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ciencia y
futuro
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CLARA GRIMA
El futuro se escribe con “M" de Matemáticas
La matemática Clara Grima expone algunos buenos
argumentos para invertir en la enseñanza de las matemáticas si queremos que
España salga del furgón de cola de la historia.
05.12.2017
Una pregunta recurrente en cada entrevista que me han
hecho es por qué a la gente no le gustan las matemáticas. Mi primera opción
es repreguntar al más puro estilo gallego, “¿hay
alguien a quien no le gusten las matemáticas?”. Pero como no soy
gallega, y casi siempre voy con prisas, me limito a contestar, educadamente,
enumerando las razones por la que, tras un análisis ni profesional ni
exhaustivo del asunto, creo que las matemáticas gozan de mala fama. Me da
siempre la sensación de que mi interlocutor espera impaciente que señale a
los maestros y a la educación en general como primeros culpables del asunto
pero, casi siempre, yo empiezo por nombrar al conjunto
de la sociedad como primer responsable porque es lo que creo.
No es difícil encontrar a famosetes o tertulianos que
presuman en los medios de su incapacidad para la materia de la que hablamos.
De hecho, no es extraño que el propio periodista que me hace la pregunta
comience nuestra conversación aceptando que él (o ella) las detesta, y
algunos con pudor reconocen que no las entienden. De esto ya hemos hablado
tantas veces que cansa, casi tanto como recordar cada navidad las ínfimas
probabilidades de que te toque el gordo de la lotería o de lo
absurdo que es hacer colas en las administraciones más famosas del país
pensando que eso incrementará las citadas probabilidades. Me cansa un poco
denunciar que los famosetes presuman de su ignorancia en cualquier tema
científico, especialmente en matemáticas. Pero no son solo los famosos
ajenos al mundo de la ciencia, sino que incluso científicos de moderado
prestigio e incluso divulgadores de ciencia reconocen, aunque no en público
eso sí, que no les interesan las matemáticas o bien que no las entienden.
“Se
dedican muchas horas a enseñar cómo enseñar matemáticas pero muy pocas a
enseñar la materia”
Nada de lo dicho en el párrafo anterior descarga de
culpa al sistema educativo en este país en el que, entre otras lindezas, la
formación de un maestro de primaria incluye una proporción ridícula de
conocimientos de ciencia en general, y de matemáticas en particular. De
didáctica de las ciencias y de las matemáticas, sí, un montón. En general se
dedican muchas horas y esfuerzos a enseñar
a enseñar matemáticas pero muy pocas a enseñar la materia, a
mostrar la esencia y los métodos de esta disciplina que, no nos cansamos de
repetir, es las base del conocimiento científico. Y humano. Esta carencia
en la formación del profesorado de primaria genera, en muchos
casos, titulados que se enfrentan a la enseñanza de la asignatura con una
mochila llena de inseguridades que, por muy buenos docentes que sean,
percolan hasta los alumnos. Si a eso le unimos que en secundaria la cosa no
mejora a pesar de la mejor formación matemática del profesorado debido a las
condiciones de contorno del sistema (masificación en las aulas y amplio
espectro de aptitud y actitud en el alumnado), al despejar la x de
esta ecuación lo que tenemos es que la derivada de la
función que mide el número de vocaciones científico-tecnológicas en este
país es negativa. Para los que no recuerden el concepto de derivada
de una función les aclaro que eso significa que dicha función es
decreciente, vamos, que cada vez menos
estudiantes se decantan por una carrera científico tecnológica.
Ojo, que no es esta la única causa, pero sí una de las que empiezan a
señalarse como más importantes. El hecho de que nuestros científicos e
ingenieros jóvenes tengan que adherirse a la popular ‘movilidad exterior’ o
que los que se queden tengan sueldos precarios también tendrá algo que ver
con el descenso de vocaciones. Digo yo.
Sea como sea, ahí estamos. Cada vez con menos jóvenes
queriendo dedicarse a la ciencia y a la tecnología en pleno siglo XXI, en lo
más caliente de la revolución tecnológica. En los últimos días y por
distintas fuentes me han llegado dos informaciones muy reveladoras que
juntas se entienden mejor. Por un lado, Javier
Peláez publicaba esta imagen en su cuenta de Twitter, extraída de este
informe
Variación de la inversión total en I+D entre 2006 y 2016
Creo que no hace falta explicar la gráfica ni qué ha
ocurrido con la inversión en investigación y desarrollo en nuestro país
desde 2009. Tendría su gracia ver la bandera española ‘colgando’de la
gráfica como es moda ahora en muchas zonas de nuestro país si no fuera
porque esta falta de inversión nos conduce al abismo de la desaceleración
económica y el paro.
