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Carta abierta al padre Román, que
abusó de mí
Daniel, el chico que denunció los abusos del llamado
Clan de los Romanones vinculado al arzobispado de Granada, escribe a su
presunto agresor
"El perfil del cura violador es muy sencillo. Un
psicópata, desequilibrado, que ha crecido con carencias afectivas y que solo
se siente hombre y fuerte cuando extorsiona y abusa de otros"
La víctima responde así a las acusaciones del abogado
del padre Román en una entrevista en el periódico local Granada
Hoy
Daniel (nombre
ficticio) - Denunciante de los abusos sexuales del Clan de los Romanones
03/10/2016
El padre Román EFE
Que el padre
Román empiece perdonándose a sí mismo, por violar el cuerpo de inocentes, y
luego que me perdone a mí, por no habérmelo callado y llevarlo ante la
justicia. Solo escuchar el nombre de tu agresor, de aquel que, sin derecho,
pero con obligación, ha abusado de ti reiteradas veces, ha violado tu cuerpo
tratando de sacar un propio beneficio de placer para sí mismo… Solo escuchar
las palabras 'padre Román' viene a mi mente la cara del protagonista del
Silencio de los Corderos, representada por Anthony Hopkins.
Qué fácil es
violar niños, y encima decir que son ellos los que mienten. Qué banalidad
más terrible creer que alguien inicia un proceso judicial tan tortuoso como
este por una recompensa económica, o por tener fama, o por saltar al
estrellato… Es deplorable, propio de trastornados mentales, imaginar que, a
día de hoy, alguien denuncia una violación por saltar al estrellato u
obtener una recompensa económica.
En cualquier
caso, si pudiera existir esa persona que lo hiciera por dinero o prestigio,
debería ponerse rápidamente bajo tratamiento, porque no es sano mentalmente
y puede causar un daño desproporcionado para el mismo. Igual de rápido
deberían acudir a por un buen tratamiento psiquiátrico, quien miente de
forma reiterada, por salvar la cara de un violador.
Quién
inventa datos, quién desprestigia al sistema judicial de forma reiterada,
quien vacila con su ego, de tener toda la defensa de un violador bien
preparada, y gasta su tiempo en ruedas de prensa y entrevistas absurdas.
Quizá consiga algún año un premio en su carrera como abogado, pero no a
costa de las víctimas inocentes de curas pederastas. No a mi costa ni a la
de otros tantos.
Algunos,
creyendo tener muchos estudios sobre derecho penal, demuestran no tener ni
el más ápice de sentido común, cordura o ley moral que les impida atacar a
las víctimas de abusos sexuales y violaciones de sus clientes a quien ellos
defienden. Pareciera que, ante la falta de datos, de herramientas de defensa
preparadas, cuando ya ha sido más demostrado que nunca que su cliente "tiene
un testimonio altamente deshonesto y altera la verdad", la única herramienta
actual que conociera para salir del paso y tratar de hacer una defensa,
fuera ponerse a declarar en revistas y periódicos desprestigiando a víctimas
de abusos y sistema judicial. No merece más líneas, quien simplemente con
sus declaraciones y escritos, deja ver qué tipo de defensa le gusta llevar
para su clientes. Quizá en Salsa Rosa, Sálvame o en tertulias televisivas
encontrara su vocación profesional.
Denunciar
abusos, a día de hoy, por desgracia, es más motivo de vergüenza que de
heroísmo. Denunciar abusos, a día de hoy, sitúa a la víctima en una
perspectiva desde la cual, si no se encuentra fuertemente apoyado por
familia y amigos, que con la misma valentía que él sepan sobreponerse a todo
y luchar por la justicia, puede terminar en un claro suicidio de la víctima,
que tras pasar por las manos de un verdugo violador, muchas veces disfrazado
de curita cercano, destroce lo más básico de la persona, su libertad y su
integridad.
El perfil
del cura violador es muy sencillo. Un psicópata, desequilibrado, que ha
crecido con carencias afectivas y que solo se siente hombre y fuerte cuando
extorsiona y abusa de otros y, para ello, necesita que sean menores y tengan
confianza en su persona. Por esto, lo mejor es ir metiéndolos en su red
viciada de perversión, de forma tan sibilina que las víctimas jamás nos
demos cuenta de cómo estás siendo manipulado, ultrajado y engañado por un
sujeto desequilibrado que abusará de ti sin piedad, hasta que encuentres una
escapatoria.
Reducirte y
aislarte socialmente son las mejores técnicas que estos depravados sexuales
saben llevar a cabo. Consiguen hacerte sentir solo, vacío, inútil…. Y solo
él, tu violador, te quiere y valora. Es la persona de tu confianza,
haciéndote creer que "te lo ha dado todo por amor, por amor fraterno".
Más grave si
cabe resulta verlos en un banquillo, acusados, sosteniendo que todo es
mentira o que se hace esto por interés… Pobres almas desquiciadas, que aún
no han entendido que la justicia existe, también para aquellos que, por ser
curas, se pensaban muy por encima del bien y del mal. El
nacional-catolicismo terminó y, ahora, todos, iguales ante la ley, curas,
laicos u obispos, deben pagar sus culpas y asumir la condena que más pronto
que tarde sobrevendrá en aquellos que, sin escrúpulos, violaron el cuerpo de
niños inocentes y hasta se jactan de ello por medio de sus abogados con
frases del tipo "ya he perdonado a Daniel".
Mi calidad
moral, muy por encima de los depravados sexuales y de sus defensores
mediáticos, me sitúa en una perspectiva donde no podré perdonar jamás que un
cura haya abusado de mí y de tantos otros niños. Justicia y restauración del
daño. De ahí brotará el perdón y la compasión por un psicópata que arruinó
la vida a muchos inocentes que nos acercamos a él buscando un guía
espiritual, y encontramos el mismo infierno vivido en la tierra.
Esta batalla
ya ha sido ganada con el papa Francisco, con tantos obispos buenos que
trabajan para erradicar de la Iglesia de Cristo la lacra de la pederastia y
la violación a menores. Esta batalla es una lucha constante por limpiar,
como en cualquier familia, los errores cometidos por hijos malos o
perturbados. Pero, eso sí, no se limpian en casa ni en silencio, sino en
público y en los banquillos de las sedes judiciales.
Esta batalla
jamás la ganará el padre Román ni su letrado el tal Muriel. No la ganarán la
perversión ni el abuso. No la ganarán los violadores que en sectas se
organizan para delinquir.
No la
ganarán aquellos que confundieron autoridad moral con abuso sexual de
menores. No la han ganado ni la ganaran jamás. Esto ya ha sido un éxito por
sacar al descubierto la historia de 12 abusadores sexuales que, encubiertos
de curas, han ninguneado a la diócesis, a los niños y jóvenes que han pasado
a su lado. Esta historia ya la ha ganado la justicia, al hacer pública la
cara de un pederasta. Esta batalla ya la ha ganado la Iglesia, por
identificar esos "malos pastores" que lejos de cuidar las ovejas las han
devorado y asesinado en su infancia e inocencia.
Seguiré, fuerte como hasta ahora, y luchando por los derechos de la infancia
que jamás deben verse vulnerados por pederastas, violadores o depravados
sexuales.
Tolerancia cero ante los pederastas, ante los maltratadores, ante las
injusticias sociales, ante los insultos y calumnias de 'letrados' defensores
de pederastas. Tolerancia cero. Y para las víctimas, valor, coraje y
confianza en la justicia. Esta lacra se extirpará con la lucha de todos.
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