ABC EDUCACIÓN
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«Los adolescentes son
los grandes olvidados de esta sociedad»
Entrevista Sarah Cardelús, directora del
colegio City Country School, primero de España en lanzar un programa
Montessori para niños de entre 12 y 15 años
Sarah
Cardelús, directora del City Country School, en una de las aulas del colegio
- MAYA BALANYA
MADRID/ 11/01/2018
María
Cuesta
@cuestaguilar
Rebeldía, retos,
enfados, cambios de humor... La adolescencia es probablemente la etapa
más temida por los padres a la hora de afrontar la educación de sus
hijos. Se trata, sin embargo, de una fase crucial en la vida de las
personas, en la que se fijan muchos de los rasgos, recursos emocionales e
intereses que tendrá el adulto del mañana. Si a ello se une un sistema
educativo muy alejado de los intereses e inquietudes de los chavales el
resultado puede ser explosivo. Porque, ¿cómo encaja esta revolución personal
en la escuela? ¿Responde el sistema a las necesidades de estos años tan
cruciales?
“La adolescencia es un
periodo fascinante. En esta etapa los chicos están llenos de creatividad,
ganas de aportar, de hacer del mundo un lugar más justo... Y sin embargo
nuestra sociedad los ha apartado y se ha consolidado la idea de que la
adolescencia son unos años a olvidar, que hay que pasar rápido. Pero nada
más lejos de la realidad. Es una fase rebosante de potencial”. Quien
responde es Sara Cardelús, directora del colegio City County School, uno de
los pocos de Madrid que sigue la pedagogía
Montessori -el término “Montessori” no está patentado, por lo que muchas
escuelas lo añaden a sus nombres como reclamo aunque no siguen los
principios de esta pedagogía- y el primero de España en lanzar un programa
para adolescentes, que ha arrancado este año su primera promoción.
La historia de Cardelús
es tan poco convencional como el colegio que dirige. Nació en Madrid, de
madre americana y padre español. Su familia fue saltando de país en país por
motivos laborales hasta que, a sus trece años, se asentó definitivamente en
Estados Unidos. “Dejé el colegio temprano porque no me gustaba, me aburría.
En la universidad todo cambió y me di cuenta de que las cosas no tenían por
qué estudiarse como yo las había estudiado”. Ingresó en la Columbia
University para estudiar literatura comparada e historia antigua, luego
realizó varios máster y se formó en Montessori para niños de seis a doce
años y adolescentes.
Detalle de materiales Montessori del colegio - Maya Balanya
“Hay expertos que aseguran que buena parte de los
grandes logros de la humanidad debieron de emprenderlos adolescentes. ¿Quién
si no se lanzaría a explorar nuevos territorios o mares? ¿Quién se atrevería
a hacer este tipo de locuras sino un adolescente?”, prosigue Cardelús. Lo
que ocurre es que, en su opinión, actualmente tanto la sociedad como el
sistema educativo se han convertido en un entorno muy hostil para los chicos
de esta edad. “En general para toda la infancia pero en particular para la
adolescencia. A los niños más pequeños se les recibe con una sonrisa, no a
los adolescentes. Además, los chicos de estas edades tienen necesidades
concretas que son muy difíciles de cubrir con nuestro ritmo de vida actual.
En concreto, podrían resumirse en tres: una tribu a la que pertenecer, un
adulto de referencia distinto a sus padres y que sirva de guía y trabajar en
cosas que para ellos tengan sentido”.
Es cierto que la tribu, los amigos, siguen estando
allí, pero las redes sociales está haciendo que las relaciones se estén
despersonalizando a pasos agigantados. El adulto de referencia solía ser un
tío o un abuelo, que acompañaba al niño pero sin ser una figura de autoridad
tan fuerte como los padres. “Ahora, por desgracia, los adultos están
demasiado ocupados y normalmente pendientes del “ring” de un whatsapp”. Por
último, el sistema educativo está muy alejado de los intereses de los
chicos. “¿Qué padre de chavales de esta edad no le ha oído quejarse de que
no sabe para qué le va a servir aprender a hacer matrices?”
