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Tan sólo un monitor
que vele por Dunia
Dunia Blondel tiene
12 años y piel de mariposa Cualquier roce o caída puede resultar muy
dañino y la familia pide recursos para que pueda estudiar en el
instituto en el que está matriculada
Cristina Fernández
málaga
17.09.2015
El primer día de
clase en su nuevo instituto fue y no fue. Dunia Blondel, una niña de 12
años con piel de mariposa -epidermolisis bullosa- llegó con sus padres
al IES Galileo y entró ilusionada y dispuesta a comenzar una nueva etapa
educativa. Pero cuando comprobaron que el centro en el que está
matriculada no disponía de monitor para atender sus necesidades tuvo que
salir de nuevo para no volver. Por el momento. La inspección educativa
deriva a la menor al instituto Capellanía, pero la familia no quiere
escolarizarla en dicho centro porque asegura que existe una sola
monitora para atender a siete niños con discapacidad y eso es "una
barbaridad". Dunia sería la octava y pretenden huir de esa
"masificación". Están dispuestos a llevar su caso ante la justicia.
Su enfermedad, que le hace tener una fragilidad extrema en la piel y las
mucosas, la obliga a ir totalmente vendada. Requiere ayuda para ir al
baño y cierta protección para que un roce, un golpe o una caída no "la
desgarre", como dice Chelo Gómez, su madre. "También para abrirle una
botella de agua o el batido del recreo", agrega. "Lo que necesita es una
persona que la acompañe y la proteja un poco de los demás, que vele por
ella durante el periodo escolar como hacemos nosotros, para que tenga
una vida lo más normal posible y no esté aislada en un rincón", pide
Carlos Blondel, su padre.
Dunia no pudo ir al colegio que tenía más cerca de su casa, en Alhaurín
de la Torre. Desde Educación concluyeron en su informe que el centro más
adecuado para ella era el CEIP Los Manantiales. "Y lo primero que nos
encontramos fue que su clase estaba en una primera planta sin ascensor,
por lo que su madre tuvo que estar subiéndola y bajándola, unas veces
andando y otras en brazos, al menos dos cursos hasta que pusieron un
ascensor", explica Carlos Blondel. Pero lo que peor llevaron de esa
etapa fueron los recreos. "Por la falta de recursos no estaba bien
atendida, tenía una monitora que estaba súper saturada de niños y el
recreo lo pasaba sentada en una silla en una esquina del patio, no se
podía mover, así un año tras otro", denuncia. También, asegura, que
"cuando mi hija necesitaba ir al baño, si la monitora estaba atendiendo
a otro niño, se hacía sus necesidades encima" y en las excursiones
"tenía yo que ir con ella porque no había personal para subirla y
bajarla del autobús y atenderla", agrega Blondel.
Para ellos, ir al instituto Capellanía sería repetir esa experiencia.
"Ahora me la quieren mandar a un centro donde no existen los medios
suficientes para atenderla cuando estamos matriculados en otro que sí
los tiene y lo que tan sólo hace es contratar a un monitor", dice la
familia. Asegura que el instituto cuenta con sillas acolchadas, con una
parada para discapacitados en la puerta, un ascensor... lo que falta es
un monitor. Y Blondel subraya que informaron al centro de sus
necesidades y desde la dirección del mismo se les aseguró que se iba a
pedir este recurso.
"El inspector dice que a estas alturas ya están todos los recursos
repartidos y son cosas difíciles de cambiar y que van a trasladar
nuestras inquietudes a la administración", apunta el progenitor, que
lamenta que su hija se esté perdiendo clases. "Voy a reunir toda la
documentación que tengo y si nos obligan a llevarla a Capellanía vamos a
ir al juzgado a que un juez nos diga si es coherente mandarla a un
centro tan masificado", señala el padre de la niña, que recibe atención
psicológica por el "aislamiento" al que se ha visto sometida, según
afirma la familia. Ellos demandan alguna facilidad para una niña que,
nada más nacer, la vida se le puso en contra.
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