PRODENI

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PIEDAD SUFRE MALOS TRATOS Y ABANDONO POR EL HECHO DE LLEVAR 21 DIAS AISLADA E INCOMUNICADA DE SU ENTORNO EN CONTRA DE SU VOLUNTAD

31/05/2007

EN ESCRITO DIRIGIDO A LAS AUTORIDADES AUTONÓMICAS DE CANARIAS PRODENI DOCUMENTA SU DENUNCIA Y PIDE QUE PAREN ESA MÁQUINA DE HACER DAÑO QUE DESTRUYE A LA MENOR

 PIEDAD lleva hoy 21 días separada de su mundo, de su familia, de sus cosas, de su paisaje… sufriendo el cruel aislamiento e incomunicación impuesto contra su voluntad por la sección Tercera de la Audiencia Provincial de Las Palmas y ejecutado por la Dirección General de Protección del Menor del Gobierno Canario en un centro de menores del Cabildo de Tenerife, donde desespera desde que fue retirada el 10 de Mayo de 2007. Por ese simple hecho y porque era una niña felizmente integrada se puede considerar que PIEDAD es una víctima sometida a maltrato y a tortura institucional por el sistema judicial y el sistema de protección, con resultados absolutamente predecibles y devastadores en un ser vulnerable y enfermo, traumáticamente separado de su mundo afectivo.

No hace falta ser ningún experto, cualquier persona normal puede captar perfectamente la perversión de la medida y el daño que  le están ocasionando y nadie entenderá semejante agresión a sus principios y a sus derechos por muchas vueltas jurídicas o de otra índole que se le quieran dar, porque es contraria a su dignidad como persona y repugna a los sentimientos más elementales.

 Para sostener lo anterior y pedir que se deje de torturar y maltratar a PIEDAD, vamos a echar mano de diversas opiniones autorizadas, en primer lugar de las de los propios técnicos de Menores, del Director General y de la Consejera.

 El 30 de Octubre de 2006, el educador Francisco Raposo y la psicóloga María Elena Martín Piñero, de la Dirección General de Protección del Menor y la Familia del Gobierno de Canarias, con relación a la orden judicial de retirada de la niña PIEDAD, advertían en un documento oficial (diligencia) sobre “los efectos nefastos de llevar a cabo actuaciones inmediatas para la retirada de la menor”, por el “alto riesgo de provocar en la menor un daño emocional o psicológico irreversible por la posible y nueva desvinculación familiar que pueda sufrir en relación con los acogentes, su otra hija adoptada, y los hijos biológicos de Doña Marina Soledad, con los que mantiene una sólida vinculación afectiva”, unido todo ello a “la provocación de una Victimización Secundaria de la menor por parte de las instituciones públicas”,  y al “elevado riesgo de que la misma se pueda en un futuro no lejano encontrar en las mismas condiciones que generaron su declaración de desamparo.”

 Por su parte, Abimael Clavijo, técnico del área de adopción  de la Dirección General de Protección del Menor y la Familia, incidía en un informe oficial de 16 de Agosto de 2006 que la reintegración de la menor con su familia biológica la iría a colocar en una situación de duelo afectivo cuyas consecuencias habrían de ser: “Pérdida de la estabilidad y seguridad personal, baja autoestima, posibles trastornos conductuales, bajo rendimiento académico y dificultades de integración escolar, estados de tristeza, rabia y estados de ánimo depresivos, así como una reproducción de trastornos psicosomáticos (respiratorios y dermatológicos) que la menor presentaba al momento de integrarse en la familia acogente y que al día de la fecha han desaparecido.”

  Para Marisa Zamora, Consejera de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Canario “Este auto de la Audiencia Provincial nos ha caído como un jarrón de agua fría y nos preocupa mucho, estamos hablando de separar a una menor de su familia de acogida, con la que lleva viviendo más de dos años para que pase a un centro” Y seguía: “Nuestro deber es velar por el interés superior de la menor, por su derecho sagrado a crecer feliz, por eso estamos estudiando todas las fórmulas jurídicas posibles para que no se lleve a cabo. Entre ellas la posibilidad de plantear un Recurso de Amparo al Tribunal Constitucional porque nos parece que es nuestra obligación y no podemos dejar a esta niña en estos momentos que es cuando más nos necesita” (El Día, Tenerife, 20 Marzo 2007).