En el colegio City Country no hay asignaturas, notas
ni exámenes y en las clases conviven niños de distintas edades. Una fórmula
con la que cada vez se trabaja más en los primeros años de escolarización,
pero que aún es la excepción para los más mayores. El programa para
adolescentes del City Country echó a andar en septiembre y por ahora son
pocos niños pero Cardelús está muy satisfecha con el resultado. Los
adolescentes trabajan en grupo, investigan sobre historia o literatura
siguiendo sus intereses personales, recorren el Madrid antiguo y sus museos,
ponen en marcha proyectos de microeconomía, practican deporte (en el centro
se imparte Aikido, un arte marcial japonés, tres veces a la semana),
cocinan, salen al campo y hacen cerámica de la mano de un reputado
ceramista. Los profesores acompañan y guían a los chicos “de tú a tú,
buscando que la autoridad esté basada en la admiración y el respeto, no en
el miedo”. De hecho, el personal está formado en disciplina positiva y
comunicación no violenta.
El juego al aire libre es parte fundamental del día a día del colegio- MAYA
BALANYA
“Podría decirse que hay dos tipos de educación. La
educación de preguntas y la de respuestas. En general, el sistema se basa en
las respuestas: suele haber sólo una para las preguntas que se plantean y,
además, la correcta la tiene el profesor. La pedagogía Montessori trata de
que el conocimiento se construya a través de las preguntas que se hacen los
alumnos. La función del profesor es acompañar en este proceso”, explica
Cardelús.
Pero, ¿cuál es el nivel académico de los chicos que
se educan en este tipo de centros frente a los que siguen una educación
tradicional? Es, sin duda, la pregunta del millón, aunque no tiene todavía
una respuesta basada en evidencias. “Estamos formando a la primera promoción
y por lo tanto no podemos comparar con los estudiantes españoles de otros
centros. Eso sí, en Estados Unidos o México, donde sí que hay centros de
este tipo, los alumnos cursan los bachilleratos más exigentes con resultados
muy exitosos. Pero, bajo mi punto de vista, que un alumno tenga que
aprenderse de memoria un temario muy extenso no significa que vaya a
aprender más. Quién no conoce a algún adolescente que se ha pasado el curso
en blanco y que al final ha sacado el curso a empujones”, se pregunta
Cardelús.
El objetivo de este centro es que los niños “aprendan
a aprender”. En un mundo que cada vez avanza más rápido y donde la
información vuela de un teléfono a otro, Cardelús apuesta por la profundidad
de conocimiento y la perseverancia. De hecho, los alumnos investigan durante
seis años sobre algunos temas tan amplios como pueden ser la arena o las
monedas. “Llegan a ser verdaderos expertos lo que, desde mi punto de vista,
es algo que marcará la diferencia en el futuro”, concluye orgullosa.
El ambiente preparado es una de las claves de la pedagogía Montessori. En la
imagen, una de las aulas de primaria del colegio City Country School - MAYA
BALANYA
¿Qué es la pedagogía Montessori?
La pedagogía
Montessori tiene su origen en las enseñanzas de María Montessori
(Italia, 1870). Fue la primera mujer italiana en graduarse como doctora en
medicina pero sus inquietudes fueron todavía más amplias. Educadora,
pedagoga, científica, filósofa, antropóloga, bióloga, psicóloga y humanista,
sus propuestas pedagógicas supusieron -y a día de hoy suponen- una auténtica
revolución. María Montessori veía la vida como una serie de
transformaciones, cada etapa se caracteriza por la aparición y desaparición
de potenciales especiales o sensibilidades. Esta serie de transformaciones
son un proceso natural y espontáneo a través de los llamados cuatro planos
de desarrollo: el primero desde el nacimiento hasta los seis años, el
segundo desde el seis hasta doce, el tercero de doce a dieciocho, y el
cuarto de dieciocho a veinte años. El progreso de un niño va desde el motor
sensorial, para pasar después a la abstracción y desde ahí al desarrollo
moral. La metodología propuesta para la primera infancia es muy específica y
detallada. Para la etapa de los 12 a los 18 años María Montessori elaboró un
programa al que bautizó "Erdkinder", que sigue los principios de respeto al
niño y sus intereses aunque es más flexible en cuanto a metodología.
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