LAS DOS VARAS DE MEDIR DE LA FISCALÍA CANARIA EN EL CASO SOLEDAD / PIEDAD
19 de Febrero 2010
La intervención del Ministerio Fiscal en el juicio
del día 18 de Febrero contra Soledad Perera en Las Palmas de Gran Canaria, no
por esperado ha sido menos decepcionante, pues se ha limitado a reproducir los
mismos esquemas que viene planteando a “piñón fijo” desde su primera
acusación allá por 2007, extrayendo y aislando del acto en sí de supuesta
desobediencia, el entorno, circunstancias, emociones, sentimientos, actas médicas,
gestiones a la desesperada de una madre no menos desesperada que sabía el dramático
destino de la menor… E igualmente pasando por alto las notorias
irregularidades de las órdenes o mandatos, y despreciando la unidad de acción
de los actos que se le imputaban, para llevarla sucesivas veces ante los
tribunales con la evidente finalidad de ingresarla en prisión para escarmiento
y aviso de navegantes.
La beligerancia del Ministerio Fiscal en contra
de Soledad Perera, junto a la tibieza que demostró en el trato dado a la niña
PIEDAD, no ha pasado desapercibida a la sociedad canaria, mayoritariamente crítica
con la institución, hasta el punto que cuando el Fiscal expuso en la sala que “ha
habido confusión en la opinión pública al interpretar esta causa”
actuaba a la defensiva para convencernos a todos, no a quien presidía el
tribunal, que nada tenía que ver ese entorno, circunstancias, emociones,
sentimientos, actas médicas y demás, con el hecho en sí de la de
desobediencia y con la necesidad de una condena que sirviera de castigo y
escarmiento. Es decir, asépticamente, igual que un experto biólogo en un
laboratorio, el Fiscal pretende aislar e incomunicar del complejo entramado del
contexto, la acción que se imputa a Soledad, sin hacer añicos la prueba
experimental, cosa harto imposible al desnaturalizar y desgarrar dicho acto haciéndolo
irreconocible, siendo tal el impulso y el esfuerzo del Fiscal en querer
conseguirlo que llama poderosamente la atención que no haya hecho nada,
absolutamente nada, cuando se trató de defender las garantías jurídicas de
los derechos de PIEDAD, abandonada en el litigio igual que objeto o cosa, y
sufriendo actualmente absoluta orfandad en un centro de menores.