"No
sé quién me maltrató más, mi ex marido o el juez Ferrín"
Una
mujer recobra la custodia de sus hijas retirada por el polémico magistrado
DIARIO
EL PAIS, MARUXA RUIZ DEL ÁRBOL
- Madrid - 11/06/2008
Celia Rodríguez Cuenca, de 38 años, no
tiene miedo de hacer público este caso. Ya no. No teme nada desde que, hace dos
meses, consiguió la guarda y custodia de sus dos hijas, de 13 y 15 años, tras
cinco años sin ellas. Ese lustro, han vivido con su padre, sobre el que pesan
ya tres órdenes de alejamiento por malos tratos a Celia y cinco condenas en
firme: por cuatro faltas y un delito (malos tratos habituales). "Ya he
temido suficiente. Ahora quiero contar la historia de un proceso judicial
calamitoso y ponerle punto final", dice Celia haciendo un juego de palabras
con el nombre del juez que ha instruido su caso, Fernando Ferrín Calamita. Es
el polémico titular del Juzgado de Familia número nueve de Murcia, acusado de
homofobia por impedir durante dos años que dos lesbianas adoptaran. Está
suspendido cautelarmente de sus funciones desde febrero, después de que la
pareja presentara una querella contra él por dilatar el procedimiento.
En 1999, Celia se separa de su marido,
J. C., después de siete años de matrimonio y se lleva a sus hijas con ella.
Ese mismo año se le impone la primera orden de alejamiento a J. C. En 2003 pide
el divorcio. Su solicitud cae en el juzgado de Calamita. Él instruye el caso,
firma el divorcio y otorga la guarda y custodia de las niñas a su padre por ser
"una madre manipuladora", según argumenta en la sentencia. En ese
momento, ya pesaban sobre él "cuatro condenas por juicios de faltas y una
por un delito de maltrato habitual según afirma Celia Rodríguez. Calamita lo
obvió en su sentencia. En 2002, Celia se volvió a casar con un conductor de
autobuses toledano llamado Jaime Pérez y se fue a vivir con él. "El juez
dijo que yo no era una buena influencia para mis hijas y que lo que quería era
alejarlas de su padre llevándomelas a Toledo". Mientras, el juzgado número
nueve de familia de Murcia le quitaba la custodia a Celia, el penal 5 de la
misma ciudad le imponía a J. C. su segunda orden de alejamiento.
Durante cuatro años, Celia y Jaime
viajaron cada 15 días a ver a sus hijas, de Toledo a Murcia, de Murcia a
Toledo. Pero lo peor estaba aún por llegar. El 28 de mayo de 2008, Celia recibió
un auto por el que se prohibió "todo tipo de comunicación por teléfono,
carta o Internet". Estaba basado en un informe psicosocial que le
diagnosticaba un síndrome de alienación parental. Es un trastorno por el cual
una de las partes de la pareja pone a sus hijos contra la otra. "Durante
seis meses no supe si mis hijas estaban vivas o muertas".
A finales de julio de 2007, la fiscal
general de violencia, Soledad Cazorla, conoció el caso. "La sentencia me
pareció drástica e inusual", reconocía ayer a este períodico.
"Celia Rodríguez ha luchado por sus hijas y creo que su petición (obtener
su custodia) es muy razonable". Por eso mandó una carta al juzgado de
familia expresando su preocupación por el caso y pidió que los tribunales
penales y de familia que trataban el caso se coordinasen. Cazorla es, además,
muy crítica con la existencia del síndrome en que se basó el juez. "Es
una teoría pseudo científica que no está reconocida por la Organización
Mundial de la Salud. Si un niño ha visto maltratar a su madre es normal que
reaccione contra su padre".
Sólo cinco cartas que las niñas
mandaron a su madre pidiendo ayuda y un traslado de expediente del juzgado de
familia número nueve de Murcia al número tres de Toledo forzaron el tardío
pero feliz desenlace. Por los constantes retrasos que se daban en el
enjuiciamiento en los casos, Calamita accedió a firmar ese traslado.
"Entonces mi marido", cuenta Celia, "sabiendo que ya no tenía
nada que hacer, decidió llegar a un acuerdo conmigo". En ese acuerdo se
restituye la guarda y custodia a su madre y se establece un régimen de visitas
y una pensión para el padre. El texto que firman dice que en el comportamiento
de ambos padres "siempre primó el interés y el bienestar de los
menores", aunque cada uno lo hiciera a su manera.
"No sé quien me ha maltratado más,
si mi ex marido o el juez Fernando Ferrín Calamita". Su ex pareja todavía
tiene una orden de alejamiento de ella pero ahora ha rehecho su vida y tiene a
sus dos hijas en casa, además de un niño de cuatro años que nació de su
relación con Jaime. Antes explotaba de rabia, ahora explota de vida.
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