Hay
una escuela en Ferrol que combina dos ingredientes que, a
priori, parecen polos opuestos: la mitad de su alumnado está en
riesgo de exclusión social, pero acumulan una larga lista de
premios gracias a un modelo educativo que en el CEIP San Xoan de
Filgueira funciona a la perfección desde el 2005. El último
galardón importante, el Especial del Maestro@ 2013, se debió a
un proyecto titulado «San Xoán de película: Una escuela
inclusiva a través del cine», y que presenta cada lección con
una película.
La
directora de esta escuela, en un barrio próximo al centro,
aunque con amplios espacios verdes que recuerdan a una aldea y
no pocos asentamientos chabolistas cerca, inicia cada jornada
atendiendo a las familias durante una hora, algo poco habitual
en otros colegios, donde lo normal es que los docentes departan
con los padres unos minutos. «A recepción das familias é unha
parte moi importante do noso traballo, porque nos permite axudar
os nenos no seu entorno e tamén de paso implicar os seus pais no
proxecto», explica la directora Marián López Romalde en unos
pasillos que acogen buena parte de las actividades paralelas a
un programa lectivo que en este centro tiene el mismo nivel de
importancia que las sesiones en las que se aprende a convivir, a
ayudar a los demás o a comportarse bien en el comedor.
«Insistimos moito nas normas, en que os rapaces interioricen que
para que as cousas funcionen ben deben comportarse pensando nos
demáis e para iso as veces é moi interesante programar unha
película na que se reflexen esos valores», cuenta ante uno de
los paneles que se detalla la lista de proyecciones. Detrás de
las actividades audiovisuales hay muchas estrategias basadas en
la inteligencia emocional y en la resolución de conflictos, uno
de los ejes sagrados de este plan educativo. En la escuela hay
rincones para resolver trifulcas, todos los alumnos saben dónde
están y conocen casi de memoria el decálogo de normas e
instrucciones que cuelga de la pared en estas zonas. «Cando o
conflicto é menor, temos un protocolo para que os implicados
traten de resolver as súas diferenzas eles solos falando; pero
si se trata de algo máis serio intervimos e chamamos os país ou
o que faga falla», precisa una directora que, al igual que el
resto de los docentes, trabaja casi más en los pasillos del
centro que en las aulas, porque el diálogo es fundamental en
esta escuela, donde se potencia la espontaneidad de todos:
pequeños, mayores y trabajadores.
Sin apenas absentismo
escolar
Marián se cruza con un grupo de tres niños en los que dos llevan
de la mano al otro y en seguida elige esa imagen como la
filosofía de su escuela: «Son dous rapaces de etnia xitana que,
sen que ninguén lles pedira nada, levan a un compañeiro con
necesidades especiais a súa aula», cuenta para pasar a detallar
que uno de los grandes logros de su cuadro docente no ha sido
tanto acumular premios en los últimos años, sino implicar a
algunos padres, sobre todo a los de determinadas etnias, después
de hacerles ver que la escuela es algo bueno para sus hijos y no
una imposición de la administración sin la que no podrían seguir
contando con ayudas sociales.
«Estamos moi orgullosos, porque puidemos conseguir que os pais
se preocupen porque os seus nenos veñan a clase e o absentismo
se reduciu ao mínimo», cuenta poco antes de que comience una de
las actividades estrella en el centro y que se basa en un
sistema de apadrinamiento literario, gracias al que los alumnos
mayores protegen desde el inicio del curso a un estudiante de
los primeros ciclos. «Non hai que dicirlles nada, eles van
buscar o libro e ao seu afillado e elixen un espazo do centro
para facer a lectura», detalla Marián ante unos pasillos que se
llenan de corrillos en torno a un cuento y en los que apenas se
pueden encontrar desertores de una actividad muy efectiva en el
fomento de la lectura.
En el
San Xoan da Filgueira los recreos de los miércoles convierten la
escuela en un gran club de lectura en el que, en ocasiones, se
invierten los papeles. «As veces os pequenos son os que terminan
lendo os maiores ou rematan cambiando os contos porque así lles
gusta máis», explica la directora antes de saludar a un grupo en
el que una niña de los últimos cursos atiende el relato de un
chaval al que le lleva varios años.
La
lectura es solo uno más de los contenidos esenciales para un
programa que obtuvo cerca de un millar de votos en web
www.accionmagistral.org y que les permitió colocarse en los
primeros puestos, entre otros siete colegios de España con
programas sensibles y diferentes: «Nos traballamos a inclusión,
pero sobre todo a educación en valores e que os rapaces aprendan
a axudarse uns a os outros. Tentamos que se respeten e que vexan
as diferencias que hai entre eles como algo normal,
enriquecedor», detalla la responsable de un centro cuando se le
pregunta por sus secretos para hacer que funcione una receta
que, a priori, contiene ingredientes difíciles de maridar con
éxito.
Las
metodologías se adaptan a cada necesidad y cuando es necesario
mostrar los valores de la amistad, antes de cualquier
conferencia se recurren a historias escritas, audiovisuales o
relatadas por algún miembro de la comunidad. «Temos que ir vendo
como ensinar cada cousa, como atender a cada grupo, porque aquí
hai extranxeiros, rapaces con problemas e todos os demáis que
tamén teñen as súas necesidades, pero creo que se poden
enriquecer conviviendo con personas diferentes», resume Marián
antes de mostrar algunos de las decenas de paneles que apenas
dejan un espacio libre de las paredes de la escuela.
La
memoria de este modelo educativo está colgada con chinchetas y
celo: hay posters dedicados al consumo responsable, uno de los
capítulos en los que se insistirá a lo largo de este curso;
murales sobre las películas que más han gustado entre el
alumnado y hay muchos dibujos, figuras y creaciones en papel con
mensajes antiviolencia en los que el término mágico es
«respeto», algunos de los cuales han valido más premios en los
cursos pasados al San Xoan da Filgueira. El último de los
grandes galardones supone una pequeña recompensa económica tanto
para los profesores, como para el centro escolar (unos 2.000
euros). Sin embargo, este aliciente es casi el menos importante
en una comunidad, donde muchas de las familias pasan por apuros.
«El premio es estar aquí, es un centro muy especial», resume la
directora.