 Del Diario La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria, de fecha 21 de Marzo 2007, recogíamos en titulares: “Gobierno y Cabildo coinciden en que Piedad sufrirá daños irreparables si regresa a un centro de acogida”; la titular de Familia del Cabildo de Gran Canaria, María Salud Gil, coincidía con su homónima en que el auto era “una auténtica bofetada”, agregando que “con estas acciones se está haciendo un daño irreparable porque no se está teniendo en cuenta el interés del menor, que es lo único que debería prevalecer”, añadiendo que “los mismos magistrados están reconociendo ya que se va a producir un daño cuando en el auto piden a Menores que procuren que sufra el menor impacto posible.”

 Asimismo, aunque con alguna matización, hay que reseñar la postura de José Luis Arregui, Director General del Menor y la Familia, incluso cuando ya estaba la niña recluida, al decir en un diario local: “Una decisión con la que yo tampoco estoy de acuerdo”. Sin embargo, el señor Arregui fue el autor de un acto que bien podría calificarse de felonía o traición a PIEDAD. Nos referimos a la resolución de 20 de Abril en la que dejó caer ciertas acusaciones sobre la familia acogedora a la que tildó de maltratar emocionalmente a la menor por el hecho de oponer resistencia a su retirada e ingreso en un centro de menores. Hay que recordar que las consecuencias de aquella resolución fueron devastadoras para la niña, cuya cabeza puso en bandeja el señor Arregui ante la autoridad judicial, que cargó las tintas sobre los padres acogedores por un supuesto riesgo en la menor (auto de 26 de Abril y sentencia de 30 de Abril)

 Destaquemos asimismo que, a la vez que se pronunciaba  María Salud Gil, lo hicieron a favor de PIEDAD los técnicos de Menores del Cabildo de Gran Canaria en un manifiesto a los medios locales el 10 de mayo de 2007, el mismo día en que PIEDAD fue retirada de la clínica en la que se encontraba acompañada de su mamá. Entre otras cosas decían: “Los niños y las niñas son ante todo personas y la relación con ellos se encuadra en el marco de las relaciones personales, de respeto mutuo y trato personalizado con todo el sistema de valores que ello supone.”

 Así pues, queda acreditado que tanto los técnicos de Menores del Gobierno Canario, como los representantes políticos de la Consejería y los técnicos del Cabildo de Gran Canaria se han pronunciado sin ninguna ambigüedad en torno a los graves perjuicios y los riesgos que PIEDAD iba a sufrir. Junto a ellos otros profesionales y expertos en la materia también se pronuncian en el mismo sentido.

 Así, el doctor Modesto Martínez-Piñeiro, en Santa Cruz de Tenerife, forense de oposición actualmente en excedencia,  en un informe pericial sobre la niña de 25 de Abril de 2007, dice lo siguiente en las conclusiones médico – legales: “La menor padece una epilepsia generalizada primaria, habiendo tenido síntomas de un trastorno de angustia de separación, por lo que están contraindicadas las situaciones de estrés, estados de tensión, cambios de domicilio, alteraciones en el ritmo del sueño, pérdida del referente afectivo de su familia de acogida, etc., que pueden desencadenar tanto nuevas crisis epilépticas como trastornos de angustia por separación difícilmente superables por la informada.”

 De igual opinión es la psicóloga Begoña Moreno Megías, de Tenerife, experta en psicología jurídico forense y Directora de la Escuela de Prácticas de Psicología Jurídica, para quien “las consecuencias emocionales de una posible separación de la menor de su familia actual produciría un agravamiento del cuadro de Angustia de Separación y estaríamos poniendo en grave riesgo su desarrollo psicoafectivo, ya que tendría que asumir su tercer abandono en su corta vida, además de perder la persona que tiene de referencia y perder su familia actual”. (Informe psicológico pericial de seguimiento de 16 de Agosto de 2006).

 Otro profesional, el psicólogo del colegio de Granada, Eduardo Riol, en un escrito dirigido a PRODENI acerca de esta niña no duda en afirmar: “Como psicólogo y como ser humano considero que el aislamiento brusco de una menor de cinco años de edad de la que se ha considerado –y felizmente disfrutado- como su familia a lo largo de dos años supone, con una alta probabilidad, una experiencia emocional traumática de tal calibre que podría catalogarse de tortura más que de simple maltrato.”

