
Princesa se llama Fátima
La niña de 11 meses que llegó en patera está con una familia de acogida
JOSÉ PRECEDO 14 AGO 2014 - 21:39

Iván Cote, patrón de la LS Hermes de Cruz Roja, alza en brazos a Fátima
en el puerto de Tarifa. / M.
M.
Sus rescatadores le llamaron Princesa. Pero su nombre real es Fátima.Es
la bebé de once meses que cruzó desde Tánger el
estrecho de Gibraltar, el pasado martes, a bordo de una lancha de juguete
junto a otras ocho personas (entre ellas otras dos bebés y dos mujeres
embarazadas). Pero entre los pasajeros no estaban sus padres.
Tras la repercusión de su caso —las televisiones la han convertido en la
cara de esta crisis— las fuerzas de seguridad ya han podido ponerse en
contacto con sus padres y ahora tratan de facilitar el reencuentro y
acercarla a su madre. Sus acompañantes en la lancha, únicos testigos de lo
que sucedió la madrugada del lunes antes de hacerse a la mar en esa playa de
Marruecos, aseguran que no fue abandonada sino que sus progenitores no
pudieron zarpar en medio de una trifulca a base de pedradas con la
gendarmería de Tánger.
Desde que fue recogida
en alta mar por los servicios de Salvamento, lo que le sobran a Fátima
son padrinos. En la asamblea de la Cruz Roja en Tarifa los dos primeros
biberones se los proporcionó María Ángeles que la acunó en su regazo después
de una larga siesta de seis horas. Y ese mismo martes pasó la noche en casa
de otra voluntaria de la ONG que pide no ser identificada. Jugó hasta
cansarse con sus dos hijos de ésta antes de caer rendida. A la mañana del
miércoles, bien temprano, sus pequeños amigos lloraron al verla marchar de
nuevo camino de la sede de la Cruz Roja en Tarifa. Allí la esperaban tres
agentes de la policía autonómica. Sin sirenas ni uniformes. Los tres
vestidos de paisano con un coche camuflado para evitar asustarla y ponerla a
disposición de la Junta de Andalucía.
La despedida de sus ángeles de la guarda en la península hizo saltar sus
primeras lágrimas. De Tarifa, viajó al cuidado de los policías hacia un
centro de acogida de la Junta en La Línea de la Concepción. Llegó a las once
y volvió a adaptarse sin rechistar, como viene haciendo desde el martes al
pasar de mano en mano.
A las cuatro de la tarde del miércoles estaba ya a cargo de una familia de
acogida andaluza, de la que no se facilitan datos para preservar la
intimidad de la bebé. Ya no quedan rastros de los 38,5 grados de fiebre con
que salió temblorosa y empapada de la lancha de Sasemar. En su nuevo hogar,
esperará a reencontrarse con su familia de siempre. Las ONG dan por hecho
que debe ser su madre la que venga a buscarla. El Gobierno andaluz asegura
que la decisión de buscar una familia de acogida provisional obedece a
preservar el bienestar de la pequeña.
En el hospital Punta Europa de Algeciras, dio a luz este jueves una
mujer procedente de Costa de Marfil que
rompió aguas poco después de llegar al pabellón de Tarifa tras ser rescatada
en el Estrecho. La embarazada, que lo estaba de ocho meses según comentó a
las voluntarias que la atendieron, se puso de parto cuando estaba
vistiéndose con el chándal de la Cruz Roja. Una ambulancia la trasladó al
centro hospitalario de Algeciras. Madre e hija se encuentran en buen estado.
Del padre no hay noticias y por lo que preguntaron en el polideportivo los
voluntarios de Cruz Roja, lo más probable es que la mujer decidiese hacer la
travesía sola.
Peluches en comisaría
J.P.
Hay ositos de peluche por todas partes. En comisarías,
polideportivos y por supuesto en las sedes de las ONG. Y coches de
policía de juguete. Y juegos de madera. Todo “para alejar a los más
pequeños de su nuevo entorno”. Oficialmente, están detenidos junto a
sus padres.
A bordo de los barcos de Salvamento que los sacaron de las más de
120 lanchas de plástico, llegaron entre el lunes y el miércoles 30
menores al espigón de Tarifa. Algunos, muy pequeños, de meses. “A un
niño lo sacas de la patera, les inflas un guante sanitario, lo
lanzas al aire, y al rato, ya está disfrutando con su nuevo
juguete”, asegura Javier Gil, coordinador de Cruz Roja en Cádiz,
cuyos voluntarios se desviven estos días por atender a los menores.
Los niños fueron los primeros en abandonar los pabellones de Tarifa,
en compañía de sus madres, para ser repartidos por comisarías. A la
de Algeciras llegaron 14, pegados a sus mamás. Allí, los
funcionarios cumplieron con los trámites de filiación. “De entre
todos los que llegan, ellos son casi unos privilegiados, si se me
permite la expresión. Despiertan en todo el que los atiende los
mejores sentimientos. No se enteran de nada”. Guardias civiles,
policías, voluntarios... Todos repiten bromas con ellos y hacen de
la burocracia un juego. Para tranquilidad de los agentes, esta vez
todos los que se presentaban como menores, lo parecían. No hubo que
practicarles pruebas médicas (las polémicas radiografías de la
muñeca que sirven para un cálculo aproximado de la edad).
De las comisarías, los menores acompañados salen hacia casas de
acogida con sus madres, que reciben allí clases de español y
asistencia jurídica. La estancia puede prorrogarse de tres meses a
seis, dependiendo de su vulnerabilidad. Voluntarios y enfermeros han
visto mucha en los llegados esta semana a las costas de Cádiz.
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