Según un estudio del Ministerio de Educación,
en Chile el 86% de los escolares dice ser constantemente
testigo de violencia en sus colegios. Ya sea violencia física
(matonaje) o psicológica (bullying), lo habitual es que los
colegios expulsen al mal llamado "niño problema", sacando al
factor de conflicto de sus aulas.
Sin embargo, para la docente de la Escuela de
Psicología de la Universidad del Pacífico, Guila Sosman, esa
no es la mejor solución. "La expulsión genera mayor
frustración, rabia e incomunicación, y así posiblemente nuevos
incidentes de violencia. La exclusión es una medida cuando
está en riesgo vital el propio alumno o los demás, pero hay
que evaluarla con detención para evitar que estemos
respondiendo a la violencia con otro tipo de violencia como es
la exclusión", advierte.
Para la especialista en atención y evaluación
psicológica de personas víctimas de expresiones de violencia y
vulneración de derechos, ante estos casos una buena práctica
es tomar en cuenta a todos los estamentos que participan en la
escuela.
"Es importante no individualizar identificando
a un 'alumno problema', sino que poseer una mirada global de
la problemática en la cual estamos todos como sociedad
incluidos", indica Sosman.
"En este sentido, lo deseable es que tanto en
el diagnóstico como en la intervención participe toda la
comunidad escolar, es decir, estudiantes, docentes y
apoderados", dice Sosman.
"Se debe fomentar la resolución de conflictos
sin la utilización de la violencia, sino que a través de
acuerdos, negociaciones y mediaciones. Por otro lado, la
transmisión de información entre los apoderados, estudiantes,
docentes y directivos, respecto de las causas, dimensiones y
efectos de la violencia, además de otras temáticas vinculadas,
es importante tanto a la hora de intervenir como con la
finalidad de prevenir la violencia escolar", asegura.
Un reflejo de la sociedad
La experta en bullying, violencia intrafamiliar
y maltrato infantil, comenta que la necesidad de focalizar los
esfuerzos en todos los actores tiene que ver con reconocer que
la violencia es un tema multifactorial.
"La violencia escolar es un fenómeno complejo y
para comprenderlo no podemos fijarnos en una sola causa, sino
que debemos mirar distintos niveles: individual, familiar,
escolar y social. Cada uno de estos niveles están relacionados
entre sí, por lo que podríamos afirmar que lo que ocurre en la
escuela la mayoría de las veces es un reflejo de lo que ocurre
en la sociedad en general y en la familia en específico",
afirma la docente.
Aunque se suele asociar el problema de la
violencia escolar a establecimientos educacionales que reciben
a estudiantes de poblaciones caracterizadas por la marginación
y discriminación social, el desempleo, el narcotráfico,
condiciones precarias habitacionales y falta de acceso a
servicios de salud y servicios sociales, entre otros, la
carencia de estos elementos no es directamente causal.
"Pueden ser niños, niñas y adolescentes
pertenecientes a familias con falta de apoyo, que viven en
condiciones de hacinamiento y aislamiento social, lo que
repercute y se manifiesta en conductas violentas de toda
índole dentro del contexto escolar. Dado que la violencia
escolar es transversal en toda la sociedad. Puede cambiar su
manera de manifestación, pero está presente independientemente
del nivel socioeconómico", sostiene la especialista.
Otro aspecto fundamental son los roles de
género en la familia y el colegio. "Si al interior de la
familia se reproducen los roles de género estereotipados y
tradicionales, en los cuales existe discriminación e
inequidad, esto puede expresarse luego en la escuela como
violencia, tanto directa como indirecta", acota la docente de
la Universidad del Pacífico.
Sosman indica que se vinculan con los modelos
de crianza de los padres y sus competencias parentales. "Es
relevante que los padres tengan orientación e información
respecto de distintos estilos de crianza y diversas
estrategias para impartir disciplina, evitando así que el
castigo físico sea una alternativa. Es importante que los
padres tengan conocimiento acerca de los efectos negativos que
tiene la violencia de todo tipo en el desarrollo infantil",
puntualiza.
Otro
factor protector es que exista buena comunicación entre el
padre y la madre, y a su vez entre ellos y sus hijos. "Que
cuenten con redes de apoyo comunitarias y familiares en el
cuidado de sus hijos puede ser también un factor importante
para disminuir o evitar conductas violentas, considerando que
disminuye el aislamiento, la sobrecarga, la incomunicación y
el estrés en los adultos cuidadores. Así, el contar con una
red de apoyo ayuda a lidiar con situaciones estresantes o
difíciles", concluye la docente.
Pn/cp
AGENCIA UNO