 Más próximo a la niña, el A.T.S. de Medicina, diplomado en Auxiliar de Psiquiatria, Celestino González, en Tenerife, dice que “no se han tenido en cuenta los consejos profesionales y toda la documentación adjunta presentada, según los minuciosos estudios realizados por expertos en la materia para prevenir de los riesgos a que se está enfrentando a la niña, apartándola de su mundo afectivo so pretexto de cambiarle su mente y sus sentimientos personales del modo más dramático”. Y concluye: “ Eso es castigo, eso es antinatural, eso es terror.”

 Son muchos los ciudadanos y ciudadanas que, al igual que los profesionales y técnicos citados, también se echan las manos a la cabeza, así a las cerca de ocho mil firmas recogidas reclamando justicia y buen trato para ella, se une la reciente constitución a través de Internet de una Plataforma de apoyo a PIEDAD que va aglutinando a personas de distintos puntos del país alarmadas por el daño que se le está infringiendo y que piden que se la libere y se la deje vivir en dignidad.

 Ahora bien, conforme a lo dicho sabemos lo que le podía pasar si era apartada de su familia de forma traumática, pues tanto los técnicos de dentro como los profesionales y expertos de fuera  coinciden en el mal pronóstico de una medida de separación como la que fue dictada, pero no sabemos lo que realmente le está sucediendo después de 21 días de aislamiento e incomunicación de su familia en el centro de acogida donde está internada, aunque si hacemos caso de las contundentes afirmaciones apuntadas sí que lo sabemos: PIEDAD se encuentra actualmente en una fase de deprivación afectiva que la está diezmando como persona en los planos físico y  psicológico.

 A los cuatro días de reclusión, una psicóloga del centro de menores realizó un informe para la Audiencia Provincial describiendo a modo de imágenes inconexas el estado en que se encontraba, y nos muestra una PIEDAD que llora convulsivamente por las noches, que está triste y apenada, que pregunta por su familia, especialmente por su hermanita y por su madre, que dibuja a su madre como un sol, que rechaza cualquier alternativa que no sea volver a casa, y que cree que su estancia en el centro va a ser de unos pocos días por lo que mantiene una cierta esperanza que hace concebir a la psicóloga que cuando se haga consciente de que no hay vuelta atrás se producirá una mayor reacción de rabia y de rechazo. Sin embargo, la redacción del informe no la benefició en absoluto, pues si la niña desespera por ver a sus padres y a sus hermanos,  la Audiencia Provincial determinó, con ese informe, prohibir las visitas de sus referentes padre y madre por la influencia negativa que ejercen sobre la menor.

 ¿Por qué no la benefició?. Porque el informe es una simple sucesión de apuntes inconexos que no ofrece una visión exacta de la realidad psicoafectiva y de las necesidades de la niña, y que deja caer a la interpretación de los magistrados ciertas sospechas de influencia de la familia, al decir por ejemplo que PIEDAD verbaliza respecto a que va a estar en el centro unos pocos días y a que habla de la señora de Las Palmas como una mala persona.

 Si la autora del informe hubiera tenido interés en conocer la procedencia y el sentido de las afirmaciones de PIEDAD preguntando a su figura de apego, no hubiera dejado caer las frases de la niña que sirvieron a los magistrados para cortar de raíz las visitas que estaban contempladas en la sentencia del 30 de Abril, aunque también cabe pensar que a los magistrados les pudo influir más la fuerte dependencia emocional de la menor como obstáculo de los encuentros con la madre biológica.

 PIEDAD creía que su estancia en el centro iba a ser corta porque sus padres trataron de no causarle un gran impacto si le decían antes de su retirada que se iba a ir para siempre, que no volvería jamás a ver a su familia, y aún así, cuando lo escuchó reaccionó con una crisis epiléptica que le repitió al día siguiente, por la que tuvo que ser hospitalizada, y apenas repuesta fue cuando se la llevaron de una clínica de la Orotava.

