los niños y
adolescentes que los padres y las madres les confiaban. Quienes decían ser
“guías de almas” para llevarlas al cielo por el camino de la salvación se
dedicaban a mancillar sus cuerpos, anular sus mentes y pervertir sus
conciencias.
¿Conocían el Vaticano y las curias diocesanas tan
perversas y humillantes prácticas? Por supuesto que sí, ya que les
llegaban numerosos informes y frecuentes denuncias, pero no actuaban
conforme a la gravedad del delito. Todo lo contrario, a las víctimas y a las
personas denunciantes se les imponía silencio y se les amenazaba con penas
severas si osaban hablar. Tal modo de proceder creó un clima de
permisividad, una atmósfera de oscurantismo y un ambiente de complicidad con
los pederastas, a quienes se eximía de culpa, mientras que esta se
trasladaba a las víctimas. Hacer públicas agresiones sexuales se consideraba
una desobediencia, peor aún, una traición al silencio impuesto por las
autoridades, que decían representar a Dios en la tierra.
No importaba la pérdida de la dignidad de las
víctimas, ni las
lesiones físicas, psíquicas y mentales con las que tenían que convivir de
por vida. No había acto de contrición alguno, ni arrepentimiento, ni
propósito de la enmienda, ni reparación de los daños causados, como tampoco
rehabilitación. Tal actitud suponía una nueva y más brutal agresión. La
permisividad del delito, la falta de castigo, la complicidad y la negativa a
colaborar con la justicia, convertían la pederastia en una práctica
legitimada estructural.
Los casos de pederastia se produjeron, la mayoría de
las veces, en instituciones dirigidas por varones. Lo que demuestra que el
patriarcado religioso recurre a las agresiones sexuales para demostrar su
poder omnímodo en las religiones. Un poder que convierte a los clérigos en
representantes y portavoces de Dios. Masculinidad sagrada y violencia,
pederastia religiosa y patriarcado son binomios que suelen caminar juntos y
causan más destrozos que un huracán.
¿Qué hacer ante este cáncer? Tolerancia cero, llevar
a los presuntos culpables ante los tribunales civiles y, muy importante,
que los jueces pierdan el miedo a las personas sagradas y las juzguen
conforme a la gravedad del delito. ¿Y en el interior de las instituciones
eclesiásticas? Ir a la raíz de tan diabólico comportamiento, que se
encuentra en el sistema patriarcal imperante en la Iglesia católica. ¡Y
cambiar la imagen de Dios Padre Padrone!
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