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Un altar para el primer maestro laico
Un libro rescata la vida y la obra de Vicente Ramírez
Brunet, un pedagogo malagueño que fundó en Cádiz hace 145 años un influyente
centro de enseñanza independiente de cualquier organización religiosa y
credo y que, además, desarrollaba innovadoras actividades para la enseñanza
víctor a. gómez 09.06.2019
Estatua de Johann
Heinrich Pestalozzi en Suiza. Roland
Zumbuehl
Pestalozzi, la inspiración de Ramírez Brunet
Cuando entró en una logia masónica, Ramírez Brunet
no eligió el nombre de Pestalozzi de manera casual. En realidad, era un
homenaje a uno de sus grandes inspiradores, Johann Heinrich Pestalozzi,
pedagogo y reformador suizo que creía que la solución a las
contradicciones y la pobreza en la sociedad se debían buscar en una
buena educación. En la imagen de la página, una escultura en Suiza en
homenaje a Pestalozzi; en España no hay ninguna para Vicente Ramírez
Brunet |
El Colegio Pestalozziano tenía periódico propio,
grupo de teatro infantil, usaba canciones para enseñar geografía y tenía
formación básica ocupacional
Málaga destaca como tierra de algunos de los más
decisivos pedagogos de la España reciente: Alberto Jiménez Fraud, el
factótum de la Residencia de Estudiantes, y Salvador Giner de los Ríos, el
fundador del Instituto de Libre Enseñanza, son dos figuras capitales en la
educación de nuestro país, revolucionarios callados pero hondos, humanistas
de tomo y lomo que contribuyeron a una edad de oro cultural. Junto a ellos,
una figura de similar altura pero mucho más desconocida: la de Vicente
Ramírez Brunet, cuya vida y obra es ahora reivindicada en un libro de Manuel
Almisas Albéndiz recién publicado, Vicente Ramírez Brunet, el primer maestro
laico (Editorial El Boletín-El Puerto)
«¿Se imaginan hace 145 años un colegio con gimnasio,
con grupo de teatro infantil, con periódico propio, con ajedrez en los
recreos, con canciones para aprender la geografía, con formación básica
ocupacional, y encima un colegio laico o neutral? ¡Pues existió en Cádiz y
lo fundó Ramírez Brunet!», escribe Almisas Albendiz, responsable de una
investigación pionera sobre un hombre apenas reivindicado (googleen su
nombre y apellidos y obtendrán sólo unas cuarenta referencias, algunas
irrelevantes).
Vicente Ramírez Brunet nació en Churriana (Málaga) el
3 de enero de 1843, primogénito de la gaditana Claudia Brunet Beltrán, hija
de un capitán de los Voluntarios de Extramuros de Cádiz, y del malagueño
Vicente Ramírez Rodríguez, médico-cirujano formado en la Facultad de
Medicina de Cádiz, ciudad donde ambos se conocieron y se casaron. Vicente
fue criado en Málaga, pero al morir su padre, a los 10 años, se trasladó a
Cádiz, para residir con una tía. Estudió en la Escuela de Industria y
Comercio pero pronto sintió la llamada de la docencia (comenzó a impartir
clases particulares de Matemáticas) y la política (fue concejal del primer
ayuntamiento republicano de Cádiz). Dos pasiones que fundió en el pleno del
28 de marzo de 1873: «Que la ilustración del pueblo sea la primera piedra
sobre la que se afirme nuestra gran doctrina. Que la escuela se parezca a un
pueblo microscópico de pequeños habitantes en donde se aprenda todo lo bueno
que el hombre tiene necesidad de practicar y saber al tratar con sus
semejantes en la vida de la sociedad», dijo.
Nombre simbólico
Ramírez Brunet se inició en la masonería y adoptó el
nombre simbólico de Pestalozzi. Fundó varios círculos librepensadores y,
finalmente, su propio colegio, la gran obra de su vida, el Colegio
Pestalozziano. En la planta baja, estaba el colegio propiamente dicho; en la
superior vivían el pedagogo y su madre (pronto fallecería). Amalia Carvia,
sufragista, feminista, profesora y amiga del malagueño, escribió: «Cuando
sus pequeños discípulos salían de la escuela, él cogía la escoba, barría,
fregaba el suelo, hacía todo lo que aconsejaba la higiene para que su pobre
establecimiento estuviese en buenas condiciones; él guisaba su comida, él
lavaba su ropa y era de ver cómo aquel hombrachón, con su negra y espesa
barba, hacía todos los menesteres de una criada por no poderla pagar... ».
A los 41 años, Vicente Ramírez se casó con Rita Ángel
Seguí, que participó activamente en el Colegio Pestalozziano, impartiendo
clases a las alumnas femeninas. El centro llegó a tener 160 alumnos de
primera y de segunda enseñanza. Apenas hay bibliografía sobre los métodos y
actividades del malagueño pero la investigación de Almisas Albéniz concluye
que fue «uno de los precursores de la pedagogía científica de nuestro país».
Penosa
La situación económica del matrimonio Ramírez-Seguí
fue casi siempre penosa, y el Colegio Pestalozziano, por el marcado carácter
republicano de su fundador, fue objeto del acoso frecuentes de los sectores
más católicos de la sociedad gaditana. La familia iba de casa en casa, cada
vez más pequeña y humilde. Murieron los dos hijos que tuvieron. Pronto
falleció también el propio pedagogo, víctima de una obstrucción intestinal.
Los diarios republicanos de Cádiz, La Lucha y El
Pueblo, abrieron sus ediciones con la noticia de su muerte y funeral: 2.000
personas formaron el cortejo fúnebre por las calles de la ciudad. Escribió
Amalia Carvia: «Cuando se escuchan las cosas que Ramírez Brunet hizo para
sostener su querido colegio, asoman lágrimas a los asombrados ojos y del
corazón sale este grito: Un altar para este hombre». Un altar para el primer
maestro laico de España. Aunque, de momento, valdría el reconocimiento y su
reivindicación.
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