¿DE QUÉ SE ESTÁ PROTEGIENDO A PIEDAD?
He estado siguiendo la información que me ha facilitado Prodeni sobre
Piedad, así como la carta escrita por el psicólogo Eduardo Riol Hernández, y
también he contestado con indignación un artículo que, alguien que se dice
periodista, escribió un mal día en un periódico de esta isla.
Ni que decir tiene que comparto totalmente las afirmaciones del señor
Riol. No soy psicóloga y, por tanto ignoro todas y cada una de las llamadas
“técnicas de reestructuración”, pero sí soy madre, profesora de
secundaria y, últimamente, gracias a mi primera vocación, la de escritora, he
tenido la oportunidad de entrar en contacto con niños de primero de primaria (
de un año más de los que tiene Piedad) y he vuelto a recordar lo frágiles que
son, la necesidad de apoyo que necesitan; cómo están de indefensos ante
cualquier “salida de tono”, ante cualquier juicio de valor, ante una mínima
falta de atención. De ahí que me angustie pensar qué estará pasando por la
pequeña y frágil mente de Piedad: a qué verdad acogerse, por qué debe
cambiar sus sentimientos.
Ser madre no son solo los nueve meses de un embarazo ni un parto. Ni
siquiera alimentar y cuidar físicamente a los hijos. Es dedicación, cariño,
educación, confianza, estabilidad; algo que solo tuvo Piedad a partir de que
fue acogida.
Si eso lo entendieron tan bien los responsables de Menores cuando
decidieron entregársela a Sole ¿Qué es lo que ha pasado ahora? ¿Es que el
hecho de una reclamación por parte de la madre biológica puede echar por
tierra, de la noche a la mañana, toda una labor de cariño y entrega?
A todas estas, se ha hablado mucho del “daño” que los
“exacogedores” (así los llaman ahora)
puede hacerle a Piedad, pero nada sabemos de por qué esta niña fue dada
en acogida –sólo que se encontraba en situación de desamparo-. ¿Por qué?
¿De qué se está protegiendo a Piedad? ¿Del afecto, de la seguridad de
una familia que ha sabido educarla y darle la estabilidad emocional que
necesita?
Señores psicólogos de Piedad, me gustaría pensar que lo que están
haciendo con ella sea lo que ustedes en conciencia piensan que es lo mejor y que
no se están dejando llevar por lo que conocemos como “ponerse al lado del más
fuerte”
Ha una niña de 5 años en sus manos. No la dejen caer. Saben que se
romperá como un cristal y que cada esquirla va a herirnos y a herirlos mucho más
allá de lo soportable.
Un saludo
Cecilia Domínguez
Luis
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