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OPINIÓN - PASOS DE ANARQUÍA
Cómo divertirse matando animales entra en las aulas andaluzas
DAVID BOLLERO
Una escopeta y su canana en un coto de caza. EFE/Archivo
23 de octubre 2019
Hoy es un mal día para la Educación pública en Andalucía.
Vox ha vuelto a conseguir que PP y Ciudadanos (Cs) claven rodilla en suelo y
consientan, entre otras cosas, que la
caza entre en las aulas, dándole una pátina de valor
medioambiental. El lema de la Federación Andaluza de Caza (FAC), con la que se
articula esta atrocidad, es «Más de 25 años defendiendo la caza social». La
propia FAC hace inseparable esta llamada «caza social» de la
parte recreativa o, lo que es lo mismo, divertirse matando animales. Es
para llevarse las manos a la cabeza.
La primera observación que debe hacerse a esta concesión
para que Vox apoye los presupuestos a PP y Cs es que tampoco les ha
costado demasiado hincar la rodilla. De hecho, al PSOE tampoco le
habría costado. Así lo demostraron cuando tanto el bautizado como ‘trifachito’ y
el partido socialista no dudaron en manifestar su apoyo a la caza durante
el desarrollo de la campaña #LaCazaTambienVota en diferentes
elecciones, incluidas las andaluzas. Sólo Adelante Andalucía (versión
Unidas Podemos en la región) se negó mostrar tal apoyo.
Posteriormente, el presidente de la FAC José María
Mancheño aseguraba que «la
caza ha castigado a Izquierda Unida y Podemos», añadiendo que
echarse «a los brazos de los animalistas» les perjudicó y «les ha
hecho un daño enorme entre su electorado más rural. Van a seguir perdiendo votos
y fuerza en Andalucía. Pronto serán las municipales y el mundo rural no olvida».
La realidad es que a pesar de que el número de personas
que cazan desciende a pasos agigantados, su poder aumenta. Aunque el Ministerio
de Agricultura, Pesca y Alimentación no actualiza sus datos desde 2015, desde
que existen datos oficiales el número de cazadores ha caído casi un 23%
(apenas 800.000 personas). La imagen del cazador que acude al campo a
matar un par de perdices y tres conejos para darse un banquete en casa cada vez
es más residual. La prueba de ello es que a pesar del descenso en el número de
cazadores, las capturas se han incrementado casi un 25%.
Según denunciaba Ecologistas en Acción a principios de
año en Cadena
SER, el lobby de la caza ha montado un negocio de turismo cinegético en
el que se comercializan paquetes por 12.000 euros a cambio de matar
entre 200 y 500 perdices. Así las cosas, no sorprende que ante el
riesgo de perder ese negocio, se activen campañas como #LaCazaTambienVota y que
los partidos menos íntegros o con convicciones alejadas de un mínimo de
conciencia medioambiental las apoyen. Si como guinda al pastel incluimos que,
incluso, el que fuera presidente de la Federación Española de Caza
Andrés Gutiérrez Lara llegó a afirmar hace años que el sector movía unos 6.000
millones en dinero negro, sin facturas, pues blanco y en botella.
Ya hace tres años, mi colega Lucía
Villa se hizo eco de un
informe de Ecologistas en Acción, titulado «7
verdades sobre el impacto de la caza en España». Lectura muy
recomendable en el que podremos descubrir cómo la caza mata en España a
unos 25 millones de animales cada año y, en algunos casos, convierte
los cotos en auténticos escenarios de caza intensiva. Sólo en 2013 se soltaron
en estos cotos intensivos más de 1,3 millones de ejemplares de perdiz roja
procedentes de granjas… y si esta perdiz sale cara, pues se tira de la codorniz
japonesa que, aunque sea una especie invasora, llena los bolsillos.
El supuesto beneficio medioambiental que provoca matar
animales por diversión, como argumentan los cazadores, es otra falacia.
Precisamente, como expone Ecologistas en Acción, las sueltas que hacen de
animales, la alimentación suplementaria o la instalación de vallados cinegéticos
terminan propiciando una sobrepoblación excesiva de una parte de esas especies
con sus consecuentes efectos secundarios. El
25% de Sierra Morena es ya territorio fragmentado por estos
vallados cinegéticos poniendo en grave riesgo el ecosistema.
Incluso, existen sentencias del Tribunal Supremo en
las que se determina que «la caza y la pesca, lejos de servir a los
fines de erradicación de las especies catalogadas [como exóticas e invasoras],
más bien determinan su mantenimiento indefinido, cuando no la
agravación, del status quo actual, dificultando, si no haciendo imposible, su
erradicación».
En cuanto al desarrollo rural, que tanto defiende la FAC
y el resto de federaciones, otra gran mentira, puesto que la caza y sus cotos lo
que terminan es por impedir el desarrollo de multitud de actividades que,
no solo dinamizan la economía de los pueblos sino que, además, promueven una
mayor sensibilización medioambiental, como es el caso del senderismo, el
cicloturismo, la recogida de setas, el ecoturismo, la fotografía…
Pero todo esto dará igual en Andalucía y en las aulas se
venderá que matar animales por diversión es bueno para el medio ambiente.
¿Contarán también lo bueno que es el abandono de más de 50.000 galgos
cada año al finalizar la temporada de caza? Eso en el mejor de los
casos, sino los ahorcan o los arrojan a pozos, otra de las prácticas asentadas.
Como arrancaba el artículo, hoy es un mal día para la Educación pública en
Andalucía.
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