Estos mismos días llegaba a mis oídos la ¿polémica?
suscitada en Reino Unido con el anuncio de su Chancellor, Philip Hammond, de
destinar una bolsa
extra de los presupuestos a lacaptación de estudiantes para matemáticas
avanzadas, a la formación de maestros y profesores en matemáticas y
atención, a la formación de maestros de primarias en programación y diseños
de videojuegos. A lo mejor ahora se entiende mejor la gráfica. La polémica
en el Reino Unido no viene por el hecho de que se destine dinero extra para
estos menesteres, sino porque las asociaciones deprofesores entienden que es
muy poco, que es “como una gota de agua en el océano”. El hecho es que el
gobierno británico, como casi todo el mundo que se para un poco y lo piensa,
es consciente de que el futuro está escrito con matemáticas, de que el
crecimiento de un país depende de su potencial en tecnología y ciencia y de
que para ello necesita a muchos profesionales que dominen las matemáticas.
El matemáticoEdward Frenkel tiene una frase tan cortita como elocuente para
explicarlo: “Hay una pequeña élite que tiene el poder. Y lo tiene porque
sabe matemáticas y tú no”.
Como dice Frenkel,
“hay una pequeña élite que tiene el poder. Y lo tiene porque sabe
matemáticas y tú no”
Efectivamente, si nos paramos un poco a pensar en quién domina el
mundo nos daremos cuenta de que independientemente de los políticos de turno,
los que de verdad controlan el cotarro son el
FMI, el BCE, Google, Facebook, Amazon, etc… Y lo hacen con matemáticas. Ese
apéndice nuevo que muchos de nosotros tenemos que se ha convenido en llamar‘smartphone’
no es más que una cajita llena de componentes electrónicos que se basan en
algoritmos basados en matemáticas, no necesariamente desarrolladas para
estos sino, algunas veces, de estudios matemáticos que se hicieron en el siglo
XIX, solo por el gusto de avanzar en la materia. Pero no solo nuestros teléfonos
inteligentes, la música que escuchamos en ellos o en cualquier otro reproductor
está arreglada con modelos matemáticos. Nuestros ‘selfies’, Youtube, Instagram...
nada de eso sería posible sin usar matemáticas. Los nuevos avances en
reconocimiento de imágenes, por ejemplo, permitirán (gracias a la cada vez mayor
potencia de computación) diagnosticar un cáncer de piel o un glaucoma con un
móvil. Sí, con un teléfono móvil, con todo lo que ello favorecerá el diagnóstico
de estas enfermedades en países en desarrollo que no pueden disponer de aparatos
de diagnóstico más sofisticados.
Tu ‘smartphone’ no es
más que una cajita llena de componentes electrónicos que se basan en
algoritmos matemáticos
Google, ¿han pensado qué hace Google? Cada vez que teclean una
búsqueda en Google, por muy peregrina que sea, del más de un billón de páginas
que maneja esta aplicación encuentra losaproximadamente
57.200 resultados que contienen “quieto cobarde pecador” en 0,40 segundos.
0,40 segundos. En 0,40 segundos encuentra las páginas con esta búsqueda (y las
ordena) de una caja con más de un billón (de los nuestros) de páginas
diferentes. ¿Cómo se hace esto? ¿Qué magia lo hace? Eso es, se
hace con matemáticas, con unas matemáticas además no muy complicadas,
simplemente unas matemáticas bien usadas. A veces, cuando lo pienso, me cabrea
que se dieran cuenta Larry Page y Sergey Brin antes que yo de la potencia del
cálculo de autovalores de una matriz, toda vez que yo lo estudié antes porque
soy más vieja. Bueno, lo cierto es que además de estudiar matemáticas hace falta
disponer de ingenio y quizás esto no lo da la edad. Saber matemáticas no
es una condición suficiente para dominar el mundo pero sí, y esto lo
saben bien en el Reino Unido y demás países punteros económicamente, es
una condición necesaria.
Mientras que nos enfadamos por nuestras menudenciasen
las redes sociales o inundamos el mundo de gatitos y citas motivadoras, la
huella digital que dejamos está siendo utilizada por las empresas
dueñas de estas redes para extraer
información del funcionamiento de nuestro mundo. Esa cantidad
ingente de datos que generamos en las redes permite a los que la poseen
desde gestionar servicios de atención temprana en caso de catástrofes o
atentados, hasta predecir (o inducir) resultados electorales o el éxito de
una nueva película. Esos datos son poder, verdadero poder y están en manos
de esa élite que, como dice Frenkel, sabe matemáticas y tú no.
“O nos ponemos serios
con la educación matemática o estamos condenados a quedar otra vez
rezagados”
No sé si te gustan o no las matemáticas. Estoy segura de que sí,
fíjate, pero aún, posiblemente, no lo sabes. Lo que espero antes de terminar
estas líneas es haberte convencido de que o nos ponemos serios con la educación
matemática en este país o estamos condenados a
quedarnos, otra vez, rezagados en la carrera del futuro. Ojalá entre
todos convenzamos a los que toman decisiones sobre ello. Ay.
* Clara Grima es
profesora titular de Matemática Aplicada de la Universidad de Sevilla y
divulgadora científica.
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