«El acoso escolar es un problema
que ha de atajarse desde la escuela»
Acoso escolar, tribus urbanas,
violencia en las gradas. La sociedad está cambiando y el fiscal coordinador de
menores, Manuel Dolz, alerta de que éste es el momento de reconducir a la
juventud para que no pierda el tren del futuro.
Regina Laguna, Valencia,
DIARIO LEVANTE , 5/6/2005
-En las últimas semanas ha aflorado en los medios lo que ya subyacía hace
tiempo en la calle, un alto grado de violencia que ha llegado hasta la esencia
de nuestra sociedad: los jóvenes. Tribus urbanas en pie de guerra pueden hacer
de una noche de copas una tragedia, niños sin escrúpulos que machacan el
futuro de sus compañeros de clase... ¿En qué les hemos fallado?
-Ha fallado desde la base el poder efectuar bien un tratamiento educativo. Desde
la más tierna infancia, no se sabe decir que no al niño, hay una absoluta
permisividad. Si vamos a la normativa internacional, en la Carta de Derechos del
Niño Africano, también hay una lista de deberes, como el respeto a los
mayores, el hacerse cargo de la familia... ¿Qué le pasa al niño occidental?
Que lo tiene todo y se le acostumbra a la abundancia. y cuando se le dice que
no, se revuelve.
-¿Qué ha cambiado en nuestra sociedad actual?
-Los padres están ausentes de la estructura familiar. La conciliación de la
vida laboral y familiar es muy importante, incluso hay una ley que lo propugna
porque se dice que a los niños se los deja aparcados: en el colegio, en la
casa...
-Ese mensaje es muy peligroso. Intenta culpabilizar a la mujer trabajadora y no
al padre trabajador.
-No hay que culpabilizar a las mujeres. Es un problema de todos, de los padres
que vuelven a casa a última hora y en todo día no han visto a a su hijo. No es
malo culpabilizar si ello implica que se motive para buscar soluciones. Pero no
es sólo la madre la que educa, también el padre.
-Los profesores hace tiempo que se quejan de que se les ha tomado por
guardadores o cuidadores de niños y no por educadores.
-Estoy lanzando un mensaje: los educadores deben prepararse ante un colectivo
que ha cambiado de perfil. Hemos constatado que en las residencias de protección,
hay menores conflictivos que pasan a otros centros y dejan de dar problemas. Hay
un profesorado desmotivado, ya sea por tema laboral o económico. Es un problema
de profesionalidad.
-¿Puede venir de ahí el aumento de casos de acoso escolar que no se ataja
desde los colegios?
-Desde luego es un problema que ha de atajarse en la escuela. La Justicia no
puede hacerse cargo del niño. Hay que recordar que el artículo 18 de la Ley
del Menor dice que «cuando se cometa una infracción leve, se puede hacer una
corrección en el ámbito familiar y educativo». Pero a los profesores hay que
motivarles, necesitan sentir la seguridad de que están respaldados por la
dirección.
-Hay muchos padres que no consienten el castigo hacia sus hijos o un toque de
atención, y han llegado a denunciar al colegio.
-Los padres no pueden desautorizar a los profesores. Hay padres que denuncian a
sus hijos por maltrato y luego retiran la denuncia. Los fiscales de menores, hay
un momento en que valoramos si esos perdones los estimamos o no, una vez abierto
el caso.
-No obstante, esta Fiscalía aboga por la mediación y la conciliación, como ha
quedado patente en la reciente memoria anual?
-Ha habido un aumento considerable en la mediación y conciliación, al que
vamos a estudiar ponerle límite en el caso de que luego se repitan las
denuncias. Queremos que esto vaya en serio. Los chavales tienen una sensación
de impunidad por parte de la ley que es muy defectuosa y tiende a proteger el
interés del menor, pero no dice cómo.
¿Es que ya no funcionan las medidas reeducativas y de reinserción social a
cuatro años de su entrada en vigor?
-No podemos establecer libertades vigiladas, que es lo más educativo, ni los
internamientos de fines de semana con un periodo tan corto que no da para
educar... Necesitamos más periodos breves de internamiento.
-Ahora sería el momento de plantear otras medidas. La nueva modificación de la
ley en estudio aboga por agravar las penas.
-Quieren que en los delitos más graves,como terrorismo y homicidios, se eleven
las penas a diez años par a los menores de 16, pero hay que considerar que un
homicidio para un adulto está castigado con 15 años. Tampoco soy contrario a
que las medidas de menores sean flexibles. A lo que no se puede llegar es a
sobredimensionar la pena.
-Los defectos de esa ley, ¿no parten de una sobreprotección del menor
delincuente sin pensar en el menor víctima?
-Está claro que el menor víctima está desprotegido. En los casos que han
salido a la luz, se ha visto abocado al suicidio porque no tenía salida. Hay
que darles otro mensaje: No están solos y nos tienen a todos.
-¿Y dónde nos tienen?
-Eso debe hacerse en los colegios, que es donde los jóvenes se desarrollan,
donde tienen su vida. Que sus compañeros se solidaricen con los más débiles.
Hay que romper ese aislamiento de los menores víctimas. Que los profesores estén
vigilantes .
-¿Y la Justicia?
-Nosotros lo que podemos hacer es también mandar el mensaje de solidaridad a
través de los medio, pero la Justicia actúa cuando el enfermo está en fase
terminal. Es imposible que una ley penal solucione el problema.
-¿Hay también un mensaje para los jóvenes?
-Hay que darles el mensaje de que ellos tienen que protagonizar el cambio
porque, si no, irán hacia su propia destrucción.
-Ya han optado por destruirse entre ellos en las peleas callejeras.
-El que la violencia sea el punto de relación no nos debe venir de nuevas, sólo
hay que ver las películas que se emiten y los videojuegos con los que se
divierten. Hay un punto en que no se sabe distinguir el juego del mundo real en
la mente del adolescente.
-Ahí tenemos mucha culpa los adultos.
-Sí, pero si no se conciencian ellos, va a ser difícil. Y otros jóvenes
tienen que llevarles el mensaje porque a veces los adultos les fallamos. Un mal
ejemplo fue el espectáculo de vale-tudo que se permitió en Manises en
presencia de niños de cuatro años. Ese es el caldo de cultivo. Si un chaval ve
que vale todo... Sólo hay que ver las agresiones de las bandas en los campos de
fútbol. Es compleja la raíz de la violencia. Estamos construyendo una sociedad
de futuro y, si no la atajamos, después nos lamentaremos.
-¿Hay futuro para la juventud?
-Si no hay perspectivas de empleo y el mercado lo invade todo... Cuando no hay
reglas... En una sociedad que ha prosperado mucho económicamente, la juventud
no puede quedarse fuera.
-La juventud siempre se ha rebelado contra el sistema. ¿Hay que acabar con los
jóvenes rebeldes?
-Queremos jóvenes rebeldes, pero que esa rebeldía se transforme contra la
injusticia y la insolidaridad. La rebeldía es muy sana, pero tenemos que
reconducir esa fuerza de la juventud. No hay nadie más entusiasta de un
ideal que los jóvenes.
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