 Y en cuanto a la alusión a la señora de Las Palmas, si hubiera preguntado a la familia o se hubiera leído los informes, se informaría de que PIEDAD tuvo hace un año un encuentro con su madre biológica en Las Palmas, bajo la supervisión del Juzgado, que le supuso una experiencia traumática de la que estuvo varios meses reponiéndose, y, desde entonces, guarda un recuerdo negativo de aquella persona, en mayor medida ahora porque es la causa de la pérdida definitiva del mundo con el que se siente identificada. Pero hay algo más en el informe que nos preocupa seriamente.

 Y es que su autora refleja que en vistas de la crisis que PIEDAD está padeciendo en su encierro hay que trabajar con ella siguiendo las técnicas de la terapia de reestructuración cognitiva para ayudarla a salir de su confusión.

 ¿Qué confusión y provocada por qué? ya que si nos atenemos a los informes del propio sistema de Protección de Menores y otros, PIEDAD era una niña perfectamente estructurada en su familia, integrada y feliz. A tal efecto dice Begoña Moreno Megías que “lo que sí es cierto es que la menor lleva conviviendo con la familia actual desde Marzo de 2005, por lo que ha superado el periodo que los expertos pronostican para que se de la vinculación y la integración”.

 Por su parte, los Servicios Jurídicos del Gobierno de Canarias en Noviembre de 2006, apuntaban en un recurso de apelación lo siguiente: “La menor vive en régimen de acogimiento con un matrimonio desde hace más de un año, que su relación con éstos es inmejorable, hasta el punto de que los considera sus verdaderos padres, igualmente parece constatado que (…) goza de un adecuado ambiente de desarrollo personal, siguiendo sus estudios sin problemas.”

 PIEDAD no sufre, entonces, más confusión que la que le está provocando el cruel encierro y aislamiento que se le impone en contra de su voluntad y de sus necesidades,  pero no con relación con su pasado, que era estable y enriquecedor, sino con su presente, que es traumático y devastador.

 Según Eduardo Riol, más arriba aludido “Aplicar a PIEDAD en este contexto las técnicas de reestructuración cognitiva que venimos usando los psicólogos como terapia para sustituir creencias y pensamientos irracionales y no adaptativos, por otros racionales y adaptativos, me parece poco menos que aberrante, dado que implica poner al servicio de fines ajenos a la salud y el bienestar de la niña métodos psicológicos que – por el contrario- la pueden perjudicar gravemente.”

 Por eso desde la asociación PRODENI avanzábamos, más allá, la posibilidad de que a PIEDAD se le fueran a aplicar, o se le estuvieran aplicando, técnicas de lavado y de manipulación de cerebro para conseguir distanciarla de su mundo afectivo y prepararla para los encuentros con la madre biológica con el fin de trabajar en la mente de la niña ese cambio o esa modificación de los afectos, trato aberrante de llevarse a efecto, y fruto de una monumental perversión profesional.

 Nadie pone en duda, antes al contrario, que PIEDAD gozó hasta el 10 de Mayo de 2007 del amor y la estabilidad de su familia en la que estaba integrada desde Marzo de 2005, después de haber residido en dos centros de menores durante tres años, y de haber pasado los primeros ocho meses de su vida dando tumbos con una madre que no la supo amparar ni proteger.

 Según afirma abundantemente la literatura científica, un niño apartado de su entorno afectivo, entregado a un medio desconocido, tipo hospital o centro de menores, donde permanece alejado de sus padres, es víctima de diversos agentes estresores, el primero de los cuales, en el caso de PIEDAD, es -en si mismo- el centro de acogida, pero además lo son: La separación de los padres y la familia, la inclusión en un medio extraño y desconocido, la pérdida de control, autonomía y competencia, la falta de información, la despersonalización y la restricción (entre otros) del espacio vital y la movilidad. Demasiados factores estresantes para no dejar de reconocer que aún volviendo ahora a su casa, PIEDAD, necesitaría durante largo tiempo terapia psicológica y mucho amor y compasión.

 Por todo ello debemos entender que PIEDAD en estos momentos es una niña que sufre lo indecible, que estará padeciendo el síndrome de Angustia de Separación, y que será víctima segura del síndrome de Carencia Crónica Afectiva, entre otros perjuicios que se le están ocasionando y que le dejarán secuelas el resto de su vida.

