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DOMINIO PÚBLICO
Gobierno PSOE- Podemos: ninguna ambición
por la escuela laica
ANTONIO
GÓMEZ MOVELLÁN
Presidente de Europa Laica
4 de marzo 2020
La ministra de Educación, Isabel Celaá, momentos antes de que de comienzo
la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros donde se ha aprobado la ley
de reforma educativa. E.P./Eduardo Parra
El proyecto del gobierno de reforma educativa que se acaba
de presentar para su trámite parlamentario es, desgraciadamente, un proyecto
que no va a cambiar demasiado el sistema educativo. En realidad, un sistema
educativo no se reforma per se por ninguna ley ya que son muchos
los factores que influye en la evolución del mismo. Pero nuestro sistema
educativo es mediocre, segrega socialmente y no promueve la igualdad de las
personas. Revertir esa situación es luchar hoy contra corriente y el
gobierno ha preferido hacer lo que los gobiernos vienen haciendo desde
décadas: mantener un sistema cada año más segregado socialmente. Ha sido
Emilio Lledó quien lo ha advertido desde diversas tribunas: "El permitir
que el poder económico pueda determinar la calidad de la enseñanza o, lo que
es más sarcástico, que el Estado subvencione con dinero público ciertos
intereses ideológicos de un buen aparte de colegios más o menos elitistas
parece, en principio, no solo una aberración pedagógica sino una clamorosa
injusticia (…) El principio esencial del sueño igualitario es la educación.
Su más equitativo y generoso instrumento es la educación pública, con la
pedagogía de la justicia y la solidaridad. El mal más terrible que puede
instalarse en la consciencia democrática es, por el contario, el cultivo
solapado e hipócrita de la diferencia y la desigualdad". Así de claro
lo ha dicho, pero nadie quiere escuchar a los filósofos. Nuestro modelo
educativo reproduce la segregación social existente distribuyendo a los
niños y niñas, no en función de sus capacidades y necesidades, sino de su
pertenencia a tal o cual nivel social y para ello utiliza un sistema público
y otro privado, financiado públicamente. Esa es la realidad. Y todo esto se
hace en nombre de la libertad de enseñanza y de la libertad religiosa. De
ahí proviene, en gran medida, el desorden y el desasosiego escolar. La
educación privada en sus no universitarios supone el 33% de los alumnos
escolarizados cuando la media Europa no alcanza el 10%, es decir, España es
el segundo país europeo donde la enseñanza privada es más fuerte. En algunas
áreas metropolitanas, como Madrid o Barcelona, estas cifran superan el 50%.
Una ley que no aborde el problema de los centros privados concertados y la
fragmentación en dos sistemas de la financiación pública no avanzará
demasiado. Detrás de los centros concentrados, desgraciadamente, existen
muchos intereses ya que la educación no sólo es un servicio público, también
es un negocio con claras implicaciones ideológicas. Es curioso que casi
ningún partido político ponga sobre el tapete la escuela laica. La escuela
laica es más que sacar la religión de los colegios públicos: es tener en
máxima consideración social la enseñanza primaria y secundaria; considerar
la escuela como el elemento central para la emancipación de los ciudadanos.
La financiación pública de una escuela católica, o de cualquier otra escuela
confesional o no, en aras de la libertad religiosa o del fomento de la
libertad de empresa, erosiona nuestro sistema público educativo y refuerza
la desigualdad social e incluso regional.
La libertad de educación es hoy la barricada tras la que
se protegen todos los enemigos de la igualdad. Esa idea de que la educación
debe basarse en las convicciones ideológicas y religiosas de los padres es
una barbaridad. Es justamente lo contrario: la instrucción pública debe
emancipar a las personas de sus vinculaciones ideológicas o religiosas para
aprehender una visión universalista de la realidad. Los maestros, según uno
de los padres de la instrucción moderna, Condorcet, deben ser "los
funcionarios de lo universal". Igual de aberrante es una escuela católica,
que una escuela comunista o una escuela mormona. Todo esto es lo sabe todo
el mundo, pero opera, en la realidad, como justificación de la segregación
social. España es uno de los países donde la desigualdad social ha crecido
mas y en ello no ha sido ajeno el sistema educativo creado en las últimas
décadas.
Pero comentemos el asunto de la asignatura de la religión:
al final el proyecto de ley lo deja sin valor curricular, pero sigue
incrustada en el sistema educativo y de oferta obligatoria en todos los
centros. Actualmente existen más de 18.000 catequistas de religión católica
en el sistema educativo por los cuales pagamos 700 millones de euros (o eso
son nuestras estimaciones ya que el gobierno no se digna a proporcionar unos
datos oficiales). También existe un numero infinitamente menor de
catequistas evangélicos e islámicos. En el año 2018, el 21 de febrero, se
aprobó en el Congreso una proposición no de ley en la cual, el PSOE, Unidas
Podemos y otros grupos, instaban al gobierno del PP a denunciar los acuerdos
en materia de educación con la Santa Sede de 1979 y a sacar la religión
confesional del ámbito escolar. Pues bien, lo que se exigía al gobierno del
PP, ahora que se está en el gobierno no se lo aplica uno asimismo. El PSOE y
Unidos Podemos se comportan, en este asunto, como verdaderos mentirosos que
engañan a los ciudadanos cuando están en la oposición y después hacen otra
cosa en el gobierno. Ya ha dicho la Vicepresidenta primera que el Gobierno
no tiene interés en denunciar esa reliquia del franquismo que son los
Acuerdos con la Santa Sede. Ya veremos: no piense la Vicepresidenta que nos
vamos a quedar con los brazos cruzados. Los ciudadanos y mucho menos los
activistas sociales nos debemos acostumbrar a estas mentiras. Una cosa es un
apoyo critico al gobierno y otra no exigir lo que exigíamos. Lo mismo ha
pasado con el decreto de publicidad del juego donde ha tenido que ser FACUA
quien ha puesto los puntos sobre las íes a un extrañísimo proyecto de
decreto que solo favorece al status quo de los empresarios depredadores de
ese sucio negocio. En este caso es incompresible que los activistas de
Izquierda Unida hayan tragado por semejante incumplimiento, no ya de su
programa electoral sino del acuerdo moderado del gobierno PSOE-Unidas
Podemos.
Si la tramitación parlamentaria no lo remedia, la legión
de 18.000 catequistas católicos, ahora de la mano de unos cientos imanes y
pastores evangélicos, seguirán a sus anchas por las escuelas de España;
habrá cierta respuesta del catolicismo, habrá cierta confrontación ruidosa
para que el proyecto sea aún más moderado pero la patronal católica y la
iglesia católica saben que la ministra Celaa y su equipo se han portado ya
que no tocan lo esencial de su influencia en el sistema educativo. Ahora
sabemos a qué se refirió Pedro Sánchez cuando dijo que se iba a formar un
gobierno progresista moderado: ¡Y bien moderado!
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