Cumplió 14 años en junio y siempre fue un buen estudiante.
Sin embargo, su conducta cambió cuando entró en el
instituto: las notas empeoraron y en los últimos dos años ha
sido expulsado de tres centros escolares. Su madre, Ana,
está desesperada. Asegura que la Administración no quiere
hacerse cargo de su hijo, diagnosticado con un trastorno de
negativismo desafiante, «porque no tiene medios suficientes
para atenderlo», asegura. Y así, en cuanto el chaval da el
mínimo problema en clase, expulsión y para casa. «Y ya se
desentienden, no sé qué hacer con él».

Ana en casa con su
hijo, que ha sido expulsado del centro escolar. C.Q.
Ana explica que este
año su hijo se pudo matricular en un centro próximo al
domicilio familiar en Cambre. Pero allí no ha durado ni un
mes. Acaba de ser expulsado de forma definitiva por amenazar
a una profesora. Relata que la docente pidió a su hijo que
cerrara una ventana, pero él se negó. «Saben que su carácter
es fuerte y lo buscan para que salte y mandarlo para casa.
El caso es que mi hijo ese día acabó siendo trasladado en
ambulancia al hospital con una crisis de ansiedad». La madre
del estudiante reconoce que el trastorno que padece su hijo
no es fácil de llevar porque está continuamente desafiando
la autoridad, pero eso no es excusa «para que, en cada
centro en el que ha estado, se lo quieran sacar de encima».
Y ahora, como la expulsión es definitiva, el menor está en
casa, sin escolarizar, y a la espera de lo que decida la
jefatura de Educación.
Ana reclama a la Xunta
que los centros educativos tengan profesionales
especializados en este tipo de alumnos. «Lo reclamo para mi
hijo y para los que están en su misma situación. No quiero
que hagan excepciones, pero tampoco quiero que mi hijo acabe
interno en un colegio lejos de casa (en el centro O Pedroso
de Santiago) y en el que, seguramente, no encontrará el
apoyo que necesita», explica Ana. De hecho, los psicólogos y
psiquiatras que han tratado a su hijo le dicen que ese
centro podría incluso ser perjudicial para él ya que está
orientado a niños con problemas muy graves de conducta. «Y
este no es el caso, porque en casa no hay problema.
Simplemente hay que saber cómo decirle las cosas», explica
la madre. Hasta ahora, Ana hizo «todo lo que me mandaban las
instituciones», asegura. Pero después de los últimos
acontecimientos ha decidido emprender una lucha más visible
porque «me han mareado mucho y no me dan una solución».
Desde la Consellería
de Educación explicaron que la madre de este alumno tiene la
posibilidad de presentar una reclamación por la expulsión de
su hijo y que Inspección podría abrir entonces un expediente
para aclarar cómo se desarrollaron los hechos. También
confirmaron que el menor «no quedará sin escolarizar» y que,
en todo caso, se le recomendará otro centro por cercanía,
plazas vacantes o la atención especializada que pueda
ofrecerle.
La madre del joven
denuncia que, en realidad, estas situaciones no hacen más
que empeorar la conducta de su hijo. «Reconozco que es una
patata caliente para la Administración. Pero es que no
quieren saber nada de él. No lo dejan cambiar y eso que él
se esfuerza», dice.
Desafío a la
autoridad
Mónica
González López, psiquiatra de la unidad de Infantil del
Hospital Teresa Herrera de A Coruña y miembro de la
Asociación Gallega de Psiquiatría, explica que este tipo de
trastornos pueden tener un componente genético (una
alteración en los neurotransmisores) y una parte ambiental,
pero la única solución eficaz es seguir una psicoterapia.
«Son niños con comportamientos generalmente de desobediencia
y desafío a las figuras de autoridad (padres, profesores...)
y de negación de cualquier norma o límite», indica. Y como
en muchos centros no hay personal especializado o los
orientadores se ven desbordados ante la falta de medios,
muchos niños acaban derivados a centros específicos que son
para conductas más graves. «Harían falta más especialistas y
recursos intermedios», reclama.
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/galicia/2014/10/10/quieren-saber-hijo/0003_201410G10P16991.htm