 ¿Quién lo va a negar? PIEDAD no es una niña feliz, no es una niña bien tratada. Es una niña abandonada, es una niña en fase de desestructuración familiar. Una niña a la que se la está torturando al privarle de lo que ella más quiere y más necesita. Una niña en grave situación de riesgo.

 ¿Y qué sucede cuando un niño o una niña son todas esas cosas, o le pasa todo eso que le está sucediendo a PIEDAD? Pues ocurre que el Sistema de Protección de Menores interviene para ayudar a ese niño o a esa niña, para protegerlos y ampararlos, para que vuelvan si es posible con la familia de origen o encaucen su camino en otra que los quiera.

 Entonces ¿Qué sucede? ¿Es que también está para desestructurar niños de sus familias, para provocar abandonos, para impedir sus relaciones afectivas, para hacerlos desgraciados en casos como los de PIEDAD? O dicho de otra manera ¿El fin justifica los medios?.

 Porque, fíjense bien, la acción judicial y administrativa sobre PIEDAD no tiene más objeto que el de imponerle su inclusión en una nueva familia a costa de la desestructuración de la familia que ya es. Y a dicho fin se aplican unos medios que ninguno de los técnicos consultados, incluidos los de Protección, dejan de reconocer que son perjudiciales, el primero de los cuales, evidentemente es mantenerla encerrada y alejada -firmemente alejada- de su entorno, y el segundo y el tercero -nos tememos- el trabajar con ella concienzudamente para desmontar pieza a pieza esa riqueza de afectos, de relaciones, de vivencias y recuerdos, vaciando su mente hacia una nueva relación en cuyo camino dejará jirones de su vida y se agravará su enfermedad.

 No hay que olvidar que PIEDAD es una niña enferma, diagnosticada de epilepsia generalizada con tendencia a empeorar si las condiciones ambientales y afectivas no le son favorables. Es, pues, una niña en grave situación de riesgo -provocado y mantenido por un sistema que está precisamente para evitarlo- que estaba en estudio médico cuando fue retirada de su entorno, pendiente de una resonancia, con prescripciones muy severas respecto a la continuidad de su tratamiento y al cuidado y atención de sus constantes afectivas, familiares y ambientales.

 Volviendo a la pregunta. Si el sistema de Protección de Menores no está diseñado para maltratar, abandonar, y colocar en situación de riesgo a los niños y a las niñas ¿Por qué se maltrata a PIEDAD? ¿O es que no la está maltratando?.

 Evidentemente, PIEDAD es una niña maltratada y quienes le están causando ese maltrato son unos maltratadores que no pueden eludir su responsabilidad escondiéndose tras las bambalinas de las órdenes que reciben y en la intocabilidad de la acción de la Justicia.

 A ese efecto lo expresa claro y contundente el psicólogo Eduardo Riol cuando dice que “en este país existe la posibilidad  de inhibirse de una actuación profesional impuesta alegando objeción de conciencia”, pues “desde el enfoque de la Salud y el Bienestar Social no se puede ser cómplice del martirio afectivo de una niña indefensa que – si alguien no lo remedia pronto- quedará marcada para siempre.”

 PIEDAD, por lo tanto, es una niña maltratada por la Administración mientras continúe en su actual estado, y, como mucha gente piensa, incluidos técnicos y profesionales, es una niña torturada, pues como afirma el doctor Gabriel Contreras Alemán autor de un trabajo científico sobre el Síndrome de Carencia Crónica Afectiva (Universidad de Granada, 1997) “interrumpir los lazos y vínculos puede constituir un error disparatado, de efectos devastadores como, tal vez, irreparables, pese al parcheo de la ayuda psicológica inmediata, con lo que podremos estar fabricando desequilibrados psicoemocionales y futuros”.

 Por eso pedimos desde el sentido común, desde la sensibilidad, desde la coherencia y desde la humanidad, que se pare esta máquina de hacer daño y se permita a PIEDAD establecer contactos con su mundo, respetando su autonomía como persona, sus derechos, sus intereses y sus necesidades, pues un sistema protector no debe convertirse en opresor aunque lo mande un juez.

 Málaga, 31 de Mayo 2007.